Es noticia
Se acercan días decisivos
  1. España
  2. Libertad de elegir
Antoni Fernàndez Teixidó

Libertad de elegir

Por

Se acercan días decisivos

O se cumple con la hoja de ruta o se abandona. No caben aquí medias tintas. La época de la ambigüedad política en Catalunya hace tiempo que tocó a su fin. Todos lo sabemos

Foto: El presidente de la Generalitat Carles Puigdemont (d) y el vicepresidente, Oriol Junqueras (i). (EFE)
El presidente de la Generalitat Carles Puigdemont (d) y el vicepresidente, Oriol Junqueras (i). (EFE)

El proceso de refundación de CDC ofrece un balance previsible, pero alejado de las expectativas de Artur Mas y de su último equipo dirigente. Si con tu política educas, durante largo tiempo, a tus cuadros de partido para avanzar hacia la independencia, es difícil exigirles después, en el momento decisivo, una posición que entrañe cierta moderación. Natural. La apuesta por la independencia, la república, el Estado propio y el referéndum vinculante será el más que probable resultado final.

Recientemente hemos conocido el informe del Centro de Estudios de Opinión (CEO -CIS catalán-). Según la encuesta realizada en el mes de junio, la mayoría de los catalanes se muestra partidaria de la creación de un Estado propio. Un 47,7% a favor frente a un 42,4% en contra. Respecto a estos resultados, hay que tener, no obstante, en cuenta, que los entrevistados lo son sobre la base de su preferencia política por un Estado propio o por formar parte del Estado español. Creo, francamente, que las respuestas no suelen tener en cuenta las eventuales dinámicas políticas para asegurar el objetivo. Intuidas las consecuencias, los resultados podrían ser bien distintos.

En mi artículo de hace 15 días para El Confidencial bajo el título 'Un designio político arriesgado' ya apuntaba una posible orientación estratégica de Junts pel Sí y la CUP, siendo el Govern de Catalunya su artífice principal. Los últimos acontecimientos confirman aquella hipótesis de trabajo. El esperado desenlace del debate parlamentario catalán de esta semana -de funestas consecuencias para todos- ha avalado, sobradamente, aquellas previsiones.

Paradójicamente, la moción de confianza que se debatirá en el Parlament de Catalunya el 28-S será la espoleta necesaria para dar nuevos pasos adelante en el 'procés'. Así está pensado. Así está decidido. En esta etapa, la confrontación política con el Gobierno español subirá, gradualmente, de tono. Más de lo que hasta ahora hemos visto. En efecto, la moción de confianza al Govern se traducirá, después del agrio debate parlamentario, en un pacto sólido entre Junts pel Sí y la CUP. Constará en él la independencia, las leyes de desconexión del Estado español, un eventual referéndum y un enfoque general del presupuesto para el 2017.

El acuerdo con el que se salvará la moción de confianza comportará una nueva acumulación de fuerzas para caminar hacia la independencia de Catalunya. Ese es, ahora, el impulso suplementario que los independentistas necesitan. Una vez más, el debate fundamental en el Parlament girará en torno a la orientación y a las concreciones del 'procés'.

Las conclusiones de la Comissió d’Estudi del Procés Constituent del Parlament aprobadas en el último pleno son la base de un nuevo salto cualitativo en la prevista dinámica de enfrentamiento creciente con el Estado español.

¿Trato de decir que Junts pel Sí y la CUP se aprovechan de la situación de desgobierno actual? No exactamente, aunque puede ayudar

El referéndum unilateral y vinculante será el pretexto político para simular que se intenta llegar a un acuerdo formal con el Gobierno de España o en su defecto, valorar los pasos que hay que dar en aras de la independencia. En otras palabras, se exigirá la organización de un referéndum vinculante sobre la separación de Catalunya. Este se diferenciará, singularmente, del 9-N en 2014 donde se remarcó, una y otra vez, el carácter de organización de voluntarios para su realización. El resultado del juicio para la eventual inhabilitación de Mas, Ortega y Rigau puede depender de la aceptación del carácter voluntario y ajeno a la organización del 9-N del anterior Ejecutivo.

En esta ocasión, el Govern de Catalunya exigirá que la celebración de la nueva consulta, con las debidas garantías democráticas, resuelva, de una vez por todas, la hoja de ruta del nacionalismo independentista. Este es el propósito y el reto.

Las fuerzas políticas en Catalunya empiezan a mover ficha en este sentido y, solo así, cabe interpretar el último movimiento estratégico del PSC formulado por Iceta. Habla el dirigente socialista de un plan b si fracasa la reforma constitucional. Para los socialistas, el ejemplo a seguir sería las leyes de Claridad del referéndum canadiense. Después del 28-S, y superada la moción de confianza, ese será el debate principal, por no decir, el exclusivo.

Aparecerán discrepancias en el bloque nacionalista independentista respecto a qué hacer en función de la respuesta del Gobierno español. Pero antes de conocer el alcance de la misma, la opinión pública catalana solo tendrá la percepción de leves matices diferenciadores.

Ni que decir tiene que cualquier situación en España que obligara -si los partidos políticos no logran ponerse de acuerdo para la investidura - a unas nuevas elecciones, complicaría el escenario en grado sumo.

¿Trato de decir, que Junts pel Sí, la CUP y las organizaciones populares que les dan apoyo, se aprovechan de la situación de desgobierno? No exactamente, aunque puede ayudar. El plan está trazado, sea cual sea el Gobierno español de turno. Diría más: creo que poca influencia tendrá en este planteamiento el diferente signo del presidente investido en España.

Se ha insistido, reiteradamente, en que la legislatura en Catalunya va a tener una duración de 18 meses. Es un compromiso electoral de Junts pel Sí y la CUP al que no se ha renunciado hasta la fecha. Es muy difícil cambiar la naturaleza de este compromiso sin sufrir un fuerte varapalo en términos electorales. Solo la convocatoria del referéndum y una hipotética derrota de los independentistas en el mismo, haría variar este designio.

Se acercan días decisivos. Toda indefinición estratégica está, definitivamente, abocada al fracaso y los contendientes lo saben

Obviamente, descarto que haya un acuerdo con el Gobierno español en términos de celebración del referéndum. De manera que, a partir del mes de octubre, los plazos se acortarán y el ritmo se acelerará. No dudo, que el Tribunal Constitucional tratará de evitar que se siga debatiendo en el Parlament en torno al proceso de separación de España. Sinceramente, creo que sus desvelos pueden estar condenados al fracaso. O se cumple con la hoja de ruta o se abandona. No caben aquí medias tintas. La época de la ambigüedad política en Catalunya hace tiempo que tocó a su fin. Todos lo sabemos. Así cabe interpretar la decisión de los congresistas del PDC respecto a su programa de ruptura. No es un epifenómeno. Las resoluciones aprobadas en su Congreso por amplias mayorías, son el termómetro de lo que voy relatando estos últimos meses.

Se acercan días decisivos. Toda indefinición estratégica está, definitivamente, abocada al fracaso y los contendientes lo saben. La táctica de la confrontación alcanzará su clímax en los próximos meses. Desconozco el resultado, pero intuyo sus consecuencias.

El proceso de refundación de CDC ofrece un balance previsible, pero alejado de las expectativas de Artur Mas y de su último equipo dirigente. Si con tu política educas, durante largo tiempo, a tus cuadros de partido para avanzar hacia la independencia, es difícil exigirles después, en el momento decisivo, una posición que entrañe cierta moderación. Natural. La apuesta por la independencia, la república, el Estado propio y el referéndum vinculante será el más que probable resultado final.

Artur Mas Parlamento de Cataluña