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Viva el desgobierno andaluz
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Javier Caraballo

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Viva el desgobierno andaluz

La presidenta en funciones de la Junta andaluza ha centrado su discurso en augurar que el desgobierno actual conducirá a Andalucía a la parálisis y al bloqueo

Foto: La secretaria general del PSOE de Andalucía y presidenta en funciones del Gobierno andaluz, Susana Díaz. (EFE)
La secretaria general del PSOE de Andalucía y presidenta en funciones del Gobierno andaluz, Susana Díaz. (EFE)

Casi dos años estuvo Bélgica sin gobierno, y el conflicto, ya enquistado, sólo comenzó a solucionarse cuando llegaron los primeros informes de la evolución del país. Periódicos del todo el mundo reprodujeron en noviembre de 2011 que Bélgica había alcanzado la histórica cifra de 500 días sin gobierno y, para asombro general, el resultado era que todos los indicadores económicos habían mejorado. El paro, el PIB, el déficit público, el salario mínimo.

¿Cómo era posible? Europa crecía tímidamente, varios países, entre ellos España, seguían cayendo en el pozo y Bélgica, sin gobierno, crecía por encima del dos por ciento. Hubo ciudadanos que hasta convocaron fiestas en las calles para celebrarlo. El miedo debió cundir entonces entre la clase política belga porque un par de meses después las negociaciones entre francófonos y flamencos comenzaron a avanzar y cuando se cumplió el día 541 sin gobierno, tomó posesión un gabinete nuevo. Las cosas en el país volvieron a instalarse en la normalidad y Bélgica volvió a ser un país como todos los de su entorno.

A ver, no es que haya que celebrar el desgobierno como tesis política, pero tampoco hay que dramatizar, como nos enseña el ejemplo de Bélgica. Es conveniente recordarlo, sobre todo estos días en los que Andalucía va a cumplir dos meses desde las últimas eleccionessin que se haya podido constituir un nuevo gobierno, y ya va por ahí la presidenta en funciones, Susana Díaz, sembrando el apocalipsis de un horizonte sin planificación sanitaria, servicios paralizados y caos en colegios e institutos cuando llegue el nuevo curso escolar. No es verdad, obviamente. Un país sin gobierno sólo conduce directamente al caos en aquellas naciones en las que la parálisis política las convierte en un estado fallido.

En una democracia asentada como la española, con un Estado de derecho y una economía estables, la falta temporal de gobierno no supone el caos

En una democracia asentada como la española, con un Estado de derecho y una economía estables, la falta temporal de gobierno no supone el caos necesariamente. De hecho, como ocurría en Bélgica, en los periodos en los que los partidos políticos no llegan a un acuerdo para sacar adelante la investidura de un nuevo presidente, es un gobierno en funciones el que adopta las decisiones necesarias para garantizar el mantenimiento de todos los servicios ya establecidos.

Si miramos hacia atrás en los últimos meses, comprobaremos que, en realidad, Andalucía lleva sin gobierno desde diciembre del año pasado. Fue entonces cuando se tomó la última decisión de envergadura en esta comunidad, la aprobación de unos nuevos presupuestos de la Junta de Andalucía que son los que estarán vigentes durante todo 2015 y que se prorrogarían automáticamente en los años sucesivos si la parálisis continuase en ‘modo belga’. Ese automatismo en la prórroga presupuestaria es, de hecho, la mejor demostración de que se garantizan los servicios públicos esenciales, con independencia de los acuerdos o desacuerdos parlamentarios.

Lo que cada día se percibe con más nitidez es que, en el fondo, todo forma parte de una estrategia política para acorralar a la oposición y desgastarla

Laestrategia que ha puesto en marchaSusana Díaz, y con ella al unísono todos los dirigentes del PSOE en sus mítines de esta campaña electoral de municipales y autonómicas, es repetir a cada instante que Andalucía está abocada al bloqueo y a la parálisis,“una situación surrealista”, dice ella para remarcar lo apocalíptico. Pero, al margen de la imprecisión, porque como vemos los servicios públicos están garantizados con el gobierno en funciones, lo que cada día se percibe con más nitidez es que, en el fondo, todo forma parte de una estrategia política paraacorralar a la oposicióny desgastarla, fundamentalmente al Partido Popular. Como se ha advertido aquí, y se ha visto después, en realidad Susana Díaz no plantea ninguna negociación a los demás partidos para salir del bloqueo actual, sino quelo que hace es descargar en todos ellos,sobre todo en Mariano Rajoy, la responsabilidad de que no haya gobierno.Que la hagan presidenta, sin más.

Vayamos a un ejemplo prácticoque quizá se ha pasado por alto. En la primera sesión de investidura frustrada, llamó la atención una frase de la presidenta, porque apenas encajaba con el resto del discurso. Hablaba de los problemas de la vivienda, y los grandes planes de futuro, cuando dijo: “Señorías, les estoy hablando, por ejemplo, de poner ascensores en edificios donde viven muchas personas, mayores o dependientes, que no pueden pisar la calle hace años por la sencilla razón de que no pueden bajar las escaleras. En ellos, y no en nosotros, debemos pensar continuamente”.

Es verdad que existen graves problemas de movilidad en toda España, por edificios que no están adaptados, sobre todo en zonas humildes y deprimidas; de hecho, existen programas en casi todas las autonomías que alertan de aquellos que son ‘Prisioneros en sus casas’. Eso es cierto, pero tampoco deja de ser unamás de las muchas injusticias que afectan a las personas con dependencia, los primeros olvidados por los presupuestos de la crisis. Y es llamativo, además, porque la Junta de Andalucía ya legisló hace cinco o seis años sobre este tipo de viviendas y aprobó unas ayudas que no ha entregado, como reconoce la propia Susana Díaz.

En su afán de dramatizarlo todo, llega a decir en un mitin de esta campaña electoral que en Andalucía hay “diecisiete millones” de edificios que necesitan ascensor. Pero en Andalucía sólo hay ocho millones y medio de habitantes… En fin, que todo lo que tendría que hacer la Junta andaluza es cumplir, sin más, con aquello que se comprometió hace años; no hace falta un nuevo gobierno para eso porque ya está legislado y olvidado. Pero Susana Díaz ha decidido retomarlo, otra vez, como discurso político que se cierra con esa coletilla populista: “En ellos, y no en nosotros, debemos pensar continuamente”. Más que un mensaje subliminal contra la oposición, es una jugarreta evidente. Contra la oposición y contra los ciudadanos.

Casi dos años estuvo Bélgica sin gobierno, y el conflicto, ya enquistado, sólo comenzó a solucionarse cuando llegaron los primeros informes de la evolución del país. Periódicos del todo el mundo reprodujeron en noviembre de 2011 que Bélgica había alcanzado la histórica cifra de 500 días sin gobierno y, para asombro general, el resultado era que todos los indicadores económicos habían mejorado. El paro, el PIB, el déficit público, el salario mínimo.

Parlamento de Andalucía Susana Díaz