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La cuarta vía de Pablo Iglesias
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Javier Caraballo

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La cuarta vía de Pablo Iglesias

Ignacio Sotelo afirmó que “el socialismo no tiene la menor posibilidad de sobrevivir, si no reconoce el fracaso de las tres versiones que ha puesto en marcha en el siglo XX”

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)

La formulación es tan lineal que no necesita demostración: si el socialismo europeo sigue buscando nuevas versiones que actualicen su discurso, puede afirmarse que no ha superado aún la profunda crisis ideológica en la que se encuentra inmerso desde hace años. La cuestión se plantea, además, de forma cíclica, dependiendo de que el resultado coyuntural de unas elecciones apacigüe la autocrítica, pero siempre acaba dándole vueltas a los mismos argumentos y las mismas respuestas gastadas, como una noria interminable.

En España, la última vez que se planteó con fuerza la necesidad de “refundar” el socialismo fue tras la debacle del zapaterismo. Fue entonces cuando el politólogo Ignacio Sotelo aconsejó a los socialistas mirar para atrás, contemplar su grave problema de identidad ideológica con más perspectiva, porque de nada valen las recetas para salir del paso, o las soluciones mágicas, como aquel periodo de Zapatero, que al cabo de los años acaban en nada. Dicho de otra forma, que puede aparecer un líder político, como fue Rodríguez Zapatero, capaz de ganar dos elecciones seguidas, pero que no lo sacan de la crisis ideológica en la que se encuentra. Por esa razón, Ignacio Sotelo afirmó que “el socialismo no tiene la menor posibilidad de sobrevivir, si no reconoce el fracaso de las tres versiones que ha puesto en marcha en el siglo XX”.

Las tres versiones del socialismo, como se ha detallado aquí en otra ocasión, se inician con el socialismo marxista, el socialismo revolucionario, estatal y colectivista, que se impuso en la Unión Soviética y que se desmoronó gráficamente con la caída del muro del Berlín. El segundo modelo, el de la socialdemocracia keynesiana, también se desmoronó cuando, se acabó abriendo paso la idea de que, para convivir en las sociedades capitalistas y democráticas, no se pueden imponer esquemas económicos rígidos, sino que es necesario abrirse a modelos de gestión más liberales, más acordes al mercado. Y la tercera y última versión del socialismo que ha acabado naufragando fue la famosa ‘tercera vía’ británica, una versión light de la socialdemocracia.

Los cambios en la estructura productiva desde la revolución industrial han hecho que el socialismo se haya ido quedando progresivamente sin discurso

En el caso de España, Felipe González aplicó con eficacia un gobierno meramente socialdemócrata que se adaptó bien a las reformas profundas que necesitaba la España que acababa de salir del franquismo. Eran tantas las necesidades en todos los campos, la educación, la sanidad o las relaciones internacionales, que los gobiernos de Felipe González, por lo menos en sus primeros años, pudieron eludir sin problemas el principal hándicap del socialismo actual: la falta de respuestas de izquierda para los problemas de la sociedad de este tiempo. Conviene detenerse en esto último: si las tres versiones que se conocen del socialismo no han resistido el paso de la historia es, fundamentalmente, porque los cambios en la estructura productiva desde la revolución industrial, cuna del marxismo, han hecho que el socialismo se haya ido quedando progresivamente sin discurso, sin respuestas, sin base social a la que dirigirse.

Ignacio Sotelo lo explicaba de esta forma: “El hecho fundamental de que el trabajo haya dejado de ser el eje central que articula la vida de amplias capas sociales ha significado un golpe definitivo a la socialdemocracia, incluso en su última versión débil. Esta desarticulación del mundo del trabajo elimina de raíz las clases sociales que surgieron con la revolución industrial y comporta una fragmentación creciente de la sociedad. Sin ‘clase trabajadora’ se hunden sindicatos y partidos obreros, y con ellos, la sinergia que dio vida a la socialdemocracia”.

Lo que está ocurriendo en estos días, en toda Europa, es una nueva vuelta a la misma noria de la identidad socialista. Y como, más allá del cambio de líderes, en el PSOE se siguen sin ofrecer respuestas de calado ideológico a los nuevos problemas que se plantean en la sociedad, sobre todo tras la crisis económica, en toda Europa han emergido con fuerza movimientos políticos que se presentan como una nueva versión del socialismo para afrontar las graves consecuencias sociales de la crisis económica. ¿Qué tienen en común Jeremy Corbyn, Alexis Tsipras y Pablo Iglesias?

Lo que sostiene Iglesias es que “Podemos ha sido la mejor expresión de la crisis de identidad del PSOE”, y que lo mismo acaba de ocurrir en el Reino Unido

El propio Pablo Iglesias, en el artículo que hace un par de días le envió a The Guardian, respondía a la pregunta: Tienen en común “básicamente una cosa: el fracaso del social-liberalismo de la Tercera Vía”. De hecho, lo que sostiene Pablo Iglesias es que “Podemos ha sido la mejor expresión de la crisis de identidad del PSOE”, y que lo mismo acaba de ocurrir en el Reino Unido tras las elecciones internas del Partido Laborista, como antes pasó en Grecia.

¿Puede decirse, entonces, que lo que representan y defienden esos tres líderes políticos, Iglesias, Corbyn y Tsipras, es la ‘cuarta versión’ del socialismo que se estaba esperando en Europa? Ellos, desde luego, así lo defienden, con especial vehemencia el líder español de Podemos, cada vez que insiste en que el fracaso fundamental del PSOE radica en su identificación con el Partido Popular y la similitud de sus propuestas. “Cuando llegó la crisis a España, el PSOE, tradicionalmente identificado con el Estado del bienestar, estaba en el Gobierno y no supo dar ninguna alternativa. No es que no se atreviera ya a ser socialista, es que ni tan siquiera se atrevió a rechazar las políticas de recortes y la austeridad planteando un mínimo programa neokeynesiano de rescate ciudadano”, afirma Pablo Iglesias.

Pero esa es una afirmación tramposa que el líder de Podemos ya no puede seguir repitiendo como si nada hubiera ocurrido desde que se agarró con inteligencia y éxito al discurso de ‘la casta’, hace más de un año. Si esta es la ‘cuarta versión’ del socialismo, ¿qué ha ocurrido en Grecia? ¿Por qué ante ese momento crucial la ‘cuarta vía’ ha actuado, finalmente, como lo hubieran hecho otros gobiernos socialdemócratas y conservadores? ¿Dónde está la alternativa? Cuando Pablo Iglesias conteste a esa pregunta, empezaremos a considerar la viabilidad de una nueva formulación del socialismo, con nuevas respuestas para estos nuevos tiempos. Hasta entonces, la ‘cuarta versión’ no se aleja de modelos muy trillados en la historia. Populismo. Nada más.

La formulación es tan lineal que no necesita demostración: si el socialismo europeo sigue buscando nuevas versiones que actualicen su discurso, puede afirmarse que no ha superado aún la profunda crisis ideológica en la que se encuentra inmerso desde hace años. La cuestión se plantea, además, de forma cíclica, dependiendo de que el resultado coyuntural de unas elecciones apacigüe la autocrítica, pero siempre acaba dándole vueltas a los mismos argumentos y las mismas respuestas gastadas, como una noria interminable.