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Rajoy y Sánchez, dos discursos pendientes
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Gonzalo López Alba

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Rajoy y Sánchez, dos discursos pendientes

Rajoy tendría que dar paso a otro candidato del PP para favorecer la formación de gobierno y Sánchez, anunciar su retirada para facilitar la reconstrucción del PSOE

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, con el líder del PSOE, Pedro Sánchez. (Reuters)
El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, con el líder del PSOE, Pedro Sánchez. (Reuters)

Si, como dice Mariano Rajoy, repetir por tercera vez las elecciones sería “una insensatez que no olvidaríamos nunca” y él no consigue aglutinar una mayoría parlamentaria que lo evite, su respuesta inmediata debería ser dar paso a otro dirigente de su partido que se postule para desempeñar el cargo, lo que sin duda facilitaría la investidura presidencial y la formación de un Gobierno con más soporte parlamentario del que ahora se vislumbra.

La principal carga de la responsabilidad de ese escenario corresponde, en primer lugar y antes que a nadie, al partido más votado, por mucho que la presión política y mediática se quiera volcar sobre el PSOE. La renuncia de Rajoy, reclamada con insistencia por Albert Rivera hasta su penúltimo cambio de criterio con el argumento incuestionable de que está contaminado por la corrupción en su partido, podría ser la gran contrapartida obtenida por los socialistas como precio a su abstención para facilitar la gobernabilidad. No es lógico ni justo que todo el foco se esté poniendo sobre el PSOE, un partido que, hoy por hoy, solo conserva el liderazgo numérico de la oposición.

En diciembre, Rajoy dijo a los españoles y al Rey que necesitaba un puñado de diputados más para poder fraguar alianzas y gobernar. Y se los dieron. Ya los tiene. Y con ese puñado añadido de diputados es posible, aritmética e ideológicamente, fraguar una mayoría parlamentaria que no solo permita la investidura del candidato del PP sino también presidir un Gobierno con el mínimo de estabilidad que exigen las circunstancias. Si no lo logra, será por su incapacidad, una consecuencia del talante con el que gobernó mientras gozó de mayoría absoluta. De modo que, si es coherente con sus palabras, ante una situación de bloqueo, la “reflexión” que ha anunciado debería traducirse en un paso atrás. Eso engrandecería su talla política como hombre de Estado.

El líder conservador ha sido cinco veces candidato de su partido y es un obstáculo para que el PP gane adhesiones parlamentarias por todo lo que acarrea

El discurso que Rajoy debería pronunciar entonces sería algo así como:

Mi partido me ha brindado, por cinco veces, la oportunidad y el honor de representarlo ante todos los españoles. Los ciudadanos me dieron la espalda la primera y segunda vez, la mayoría absoluta la tercera, una victoria insuficiente en la cuarta y un triunfo más holgado en la quinta. Pero ni con este último resultado he sido capaz de ahormar una mayoría suficiente para lograr mi investidura como presidente y poder formar un Gobierno con un mínimo de garantías de estabilidad. Y, sin embargo, el PP es la primera fuerza parlamentaria, con una amplia ventaja sobre la segunda fuerza, y mantiene intactas las posibilidades de continuar al frente del Gobierno para seguir desarrollando las políticas que, a nuestro juicio, reclama la situación de España. Por todo ello, por responsabilidad política, con mi partido y con los españoles, les anuncio mi renuncia en beneficio de otro candidato del PP. El bien de España y de los españoles, hacia los que no puedo sentir más que agradecimiento por la confianza depositada en mí durante estos años, está por encima de cualquier otro interés”.

Pero, seguramente, Rajoy no hará este discurso, como tampoco Pedro Sánchez ha pronunciado el que debió hacer en la noche del 26-J, ante los militantes y simpatizantes que se congregaron en la sala Ramón Rubial de la sede del PSOE, o, de no haberlo hecho entonces, el día 9 ante el Comité Federal.

El discurso pendiente de Pedro Sánchez dice algo así como:

“Compañeros y compañeras. Quiero aprovechar esta oportunidad para dirigirme no solo a vosotros, sino a todos los militantes y a todos los ciudadanos que nos votaron en diciembre y nos han vuelto a votar en junio.

El 26-J fue un día triste. Un día triste para el PSOE y para los millones de españoles que confiaron en la posibilidad de tener un Gobierno que les devuelva los derechos arrebatados por el PP con la coartada de la crisis. Unos derechos arrebatados mientras llamaban “ciudadanos ejemplares” a gentes sin escrúpulos que estaban saqueando las arcas del Estado, aquello que es fruto del esfuerzo de todos.

El candidato socialista, con una errática estrategia, ha defraudado las expectativas de quienes confiaron en él por dos veces. Claro que está dispuesto a seguir

Os he fallado. Por dos veces me habéis dado la oportunidad, por lo que os estaré eternamente agradecido, de representaros a vosotros y de hacer honor a las siglas centenarias del PSOE. No puedo eludir mi responsabilidad personal. Conmigo de candidato, el Partido Socialista ha obtenido los peores resultados de su historia.

Si queréis que siga al frente del partido, aquí me tenéis, dispuesto a seguir poniendo lo mejor de mí en el empeño. Pero si entendéis, como yo entiendo, que os he fallado, aquí tenéis mi cargo a vuestra disposición. Creo que presentar esta renuncia, y que vosotros la aceptéis, como de inmediato plantearé a la ejecutiva, es el mejor servicio que, en estos momentos, puedo hacer. Lo he hecho lo mejor que he sabido. Y esta es mi única excusa”.

Pero dudo también de que algún día escuchemos este discurso.

Si, como dice Mariano Rajoy, repetir por tercera vez las elecciones sería “una insensatez que no olvidaríamos nunca” y él no consigue aglutinar una mayoría parlamentaria que lo evite, su respuesta inmediata debería ser dar paso a otro dirigente de su partido que se postule para desempeñar el cargo, lo que sin duda facilitaría la investidura presidencial y la formación de un Gobierno con más soporte parlamentario del que ahora se vislumbra.

Mariano Rajoy Pedro Sánchez