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La huelga de Sánchez Gordillo
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Javier Caraballo

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La huelga de Sánchez Gordillo

Ayer no se le vio por ninguna parte. Sabemos de él, de su participación en la huelga general de ayer, porque hace una semana, cuando fue

Ayer no se le vio por ninguna parte. Sabemos de él, de su participación en la huelga general de ayer, porque hace una semana, cuando fue a declarar ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, afirmó que el hecho de estar imputado por un delito de coacciones en un piquete no suponía para él ningún menoscabo en su deseo de participar activamente en otra huelga general. De huelga a huelga, es de suponer que este hombre, Juan Manuel Sánchez Gordillo, el alcalde de Marinaleda, habrá mantenido la coherencia de sus actuaciones, esas que le retratan en un vídeo que le ha llevado ante la Justicia. “Yo te voy a hablar claro –se le oye decir a Sánchez Gordillo al responsable del supermercado que pretendía cerrar-. Si no nos hacéis caso y cerráis, dentro de media hora tenemos que venir otra vez, y mañana, y pasado, y el otro... Podemos venir quinientos y hacer lo que pensamos hacer. Y es que tiramos todo lo que hay ahí [en las estanterías]. Espero que nos entendamos”. ¿Cómo lo llaman? Un piquete informativo, sí, informativo... Ante el tribunal, Sánchez Gordillo no quiso declarar; dejó sus comentarios para el megáfono que le esperaba en la calle. ¿Y ayer? Ayer no se le vio, no. Pero de huelga a huelga, el alcalde, sindicalista y diputado autonómico, todo en uno, se habrá mantenido en su ‘ánimo informativo’.

 

Quizá el mutis de Sánchez Gordillo se debe al cinismo con el que el Gobierno que dirige Andalucía, integrado por el PSOE e Izquierda Unida, ha asumido la jornada de huelga general, con el aplazamiento de la sesión del Parlamento andaluz prevista para ayer y la celebración, en la víspera, de un Consejo de Gobierno de brazos caídos. Para la historia del disparate político quedará la relación de acuerdos adoptados por el Gobierno andaluz esta semana. El principal punto abordado, el principal acuerdo, ha sido la declaración de la Escuela de Bolera de Baile en el Catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz, para su inscripción como Bien de Interés Cultural. Todo un Gobierno autonómico, con su presidente y sus diez consejeros, con sus asesores y sus coches oficiales, que se reúnen en las ampulosas instalaciones del Palacio de San Telmo (50 millones de euros sólo en la última restauración, hace dos años) para hablar del arte de la Bolera. Luego, jornada de huelga sin actos oficiales y mañana o pasado, vuelta a la normalidad con alguno de los asuntos que están pendientes, como el nuevo acuerdo de concertación con sindicatos y patronal. Nada, otros veinte millones de euros que se sumarán a los más de cien mil millones de euros que se han destinado a esos acuerdos en una comunidad que ya supera el 35 por ciento de paro.

No lo entienden, no. Definitivamente, no lo entienden. En las dos últimas huelgas generales, ninguna de las organizaciones o partidos convocantes han sabido explicar cómo es posible que una sociedad que, mayoritariamente, es crítica con los recortes, porque los padece directamente, porque siente la desigualdad del sacrificio exigido, no secunda de forma masiva las protestas que se convocan. No entienden, y es muy fácil de adivinar, que es el agravio inmenso que provoca ese derroche diario el que multiplica el malestar, la ofensa. Cómo iban a representar los intereses de nadie en la sociedad, en la gente, aquellos que amenazan en un supermercado a los trabajadores, aquellos que se reúnen para aprobar acuerdos de baile de bolera, aquellos que se reparten decenas y decenas de millones de euros para milongas. No pueden representar el malestar social aquellos que forman parte del problema. No pueden ser estandartes del desencanto ni de la asfixia aquellos que contribuyen a diario al despilfarro. La huelga de Sánchez Gordillo sólo puede representarlos a ellos. 

Ayer no se le vio por ninguna parte. Sabemos de él, de su participación en la huelga general de ayer, porque hace una semana, cuando fue a declarar ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, afirmó que el hecho de estar imputado por un delito de coacciones en un piquete no suponía para él ningún menoscabo en su deseo de participar activamente en otra huelga general. De huelga a huelga, es de suponer que este hombre, Juan Manuel Sánchez Gordillo, el alcalde de Marinaleda, habrá mantenido la coherencia de sus actuaciones, esas que le retratan en un vídeo que le ha llevado ante la Justicia. “Yo te voy a hablar claro –se le oye decir a Sánchez Gordillo al responsable del supermercado que pretendía cerrar-. Si no nos hacéis caso y cerráis, dentro de media hora tenemos que venir otra vez, y mañana, y pasado, y el otro... Podemos venir quinientos y hacer lo que pensamos hacer. Y es que tiramos todo lo que hay ahí [en las estanterías]. Espero que nos entendamos”. ¿Cómo lo llaman? Un piquete informativo, sí, informativo... Ante el tribunal, Sánchez Gordillo no quiso declarar; dejó sus comentarios para el megáfono que le esperaba en la calle. ¿Y ayer? Ayer no se le vio, no. Pero de huelga a huelga, el alcalde, sindicalista y diputado autonómico, todo en uno, se habrá mantenido en su ‘ánimo informativo’.

Juan Manuel Sánchez Gordillo