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El hartazgo de la calle
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Javier Caraballo

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El hartazgo de la calle

Que no es por Rubalcaba, que no, que no son esas las cuestiones que tiene que valorar el Gobierno, su presidente, para decidir si habla abiertamente, de

Que no es porRubalcaba, que no, que no son esas las cuestiones que tiene que valorar el Gobierno, su presidente, para decidir si habla abiertamente, de una vez por todas, delcaso Bárcenas. Que no es la oposición, que no, ni siquiera la oposición interna, esa que con la mayor deslealtad a su propio partido aprovecha cada oportunidad que se le presenta para zarandear aRajoy. Tampoco es por las alianzas que pueda trenzar nadie desde la cárcel, ni por la gente que se embarque en esas operaciones a veces patéticas, ridículas, a menudo sectarias, interesadas, y siempre, siempre, descaradas, desvergonzadas. Que no es ni por la oposición, ni por las embestidas internas ni por lo que pueda pensar el encarcelado más famoso del reino. Rajoy tiene que comparecer, hablar, explicarse, porque la calle ya no aguanta más.

Que ha llegado la quemazón del personal a tal extremo en España que la comparecencia del presidente del Gobierno se ha convertido en una urgencia nacional. ¿En el Congreso? ¿A petición propia? Eso, que en política parece muchas veces lo esencial, es lo que menos importa en estos momentos; todo eso se queda ceñido a la micropolítica, alpequeño mundo de los intereses partidarios en el que se mueven los dirigentes. Lo fundamental es que Rajoy, en esa comparecencia anunciada, tiene que dar un salto cualitativo en sus explicaciones de la contabilidad del Partido Popular.

Si lo pudiésemos mirar con perspectiva histórica, veríamos que lo de menos es la miseria de cada día, la cuestión es que si contemplamos el momento con un distanciamiento mínimo, es España la que se va al garete si no se consigue acabar con todo esto de una vez

"Si lo pudiésemos mirar con perspectiva histórica, veríamos quelo de menos es la miseria de cada día, las trastadas diarias entre unos y otros, el intercambio de acusaciones que van de Bárcenas a los ERE y de los ERE a Bárcenas; lo de menos es Rajoy y por supuesto Rubalcaba; lo de menos es que se queden o que se vayan, la cuestión es que si contemplamos el momento con un distanciamiento mínimo, es España la que se va al garete si no se consigue acabar con todo esto de una vez".

La clase política, toda la clase política española, necesita esa catarsis contra la corrupción. El Partido Popular, que tiene en sus manos el gobierno y que está acosado poruno de los mayores escándalos de financiación ilegalque se conocen, tiene que dar el primer paso. ¿Que es de ilusos pensar que algo así pueda ocurrir? ¿Que el PP no se va a disparar en su propio pie? Es lo que se dirá, claro, y si así sucede será porque, de nuevo, primarán las estrategias, la micropolítica, sobre el interés general. Catarsis o corrupción. Llegados a este punto, no hay más.

No necesita el presidente del Gobierno ningún informe nuevo, ninguna consulta a los estrategas del partido, ningún cabildo de barones para unificar los discursos; lo único tiene que hacer es ponerle oído a la calle, en las barras o en las sobremesas de los restaurantes, en los comercios o en los supermercados, en la sombrilla de la playa o en la oficina.Se trata sólo de poner oídos, de escuchar. El hartazgo de la calle con la corrupción es lo único que hay que mirar.

Que no es porRubalcaba, que no, que no son esas las cuestiones que tiene que valorar el Gobierno, su presidente, para decidir si habla abiertamente, de una vez por todas, delcaso Bárcenas. Que no es la oposición, que no, ni siquiera la oposición interna, esa que con la mayor deslealtad a su propio partido aprovecha cada oportunidad que se le presenta para zarandear aRajoy. Tampoco es por las alianzas que pueda trenzar nadie desde la cárcel, ni por la gente que se embarque en esas operaciones a veces patéticas, ridículas, a menudo sectarias, interesadas, y siempre, siempre, descaradas, desvergonzadas. Que no es ni por la oposición, ni por las embestidas internas ni por lo que pueda pensar el encarcelado más famoso del reino. Rajoy tiene que comparecer, hablar, explicarse, porque la calle ya no aguanta más.

Alfredo Pérez Rubalcaba