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Griñán, el cajero de los ERE
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Javier Caraballo

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Griñán, el cajero de los ERE

El miércoles pasado, la misma mañana en la que agentes de la Guardia Civil entraban en los despachos y domicilios de una veintena de nuevos imputados

El miércoles pasado, la misma mañana en la que agentes de la Guardia Civil entraban en los despachos y domicilios de una veintena de nuevos imputados por el caso de los ERE fraudulentos repartidos por siete provincias españolas, la agenda política andaluza transcurría ajena a aquella convulsión de detenciones con un ampuloso acto en el Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía. Una de las crónicas publicadas sobre aquel acto decía así: “El Acuerdo para el Progreso Económico y Social de Andalucía, firmado este miércoles por sindicatos, patronal y Gobierno, carece de concreciones y no tiene dotación presupuestaria, pero incluye una declaración política de exigencias al Gobierno de la nación. (…) El documento se firmó en el Salón de los Espejos del Palacio de San Telmo, el lugar reservado para los grandes acontecimientos”.

Es decir, que allí, en la estancia palaciega más distinguida, se congregaron todos para firmar nada, ni medidas ni propuestas, con un presupuesto inexistente, en lógica correspondencia con la nada, pero con una declaración política de confrontación con el Gobierno central. Con menos palabras no se podría resumir de una forma más gráfica la política propagandística en la que ha sustentado su hegemonía el PSOE en Andalucía durante las tres últimas décadas; este pomposo “Acuerdo para el Progreso Económico y Social de Andalucía” sirve para explicar fuera de esta Comunidad lo que en otras regiones o en otros países, sencillamente, no se puede concebir.

¿Cómo va a ser posible esta unanimidad en torno a la nada, que sólo sirve a un Gobierno para dar apariencia de actividad y para apuntalar su estrategia de confrontación con su principal adversario, el Ejecutivo del Partido Popular? Pues sí, es posible y, de hecho, ocurre. En Andalucía, y a pesar de que la región ya se acerca al 36% de paro. Acuerdo para el bla, bla, bla…

Claro que si existe esa unanimidad tan beneficiosa para el Gobierno andaluz, porque lo aísla de críticas y censuras de los llamados ‘agentes sociales’ por penosa que sea la realidad económica y laboral de Andalucía, es porque todos los que intervienen en la farsa, UGT, CCOO y Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), reciben contraprestaciones sustanciosas, decenas de millones de euros a través de la Concertación Social. Ahí, en el reparto, es donde de allanan todas las diferencias, económicas o ideológicas. Con tal de no descolgarse de la periódica lluvia de millones en subvenciones que aprueba la Junta de Andalucía, ni la patronal ni los sindicatos llevarán jamás sus críticas más allá de la mera apariencia.

Todos los que estaban en la foto de aquel acto pomposo, han debido conocer, necesariamente, cómo se gestionaban los ERE en la Junta de Andalucía y nadie dijo nadaY ahora volvemos a la foto, al extraordinario paralelismo que se dio aquel miércoles de detenciones por los ERE. Porque ese silencio cómplice es con el que, ahora, podemos explicarnos también cómo ha sido posible que dicha trama haya funcionado durante tanto tiempo en Andalucía sin que nadie, nunca, hubiera tenido la más mínima sospecha, la más leve discrepancia con la forma de repartir esos fondos. Todos los que estaban en la foto de aquel acto pomposo, han debido conocer, necesariamente, cómo se gestionaban los ERE en la Junta de Andalucía, y nadie dijo nada.

Tenían que saberlo, sí, porque no son otros los actores que intervienen en todas las negociaciones de los ERE, la Administración, los sindicatos y los empresarios. Sobre todo los dos primeros, porque a la patronal le cabe la disculpa de que no participa como organización en la negociación de una empresa con sus trabajadores, aunque es difícil de entender que no tuviera noticia alguna de cómo se estaban haciendo las cosas.

Los sindicatos, por ejemplo, como se ha podido saber en los últimos autos de la juez Alaya, no es que supieran algo de la trama, es que algunos de sus dirigentes, como el encarcelado Juan Lanzas, figura como uno de los principales imputados, y además participaban del reparto millonario de las comisiones que se erogaban con otros intermediarios. Un “verdadero negocio”, según las palabras utilizadas por la juez, en el que los sindicatos buscaban “nuevas empresas en situación de crisis para incrementar el negocio”.

¿De verdad que nadie en UGT ni en CCOO, nunca, en los diez años que duró el ‘fondo de reptiles’ de los ERE, sospechó nada de lo que ocurría? ¿Ni siquiera, como expertos en legislación laboral, apreciaron que se concedían subvenciones de forma discrecional y que se pagaban comisiones abusivas?

Y Griñán… Cómo no iba a saber el actual presidente de la Junta de Andalucía que el modo de repartir esas ayudas millonarias era ilegal si era él, como consejero de Economía y Hacienda, quien controlaba y ordenaba los presupuestos y las transferencias con las que se nutría el fondo de reptiles. “El cajero de los ERE”, como lo llama el presidente del PP andaluz, Juan Ignacio Zoido.

Era a su Consejería, además, a la que llegaban las advertencias de la Intervención General de la Junta de Andalucía, en las que se alertaba de que el procedimiento utilizado para financiar los ERE “ignora los más elementales principios de objetividad, publicidad, transparencia y rigor financiero que deben presidir el actuar de la Administración". Es verdad que Griñán no ideó el sistema, pero, por los motivos que sean, lo consintió y nunca hizo nada para legalizarlo. Optó, como en la foto del otro día, por acomodarse a lo que ya existía. Esa farsa de la unanimidad que tanto calla, que tanto esconde. 

El miércoles pasado, la misma mañana en la que agentes de la Guardia Civil entraban en los despachos y domicilios de una veintena de nuevos imputados por el caso de los ERE fraudulentos repartidos por siete provincias españolas, la agenda política andaluza transcurría ajena a aquella convulsión de detenciones con un ampuloso acto en el Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía. Una de las crónicas publicadas sobre aquel acto decía así: “El Acuerdo para el Progreso Económico y Social de Andalucía, firmado este miércoles por sindicatos, patronal y Gobierno, carece de concreciones y no tiene dotación presupuestaria, pero incluye una declaración política de exigencias al Gobierno de la nación. (…) El documento se firmó en el Salón de los Espejos del Palacio de San Telmo, el lugar reservado para los grandes acontecimientos”.

José Antonio Griñán