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La ocupación jornalera de Gibraltar
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Javier Caraballo

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La ocupación jornalera de Gibraltar

No existe un mes de agosto sin, al menos, una portada de periódico con la foto de Sánchez Gordillo y Cañamero al frente de una hilera de jornaleros

Foto: Sánchez Gordillo, presente en las 'marchas por la dignidad'. (Efe)
Sánchez Gordillo, presente en las 'marchas por la dignidad'. (Efe)

No existe un mes de agosto en España sin, al menos, una portada de periódico con la foto de Sánchez Gordillo y Diego Cañamero al frente de una hilera de jornaleros andaluces que se pierde por el arcén de una carretera. Van con sus banderas, sombreros de paja, pañuelos anudados al cuello y banderas rojas y verdiblancas. Van camino de una ocupación, de alguna provocación, de algún sobresalto, y se les ve así, una línea de colores que se pierde en el horizonte achicharrado del sur andaluz, y sólo esa estampa podría simbolizar bien eso que conocemos como ‘serpiente de verano’.

Comenzaron, hace treinta años, reivindicando la Reforma Agraria en Andalucía, y ocupaban fincas de terratenientes al grito antiguo de “la tierra para quien la trabaja”, pero con el paso del tiempo ni el sindicato es ya lo que era ni las movilizaciones tienen nada que ver con las de entonces. En el salto cualitativo que ha experimentado este movimiento jornalero en los últimos años, este verano marca, sin duda alguna, el principal exponente de esa evolución. Este año, ocuparán Gibraltar. ¿Qué tiene que ver el Peñón de Gibraltar con los jornaleros andaluces? ¿Se trata de buscar acciones cada vez más llamativas, con más impacto mediático, con independencia de los objetivos?

En sectores de este sindicato, es frecuente oír críticas a la degeneración del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), puesto al servicio de la personalidad mesiánica de Sánchez Gordillo, sobre todo, y de Diego Cañamero, más moderado. Se trata, dicen, de adaptar el sindicato a los intereses personales de sus líderes. Y recuerdan a Diamantino García, fundador del SOC, su referente moral. El cura que se salió del seminario para estar junto a los jornaleros andaluces que malvivían con jornales de miseria, apestados del franquismo, del servilismo caciquil. “Uno no puede ser neutral. Yo no podía estar café con leche, me tenía que definir porque está claro que Jesucristo se definió, y por eso lo colgaron en la cruz. A Jesús no lo crucificaron por hacer procesiones sino por ponerse en el lado de los explotados”, decía Diamantino.

Pero el cura Diamantino falleció, se fue para siempre un mes de febrero de 1995, y lo que ha ocurrido en estos veinte años es que, además de que la situación de los jornaleros andaluces ya no es ni por asomo la del franquismo, el PER y los subsidios han transformado muchas realidades en el campo andaluz, unas para bien y otras para mal. El sindicato que él fundó se ha convertido, a juicio de muchos, en una caricatura tópica de lo que fue, de lo que representó.

Diego Cañamero, sin embargo, rebate esas críticas. A su juicio, la realidad cambiante del país es la que ha impulsado la transformación de la acción sindical, desde el primitivo SOC hasta el actual Sindicato de Trabajadores Andaluces (SAT), fundado en 2007, que extiende su campo de accióna todos los sectores. Igual que la composición del propio SAT, que ya no se limita a los jornaleros ni a una formación política. “Salvo del Partido Popular, en el SAT hay gente muy diversa, de todos los partidos políticos. Y de muchas profesiones”. Luchan, dice, contra la desigualdad y el abuso allí donde se produzcan. Los excesos del capitalismo.

placeholder Sánchez Gordillo junto a Cañamero hablando para el micrófono de Telesur. (Efe)

Ahí es donde entra Gibraltar. ¿Qué tiene que ver Gibraltar con los jornaleros andaluces o, mas allá, con los trabajadores andaluces? “No podemos permitir la existencia de un paraíso fiscal en la misma Andalucía”, dice Cañamero. “Los números cantan: en un territorio de 30.000 habitantes, hay 30.000 sociedades anónimas y 80.000 sociedades mercantiles. Si la Europa democrática lo permite, lo consiente y lo tolera, todos esos países se convierten en cómplices del paraíso fiscal. Nosotros ni lo aceptamos ni lo toleramos”.

Lo que harán el 29 de agosto, según Cañamero, es plantarse en la Verja de Gibraltar con pancartas que denuncien el paraíso fiscal y, más allá, quereivindiquen la soberanía del Peñón. Lo dice Cañamero con una formulación llamativa: “Si el debate siempre es Gibraltar español o inglés, nosotros decimos, Gibraltar andaluz”.

Lo de “protesta pacífica” lo remarca Cañamero para resaltar a continuación la “injusticia” que a su juicio padecen los de este sindicato, con más de 550 miembros procesados en distintos procesos, sanciones cuantiosas que superan los 100.000 euros en los dos últimos años y peticiones de penas de cárcel que suman 150 años. El mismo Cañamero, que se ha declarado “insumiso judicial”, está procesado en cuatro casos y no piensa acudir a ninguna citación judicial, con lo que puede acabar en ‘búsqueda y captura’ por cuadruplicado.

De todas las críticas que se le hacen, la única que no rebate Cañamero, que acepta abiertamente, es la de organizar movilizaciones que persiguen un gran impacto mediático, como esta de Gibraltar. “Acciones, claro que sí, que tengan un gran impacto y que provoquen un debate en la sociedad”. Es lo que ocurrió el años pasado con la campaña de los supermercados, aquel verano de robacarritos, y lo que sucederá a finales de agosto, con la ocupación pretendida de Gibraltar. Aunque, Cañamero adelanta ya que no será la única. Lo único que puede adelantar por ahora, dice, es que habrá una acción más, vinculada con la realidad de España. “Será en Andalucía y será impactante. Pero aún estamos investigando”, anuncia. Sea lo que sea, será de impacto. ¿Y entonces? Pues eso. La serpiente del verano, que ha llegado.

No existe un mes de agosto en España sin, al menos, una portada de periódico con la foto de Sánchez Gordillo y Diego Cañamero al frente de una hilera de jornaleros andaluces que se pierde por el arcén de una carretera. Van con sus banderas, sombreros de paja, pañuelos anudados al cuello y banderas rojas y verdiblancas. Van camino de una ocupación, de alguna provocación, de algún sobresalto, y se les ve así, una línea de colores que se pierde en el horizonte achicharrado del sur andaluz, y sólo esa estampa podría simbolizar bien eso que conocemos como ‘serpiente de verano’.

Manifestación Gibraltar Juan Manuel Sánchez Gordillo