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Ignacio González, el soberbio hombre del mechón al que muchos odiaban
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Alberto Pérez Giménez

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Ignacio González, el soberbio hombre del mechón al que muchos odiaban

El Canal, la joya de la corona, ha terminado por ser la soga al cuello de este político que en dos años ha pasado de los despachos del poder al calabozo

Foto: Imagen de archivo de Ignacio González. (EFE)
Imagen de archivo de Ignacio González. (EFE)

Hace poco más de un mes, Ignacio González (19-10-1960) reunió a su familia más cercana en su chalé de Aravaca para advertirles de que, en cualquier momento, la Guardia Civil llegaría a detenerle. El otrora todopoderoso hombre de Esperanza Aguirre, que había dejado por la puerta de atrás hasta la secretaría del PP madrileño y había abierto despacho de abogado cerca del Retiro, estaba convencido de que la UCO llamaría a su puerta más pronto que tarde. Intentó tranquilizar a su esposa, Lourdes Cavero, cuya empresa de subastas también era centro de los registros este miércoles, y a sus tres hijas. Su último mensaje político, lanzado en la Casa de Correos en la Fiesta de la Comunidad del 2 de mayo de 2015, suena ahora a epitafio: “Espero que el futuro, que está por escribir, sepa también estar a la altura y agradecer los esfuerzos que se han hecho estos años”.

Ignacio González, técnico superior del Ayuntamiento de Madrid desde 1984, creció políticamente a la sombra de Esperanza Aguirre. Con ella en el ayuntamiento, con ella en el Ministerio de Cultura —fue su subsecretario entre 1996 y 1999, cuando Aguirre era la estrella de 'Caiga quien caiga'— y, tras un breve paso por Administraciones Públicas, se convirtió en el secretario de Estado de Inmigración del último Gobierno Aznar, con Ángel Acebes en el Ministerio de Interior. Esperanza Aguirre, entonces, le rescató para, después del 'tamayazo', ser uno de sus dos hombres fuertes en la comunidad. El otro, Francisco Granados. Ahora, los dos están detenidos y su líder, testificando ante el juez por la Gürtel.

La carrera de González a la sombra de Aguirre cimentó su poder y, también, los odios y los recelos dentro del partido. La debacle popular en las elecciones de marzo de 2004 tras los atentados del 11-M provoca que la Administración madrileña se convierta en el lugar de acogida para decenas y decenas de cargos del partido que habían sido desalojados de la noche a la mañana de la Administración del Estado. El aparato de la Comunidad de Madrid da cobijo a numerosos mandos y militantes del PP —"espero que el futuro, que está por escribir, sepa también estar a la altura y agradecer los esfuerzos que se han hecho estos años"—, pero también tanto poder genera enemigos que acabarán pasando factura.

Foto: Agentes de la Guardia Civil permanece en las inmediaciones del domicilio de Ignacio González. (EFE)

González tiene el primer pulso con Francisco Granados, el gran rival para sucederle en el trono de Madrid. A Granados, la Púnica y el juez Eloy Velasco le quitarán del camino: González queda como el único delfín del 'aguirrismo'. La propia lideresa se encarga de proclamar su confianza en el "del mechón", como le conocen despectivamente muchos en el partido, y ungirle con el dedo de la sucesión cuando decide dejar la presidencia de la comunidad el 27 de septiembre de 2012 para, en teoría, no tener que aplicar los recortes y las subidas de impuestos que le exigen Montoro y Rajoy desde el Gobierno central.

González, el hijo de Pablo, el eterno asesor del Senado que con más de 80 años seguía asesorando al Grupo en la Cámara Alta, ya se sienta como presidente de la comunidad en Sol. Va a tener que gestionar los recortes, las mareas blancas sanitarias, el fiasco de Eurovegas o la crisis del ébola, pero, sobre todo, va a empezar un calvario que comienza a destaparse, precisamente, cuando los pingües contratos de publicidad desde el Canal de Isabel II a ciertos medios dejan de llegar por mor de la situación económica. Cuando el agua de la 'joya de la corona' deja de regar con millones en publicidad, se destapa el caso del ático de Estepona. Una investigación policial en la que se mezclan el comisario Villarejo, un policía destituido, testaferros panameños y un alquiler ficticio. A día de hoy, la instrucción sigue abierta e Ignacio González ya ha dejado de acudir a jugar al pádel a las instalaciones del Villapadierna en las Terrazas de Costalita. Si por él fuera, ya lo habrían vendido... pero no lo coloca ni por la mitad de lo que dice que pagó.

