Es noticia
Los goles de la corrupción
  1. España
  2. Matacán
Javier Caraballo

Matacán

Por

Los goles de la corrupción

Llegó a las ocho y pico de la mañana. Un amigo lo condujo en un lujoso coche hasta la misma puerta de la prisión y se

Llegó a las ocho y pico de la mañana. Un amigo lo condujo en un lujoso coche hasta la misma puerta de la prisión y se apeó con tranquilidad, dos bolsas de viaje en las manos y una gorra del Sevilla F.C., el equipo de fútbol que viene utilizando de pantalla para endulzar sus fechorías. Es José María del Nido, el condenado por el Tribunal Supremo en sentencia firme por participar activamente en el saqueo de Marbella.

Es José María Del Nido, y ni siquiera la certeza de una condena de siete años de cárcel y la inmediata perspectiva de un nuevo juicio por la corrupción marbellí, el caso Fergocon, que acaso le acarreará condenas más severas que las impuestas, ha logrado que buena parte de la sociedad lo vea como lo que simplemente es: un delincuente. Como está vinculado a un equipo de fútbol, como ha gestionado las emociones de miles de personas, como ha satisfecho las pasiones y las alegrías de una gran afición, todo lo demás se puede disculpar. Qué tragedia.

¿Cómo va a ser Del Nido un delincuente si tanta gente lo quiere, lo admira, por sus éxitos deportivos? Ahí estaba Ángel María Villar, en nombre de la Federación Española de Fútbol, sumándose decidido junto a una veintena de presidentes de clubes de España a la petición de indulto. "Lo he firmado, y si fuera por mí, Del Nido no iría a prisión. No entro en si es justo o no, pero no debería ir a la cárcel por esas acciones", explicaron algunos presidentes, tan campantes: no saben si es justo o no, pero sí saben que no debería ir a la cárcel.

Nunca un condenado por corrupción en España ha recibido una oleada de apoyos así. Lo que es, sencillamente, impensable en cualquier otro ámbito, es posible en el fútbol

Junto a ellos, otros miles de personas más, hasta 15.000 ciudadanos, han firmado la petición de indulto de Del Nido. Nunca un condenado por corrupción en España ha recibido una oleada de apoyos así. Lo que es, sencillamente, impensable en cualquier otro ámbito es posible en el fútbol. Acaso porque nadie considera que la corrupción, cuando afecta a alguien de este deporte, sea igual que las demás; acaso porque se piensa que el fútbol es un deporte tan grande que justifica el resto.

Igual que ahora con el Barça, la increíble osadía del secretario de Estado del Deporte, que se ha colocado la gorra de hincha y ha lamentado que el club catalán esté siendo investigado por burlar a Hacienda. "Me rebelo ante la desmesura a la que asisto estos días", dice el tipo que incomprensiblemente sigue formando parte del Gobierno. Entiende este miembro del Ejecutivo que el Barcelona está siendo "acusado y acosado" y lo defiende con argumentos tan peregrinos como que no se tiene en cuenta lo mucho que aporta a la Hacienda pública o que el club catalán pensaba que "actuaba conforme a la legalidad, al acudir a una praxis común".

Total, ¿acaso no mantienen los clubes de fútbol una deuda multimillonaria con Hacienda y ningún gobernante se atreve a ejecutarla? Es decir, que todo esto del Barça, según la tesis del secretario de Estado, se debe a un ensañamiento de jueces y fiscales contra el club catalán, acaso llevados por ese defecto español "desgraciadamente arraigado en nuestra sociedad y que va más allá del fútbol: la sana rivalidad frecuentemente es desplazada por un enfrentamiento enfermizo". Ni los nacionalistas catalanes han llegado a tanto. Que tragedia, sí.

 

Llegó a las ocho y pico de la mañana. Un amigo lo condujo en un lujoso coche hasta la misma puerta de la prisión y se apeó con tranquilidad, dos bolsas de viaje en las manos y una gorra del Sevilla F.C., el equipo de fútbol que viene utilizando de pantalla para endulzar sus fechorías. Es José María del Nido, el condenado por el Tribunal Supremo en sentencia firme por participar activamente en el saqueo de Marbella.

José María del Nido Tribunal Supremo Ángel María Villar