Los directivos, preocupados: ''¿Por qué tenemos tan mala imagen en la calle?''

"Estoy preocupado por la desafección de la sociedad española hacia sus directivos". Con estas palabras,Ignacio Garralda, a la sazón presidente de Mutua Madrileña, recogió el lunes por la noche el premio al mejor directivo del año que entrega la AED (Asociación Española de Directivos). Un murmullo de aprobación recorrió el salón del Villamagna donde se apretaba a cenar la flor y nata del mundo empresarial, financiero y mediático madrileño, y parte del catalán. "Tiene razón, nos estamos dejando la piel por el país y en vez de reconocérnoslo, nos machacan", decía uno a su compañero de mesa. "Había que ver qué hacían los que nos critican sin nosotros", le respondía aquél. Mientras tanto, la prensa, apartada en una mesa sin cubiertos para dejar claro a los plumillasque no estaban convidados a la fiesta, tomaba nota atentamente.

Garralda hizo esta reflexión al hilo de la última encuesta del CIS, donde se refleja la pésima imagen en la sociedad de las multinacionales y de los financieros españoles, sólo superada -para mal- por los políticos. Menos mal que el ministro de Economía,Luis de Guindos, tranquilizó sus inquietudes al cerrar el acto y dar paso a la pitanza: "No hay que dar demasiada importancia a las encuestas porque cambian con el tiempo. Es normal que la sociedad, con la crisis que hemos vivido, tenga un sentimiento negativo". La alcaldesaAna Botellale miraba de hito en hito, aunque, al fin y al cabo, las únicas encuestas que se publican sobre ella se refieren a quién será su sucesora tras el fiasco olímpico.

Terminado su speech, De Guindos se sentó en la mesa presidencial enfrente de la alcaldesa y deJohn Scott, el nuevo patrón deJosé María Aznar, al que fichó como asesor para KPMG hace más que un año sin decir ni pío al respecto hasta queEl Confidenciallo desveló la semana pasada; un ejemplo más de la 'puerta giratoria' entre la política y la empresa.

En la misma mesa se sentabaArturo Fernández, presidente de Cepyme y uno de los consejeros de Bankia conRodrigo Ratoque no vio venir el hundimiento de la entidad y la ruina de sus accionistas y preferentistas; oFernando Ruiz, presidente de Deloitte, que también debería haberse percatado de algo como auditor del banco protagonista del mayor rescate con dinero público de la Historia de España. OEva Castillo, presidenta de Telefónica Europa, que ha dado cobijo al propio Rato en su consejo asesor a razón de 100.000 euros al año (para completar, está también en el de Telefónica Latinoamérica con los mismos emolumentos, y acaba de entrar en el del Santander, como es sabido).

Todos ellos seguían preguntándose por qué tienen tan mala imagen entre el vulgo. Pero quien más interesabaa De Guindos era el presidente de La Caixa,Isidre Fainé, que llegó de su mano al cóctel previo y que se sentó a su derecha en la cena para desgranarle las múltiples querellas que últimamente tiene contra el ministro. "Me tienes que arreglar lo de la Ley de Cajas [o sea, aceptar la enmienda para que el propio Fainé pueda seguir simultaneando la presidencia de la caja y la de CaixaBank], ¿no te das cuenta de que esto es impedir a un accionista ejercer sus legítimos derechos de propiedad?", le pediría. "Ya, si por mí fuera lo arreglábamos, pero es que la troika no nos deja, ya lo has visto, y a ver qué vamos a hacer", le contestaríael responsable del ramo.

Y Fainé: "Anda que cómo habéis metido a Guggenheim en la subasta de Novagalicia, ¿no os dais cuenta de que eso es pan para hoy y hambre para mañana? Los fondos se saldrán y volveréis a tener el mismo problema. Esto sólo lo arregla un banco"... como La Caixa, por ejemplo. "Bueno, el Banco de España le ha puesto un período de permanencia de cinco años y otras condiciones muy duras, y ellos las han aceptado. No tenemos argumentos para excluirles de la puja, tendrás que estirarte, Isidro", le responderíael ministro entre risas.

No se sabe si fue por la insistencia del banquero catalán, pero Guindos tenía la excusa perfecta para retirarse pronto: tenía que coger el avión a Washington para asistir a la conferencia anual del FMI. Ni siquiera esperó al segundo plato. En su discurso, aparte de quitar hierro a las encuestas, había insistido en la necesidad de un comportamiento ético en el mundo de la empresa y había repetido las líneas maestras del discurso que había dado por la mañana en la Bolsa de Madrid y hace una semana en un foro organizado por el FROB: no estamos en 2011, esta vez la recuperación va en serio por la reducción de deuda y la caída de los costes laborales, en 2014 ya se va a notar en el empleo, pero esto no va a ser fácil y hay que continuar con la agenda reformista...

Con la salida del ministro, las conversaciones se tornaron más distendidas. En las otras mesas también había muchas caras conocidas, comoRicardo Martí Fluxá, presidente de Iberostar y consejero de ACS, en pleno agobio por el 'caso Castor';Juan Béjar, presidente de FCC;Joaquín Ayuso, que hace unos meses dejó de ser consejero ejecutivo de Ferrovial con 8,1 millones de indemnización;Xavier Adserá, el hombre con el récord de España desillones en consejos;y un largo etcétera.

También había representantes del mundo académico -Carlos Rodríguez Braun-, gente de dinero de toda la vida -Fernando Masaveu-, prebostes de los medios de comunicación -Santiago Rey, Blas Herrero,Luis María Ansón-, y buena parte de los antiguos socios de AB Asesores arropando a su ex compañero Garralda:Santiago Satrústegui, Gadea de la ViudaoPedro Guerrero, actual presidente de Bankinter, el banco donde Jaime Botín-el de las lecciones de moral- ocultó un 8% de su capital, por lo que va a ser sancionado por falta muy grave por la CNMV. Por estar, estaba tambiénLuis Isasi, el hombre que desmontó aquella estructura cuando fue comprada por Morgan Stanley, junto a otros cuantos banqueros de inversión de postín, comoJaime Salaverri(UBS), Claudio Aguirre(Altamar)oRamiro Mato(BNP Paribas). Estaba hastaJavier Cremades, cosa sorprendente porque allí no había minoristas afectados por las preferentes a los que convencer de que el arbitraje es malísimo.