Génova empieza a arrinconarle

En el partido, alejada Esperanza Aguirre del poder en la comunidad, comienza una operación para evitar que González sea el sucesor de la lideresa al frente del partido en Madrid. Rajoy no olvida. González no ha querido someterse a la política de Montoro y acabará pagándolo: tiene suficientes cadáveres en el armario para ello. Desde hace meses, en los mentideros de Madrid se multiplican las sospechas sobre el patrimonio del presidente de la comunidad. Si un par de años antes se ponía el acento "en la finca inmensa de Granados en Gredos", desde los mismos rivales políticos del PP se lanzan las dudas "sobre la mansión en Aravaca" (la misma que ayer era inspeccionada por la Guardia Civil) "y los cuadros que tiene dentro". "Lo del ático es lo de menos", insistían los 'compañeros' de partido.

La respuesta del entorno del entonces presidente era la misma: Lourdes Cavero Mestre, la esposa de González, disfrutaba de una muy desahogada posición económica. En la CEIM, como vicepresidenta, cobraba 110.000 euros brutos. Tuvo que dejar el cargo —el presidente era Arturo Fernández, imputado también en la Púnica por las presuntas donaciones ilegales al PP de Madrid— en marzo de 2014, tres meses después de que la propia Cavero fuera investigada por el ático de Estepona. Además, era dueña del 50% de la famosa casa de subastas Segre —su socia, Carmen Cafranga, también ha sido condenada por las 'black'—, lo que le permitía mantener un alto nivel de vida, además, aseguraban, de encontrar chollos para adornar las paredes del chalé de Aravaca.

¿Qué más podría ir mal?

Cada vez más acosado por los escándalos, en la vida de González se cruza hasta el pequeño Nicolás: se desvelan fiestas con una de sus hijas en Marbella y las labores de 'asesoría' en CEIM para que su esposa repita en la directiva de los empresarios madrileños. ¿Qué puede ir peor? Dicho y hecho: se filtran las grabaciones de una conversación con Villarejo y el comisario García Castaño en la que González intenta evitar que siga adelante la investigación sobre el ático. Es la puntilla para González y la excusa definitiva para Génova: no será candidato autonómico en las elecciones de mayo de 2015. González es un cadáver político que no podrá acudir a las urnas. En su lugar, además, una de sus 'enemigas' internas de los últimos años: Cristina Cifuentes.

El 25 de junio de 2015, González deja la presidencia de Sol. Ha estado en ella apenas tres años. Su valedora, Esperanza Aguirre, ha ganado las elecciones al ayuntamiento pero no con la mayoría suficiente para asumir el poder. Cristina Cifuentes la sucede. Su otrora rival en la comunidad, Francisco Granados, está en la cárcel y a él ya no le da el cuerpo ni para ir al palco del Calderón, su otra gran pasión junto a la política. Todo se va desmoronando a su alrededor. Abandona la secretaría general del PP madrileño por la puerta de atrás, sin comunicarlo al PP nacional. Monta su despacho de abogados y prepara a su familia para una detención inminente. Guarda silencio todos estos meses en la prensa. Él no escribirá cartas acusatorias. Y su despedida pública, en mayo de 2015, vuelve a resonar hoy: "La ingratitud es hija de la soberbia. Espero que el futuro, que está por escribir, sepa también estar a la altura y agradecer los esfuerzos que se han hecho estos años”. Cifuentes escuchaba atenta.

Hace poco más de un mes, Ignacio González (19-10-1960) reunió a su familia más cercana en su chalé de Aravaca para advertirles de que, en cualquier momento, la Guardia Civil llegaría a detenerle. El otrora todopoderoso hombre de Esperanza Aguirre, que había dejado por la puerta de atrás hasta la secretaría del PP madrileño y había abierto despacho de abogado cerca del Retiro, estaba convencido de que la UCO llamaría a su puerta más pronto que tarde. Intentó tranquilizar a su esposa, Lourdes Cavero, cuya empresa de subastas también era centro de los registros este miércoles, y a sus tres hijas. Su último mensaje político, lanzado en la Casa de Correos en la Fiesta de la Comunidad del 2 de mayo de 2015, suena ahora a epitafio: “Espero que el futuro, que está por escribir, sepa también estar a la altura y agradecer los esfuerzos que se han hecho estos años”.

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