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Pedro Sánchez, ¿un cisne negro?
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Gonzalo López Alba

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Pedro Sánchez, ¿un cisne negro?

El crecimiento político del líder del PSOE es una rareza que produce impacto y obliga a inventar un relato coherente

Foto: Pedro Sánchez, el pasado jueves. (EFE)
Pedro Sánchez, el pasado jueves. (EFE)

Un 'cisne negro' es, según la definición de Nassim Nicholas Taleb ('El cisne negro. El impacto de lo altamente improbable', Paidós), un suceso con tres atributos: “Primero, es una rareza, pues habita fuera del reino de las expectativas normales, porque nada del pasado puede apuntar de forma convincente a su posibilidad. Segundo, produce un impacto tremendo. Tercero, pese a su condición de rareza, la naturaleza humana hace que inventemos explicaciones de su existencia después del hecho, con lo que se hace explicable y predecible” retrospectivamente, aunque no de forma prospectiva. “Esta combinación de poca predictibilidad y gran impacto, convierte el cisne negro en un gran rompecabezas”, porque tendemos a pensar, analizar y actuar como si no existieran los cisnes negros.

Vayamos por partes.

Pedro Sánchez es una rareza. Estaba fuera de las 'expectativas normales' cuando se postuló como secretario general del PSOE, cuando ganó las primarias para acceder a este cargo, cuando logró que su partido se mantuviera como segunda fuerza a pesar de que sus propios análisis demoscópicos indicaban una amenaza cierta de ser desbancado por Podemos, cuando aguantó el pulso navideño que le echaron los barones socialistas, cuando en enero burló su tutelaje apelando al voto directo de los militantes sobre los posibles pactos y acordando para la reelección en sus cargos un calendario que le favorece en perjuicio de Susana Díaz, y también cuando, representando al segundo partido, se ofreció para intentar la investidura como presidente del Gobierno, que podría conseguir en menos de media legislatura como líder de la oposición. El azar, que algunos llaman suerte, determina nuestras vidas mucho más de lo que creemos, y la política no es la excepción.

Sánchez no estaría ahora pilotando la formación de un Gobierno sin el hecho, que era improbable, de la espantada de Rajoy

Llegados a este punto, conviene tener presente que, como señala Taleb, un financiero y ensayista libanés que es profesor de Ciencias de la Incertidumbre en la Universidad de Massachusetts y en la London Business School, “la muy esperada no ocurrencia también es un cisne negro. (...) La ocurrencia de un suceso altamente improbable es el equivalente de la no ocurrencia de uno altamente probable”. El suceso altamente probable era que Mariano Rajoy, que encabezó la candidatura con más votos y escaños, fuera el primero en optar a la investidura, pero el presidente del Gobierno en funciones se quedó sesteando y Sánchez le robó la cartera. Sin esta no ocurrencia, el candidato socialista no tendría ahora la iniciativa que ha tomando para negociar con otras fuerzas su investidura presidencial. No sin que antes se hubiera producido el suceso altamente improbable de la espantada del líder del PP.

El crecimiento político de Sánchez en las últimas semanas, en las que ha logrado resituar al PSOE en el espacio del centro izquierda y devolverle la condición de factor indispensable para la gobernabilidad, está teniendo “un impacto tremendo”: le refuerza en el liderazgo de su partido, le asienta para repetir como candidato si finalmente hay nuevas elecciones, fortalece la opción socialista ante el electorado, dificulta sobremanera el salto a Madrid de la presidenta andaluza y ha puesto en evidencia el autismo político de un Rajoy que, por si fuera poco intentar ganar un partido esperando en el banquillo, está cercado por la corrupción en su partido y se comporta -secundado por otros miembros del Gobierno en funciones- como si ya estuviera en la oposición.

Pedro Sánchez, tras su reunión del viernes con Mariano Rajoy.

Y, finalmente, para satisfacer nuestra naturaleza humana, adicta a los relatos coherentes, inventamos explicaciones de la existencia y progreso político de Sánchez después del hecho. Pero, como advierte Taleb, “la incapacidad de predecir las rarezas implica la incapacidad de predecir el curso de la historia, dada la incidencia de estos sucesos en la dinámica de los acontecimientos”.

Sánchez está desplegando la estrategia que Taleb atribuye a los descubridores y emprendedores: “Centrarse al máximo en reconocer las oportunidades cuando se presentan, y juguetear con ellas”. La oportunidad se presentó cuando Rajoy se refugió en el burladero. Y Sánchez no dudó -no podía, porque en su partido barones y notables ya le habían cavado la fosa antes de las elecciones- en lanzarse al albero para, cuando menos, darle unos pases al toro que nació el 20-D y comprobar en el ruedo si tiene faena o hay que devolverlo a los chiqueros.

Los barones habían cavado su tumba, pero él ha logrado resituar su partido en el centro izquierda y hacerlo indispensable para la gobernabilidad

Taleb también ofrece una explicación para los temores que suscita un Gobierno de coalición, experiencia inédita en España a nivel nacional. Es el miedo a lo desconocido: “No aprendemos reglas sino hechos”. Los hechos son que el tripartito catalán de Pasqual Maragall y José Montilla o el bipartito gallego de Emilio Pérez Touriño dejaron en el PSOE un sabor amargo que perdura en los socialistas como la magdalena de Marcel Proust. La regla en Europa, desde Alemania a Portugal pasando por Bélgica, es la de los gobiernos de coalición. Desde finales de los años noventa, el porcentaje de gobiernos de coalición con mayoría parlamentaria en las principales democracias occidentales ha crecido en aproximadamente 20 puntos (hasta el 60%), el mismo porcentaje en el que ha caído la presencia de gobiernos de un solo partido (cerca del 30%), según Sandra León, profesora de Ciencias Políticas e investigadora de la Fundación Alternativas ('TintaLibre', nº 31).

Cuando se haya resuelto el rompecabezas poselectoral, bien porque Sánchez haya logrado la investidura y formado Gobierno o porque se repitan las elecciones, sabremos explicar mejor lo ocurrido, pero seguiremos teniendo severas carencias para predecir qué ocurrirá.

Un 'cisne negro' es, según la definición de Nassim Nicholas Taleb ('El cisne negro. El impacto de lo altamente improbable', Paidós), un suceso con tres atributos: “Primero, es una rareza, pues habita fuera del reino de las expectativas normales, porque nada del pasado puede apuntar de forma convincente a su posibilidad. Segundo, produce un impacto tremendo. Tercero, pese a su condición de rareza, la naturaleza humana hace que inventemos explicaciones de su existencia después del hecho, con lo que se hace explicable y predecible” retrospectivamente, aunque no de forma prospectiva. “Esta combinación de poca predictibilidad y gran impacto, convierte el cisne negro en un gran rompecabezas”, porque tendemos a pensar, analizar y actuar como si no existieran los cisnes negros.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy Susana Díaz