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Susana Díaz, vía libre
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Javier Caraballo

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Susana Díaz, vía libre

Susana Díaz tiene una colección de camisetas para las grandes ocasiones. Son camisetas y algunas blusas, holgadas, blancas, con una enorme rosa roja en el centro.

Foto: Susana Díaz (c) celebra en la sede del partido en Sevilla la victoria socialista en Andalucía en las elecciones europeas. (EFE)
Susana Díaz (c) celebra en la sede del partido en Sevilla la victoria socialista en Andalucía en las elecciones europeas. (EFE)

Susana Díaz tiene una colección de camisetas para las grandes ocasiones. Son camisetas y algunas blusas, holgadas, blancas, con una enorme rosa roja en el centro. Se la colocó el día que fue elegida secretaria general del PSOE de Andalucía y se la volvió a poner la otra noche, cuando se conocieron los resultados de las elecciones europeas. El PSOE, en España, estaba hundido, derrotado, pero Susana Díaz se colocó su camiseta de las grandes ocasiones y compareció, eufórica, ante los suyos, para proclamar “un tiempo nuevo”.

En realidad, la euforia desmedida de la dirigente socialista sólo se podía justificar por la debacle del PP en Andalucía, que ha permitido al PSOE volver a arrasar en toda la región, aun cuando los socialistas andaluces han perdido más de 300.000 votos y han obtenido el peor resultado de su historia. Todo eso, por contundentes que sean los datos, no importa porque, como dejaron de manifiesto los portavoces del PSOE-A, lo sustancial de las elecciones es que con el triunfo andaluz de los socialistas, Susana Díaz se ha convertido “en el gran referente nacional” del partido. Lo que le queda por recorrer hasta la Secretaría General del PSOE es ya un camino expedito en el que puede ser elegida por aclamación en el congreso de julio próximo.

Antes de llegar a este punto, lo interesante es detenerse un momento en los últimos meses y observar cómo ha sido la jugada. Porque lo que hemos visto en las últimas horas, la dimisión de Rubalcaba y la convocatoria de un congreso extraordinario, no es más que un plan diseñado y ejecutado en menos de 24 horas, tras el cierre de las urnas de las elecciones europeas.

Como en las series de la tele, resumen de lo publicado. A ver. Todo se fragua en la Conferencia Política del PSOE de noviembre pasado, en la que se aprobó la convocatoria de unas primarias para elegir al próximo candidato socialista a la Presidencia del Gobierno. Como se contó aquí entonces, eran unas ‘primarias trampa’ que establecían sólo dos posibilidades, siempre en función del resultado que obtuviera el PSOE en las elecciones europeas. Un triunfo electoral supondría el fortalecimiento de Rubalcaba, que demostraría así que habría sabido sacar al partido del pozo electoral en el que cayó con el zapaterismo. Rubalcaba se presentaría entonces con el apoyo de los principales referentes del PSOE, entre ellos la dirigente andaluza.

Pero no ha sucedido así, y el camino ha sido otro. También estaba previsto. Esto se adelantó entonces aquí, noviembre de 2013: “En caso contrario, si el PSOE pierde las elecciones europeas, el panorama de actuación que se ha planteado Susana Díaz es distinto. Y en este caso, además, ha llegado incluso a confesarlo en alguno de los órganos internos del PSOE de Andalucía". “Lo que ha dejado claro Susana Díaz es que el PSOE no puede someterse de nuevo a un periodo de inestabilidad que debilite aún más el partido. Es decir, que si el PSOE pierde las elecciones europeas, lo que tiene previsto Susana Díaz es promover la celebración de un congreso federal en el que se elija a un nuevo secretario general. Y después, sólo después, se celebrarían (o no) las primarias”.

Como verán eso es, exactamente, lo que ha ocurrido, lo que está ocurriendo: dimisión de Rubalcaba, congreso extraordinario para julio y primarias, convocadas en principio para noviembre, que se quedan en el aire.

Las ‘primarias’ aprobadas en la Conferencia Política se convierten en papel mojado, compromisos que decaen con la ejecutiva saliente; promesas en el aire que deberá ratificar el nuevo congreso y que, como se puede intuir, en el caso de que se elija a un secretario general con un gran apoyo interno, mayoritario, se verá, simplemente innecesario. O como decía Susana Díaz entonces, cuando acordó esta ‘hoja de ruta’ con Rubalcaba, después del Congreso Extraordinario, todo el mundo estará de acuerdo en que “no se puede someter al partido a un nuevo periodo de inestabilidad”. Si hay primarias, serán con un solo candidato, como ya ocurrió en Andalucía cuando Susana Díaz se hizo con la presidencia de la Junta.

Con lo cual, lo normal que suceda a partir de ahora es que, en los próximos días o semanas, vaya creciendo internamente entre los socialistas la posibilidad de que Susana Díaz sea la que se haga con el liderazgo absoluto del PSOE en el congreso de julio. ¿No era ya un clamor entre los dirigentes? ¿Acaso no se la reconoce como el futuro del PSOE? ¿Quién mejor para liderar un “nuevo tiempo”? Susana Díaz, que es una mujer de poder, tiene ahora la oportunidad de ascender hasta la secretaría general del PSOE por aclamación.

Y quienes la conocen en el PSOE andaluz están seguros de que no va a dejar pasar la ocasión, ni delegar en otro, o en otra, el poder absoluto del que disfruta en el PSOE. Sencillamente, se decía ayer en algunos ámbitos del PSOE andaluz, “es su momento y no lo va a dejar escapar”. Como la política es volátil, puede suceder lo contrario, que Susana Díaz considere que aún no es el momento de dar el paso, que debe esperar a un mayor desgaste del PP de Mariano Rajoy y que renuncie a la Secretaría General del PSOE, pero hasta ahora, ni ella lo ha dicho así ni quienes la conocen lo contemplan.

El único problema –si es que puede calificarse así– que puede plantearse es que Susana Díaz se ha comprometido públicamente en multitud de ocasiones a permanecer en Andalucía, como presidenta de la Junta de Andalucía, y a agotar el mandato, que expira después de las elecciones generales de 2016. Pero para que llegue ese momento, quedan todavía muchos pasos. Susana Díaz puede, por ejemplo, disolver anticipadamente el Parlamento andaluz, a finales de este año, invocando problemas de entendimiento con sus socios de gobierno, la Izquierda Unida de Antonio Maíllo, como de hecho, ya ha ocurrido. Y faltan, además, las elecciones autonómicas y municipales de 2015. Es decir, demasiadas variables para tomar una decisión firme en este momento.

Lo que cuenta ahora es que, con la dimisión de Rubalcaba, el triunfo del PSOE de Andalucía en las elecciones y la convocatoria de un congreso extraordinario en julio próximo, Susana Díaz tiene el camino expedito para llegar a la secretaría general y seguir compatibilizándola con la presidencia de la Junta de Andalucía. No sería la primera vez; ya en el 2000, Manuel Chaves se hizo cargo de la gestora del PSOE federal, tras la dimisión de Joaquín Almunia, y luego fue designado presidente de la ejecutiva federal, sin renunciar en ningún momento a la Presidencia de la Junta de Andalucía. Quizá eso mismo es lo que ha pensado ahora Susana Díaz. Y por eso, el domingo por la noche, se puso la camiseta de sus grandes triunfos.

Susana Díaz tiene una colección de camisetas para las grandes ocasiones. Son camisetas y algunas blusas, holgadas, blancas, con una enorme rosa roja en el centro. Se la colocó el día que fue elegida secretaria general del PSOE de Andalucía y se la volvió a poner la otra noche, cuando se conocieron los resultados de las elecciones europeas. El PSOE, en España, estaba hundido, derrotado, pero Susana Díaz se colocó su camiseta de las grandes ocasiones y compareció, eufórica, ante los suyos, para proclamar “un tiempo nuevo”.

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