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La importancia del sexo en la corrupción
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Javier Caraballo

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La importancia del sexo en la corrupción

Desde Asturias a Andalucía, se conocen casos de corrupción en los que los imputados acaban siempre de putas, con cargo al dinero público. Está claro que cuando no tienen la erótica del poder, la compran

Foto: La expareja de Jordi Pujol Ferrusola María Victoria Álvarez comparece ante la comisión de investigación sobre el caso Pujol. (EFE)
La expareja de Jordi Pujol Ferrusola María Victoria Álvarez comparece ante la comisión de investigación sobre el caso Pujol. (EFE)

Al sexo no se le ha reconocido formalmente, como debiera, el papel fundamental que juega en la corrupción. Por dos motivos: porque en muchos casos de corrupción se incluyen episodios reveladores de sexo y, sobre todo, porque las relaciones sexuales han sido el detonante principal para que se destapen algunas de las principales corruptelas de conocemos. Desde el caso Juan Guerra a la trama de los Pujol, sin una amante despechada no hubiera sucedido nada. Desde Asturias hasta Andalucía, se conocen casos de corrupción en que los imputados acaban siempre de putas, con cargo al dinero público. Está claro que cuando no tienen la erótica del poder, la compran.

De esas dos vertientes, lo más importante para la sociedad es la delación que genera el sexo de los corruptos. Muchos procesos judiciales surgen de un amor despechado, ya sea una amante o una esposa que un buen día se va a los tribunales y descabella al infiel con un carpeta de documentos y una lengua viperina.

El caso Juan Guerra, que fue origen de tantas cosas, comenzó por una mujer despechada. Ángeles López Rubio, ya fallecida, fue la esposa de Juan Guerra hasta 1987, cuando se separaron legalmente. Contrariada por todo lo que le estaba pasando, reunió documentación y se la entregó a la oposición. Llegó hasta el despacho de Manuel Fraga y le plantó una carpeta en la mesa. Meses después, aquellos documentos comenzaron a filtrarse a los medios de comunicación y ahí comenzó el escándalo que tumbó al todopoderoso Alfonso Guerra; quizás el primer gran caso de corrupción en España, que provocó la incorporación al Código Penal de delitos de corrupción que hasta entonces no figuraban. “Ella, por despecho o por la razón que sea, ha dado carnaza a quienes acribillan a sus hijos, a quienes buscan nuestra ruina. Fue un error casarme con ella. Nuestro noviazgo se apoyó en la atracción, el sexo y en algo de amor”, dejó escrito Juan Guerra en un libro en el que explicaba lo suyo.

Muchos procesos judiciales surgen de un amor despechado que un buen día se va a los tribunales y descabella al infiel con documentos y lengua viperina

¿Podría ser lo mismo que diga ahora, tantos años después, el hijo mayor de Pujol? Pues perfectamente, además por partida doble, tanto por su exmujer como por su exnovia. De las dos, la más importante en el caso es la segunda, María Victoria Álvarez, que fue la persona que hace tres años se decidió a declarar ante el juez Pablo Ruz, en la Audiencia Nacional, y empezó a dar detalles de la trama de los Pujol. Además, la exnovia del primogénito ha repetido siempre que quien llevaba la voz cantante de todos los negocios de la familia era el padre, Jordi Pujol, el exhonorable, el de “España nos roba”. En algunos de los testimonios, María Victoria Álvarez detallaba incluso alguna conversación de Jordi Pujol hijo con su madre, Marta Ferrusola, en la que le decía: “Los 400.000 ya están donde los necesitas”. Inquietante y revelador porque lo que apuntan ahora las investigaciones es que el hijo mayor era una especie de ‘repartidor de fondos’ en la familia.

La otra mujer fundamental del ‘clan Pujol’ es la exesposa, Mercé Gironés. Lo desvelado esta semana por 'La Vanguardia' eleva a la categoría de esperpento grosero algunos aspectos de esa trama. Para evitar que la exmujer pudiera reclamarle dinero de las cuentas en Suiza, Jordi Pujol padre firmó varios documentos que entregó al banco andorrano; en unos decía que las cuentas eran suyas y en otros aclaraba que los documentos anteriores solo eran una trampa. Así, literal. Y al final, todos debían destruirse.

¿Y en la Gürtel? Todo comienza en Boadilla, también por la denuncia de una mujer, Ana Garrido, y cuando se tira de la manta aparecen el alcalde, Arturo González Panero, al que apodan ‘el Albondiguilla’, y su amante, Alicia Vallejo López. Cuando estalló todo, fue la exesposa de González Panero quien contó a la Fiscalía Anticorrupción cuáles eran las verdaderas relaciones entre ellos, para que supieran valorar bien la complicidad entre ambos en la trama en esos momentos delicados en los que nadie conoce a nadie. “Alicia es la amante de mi exmarido desde 2006, como mínimo. Es más que su pareja”, dijo a los fiscales.

Más o menos lo mismo que ocurrió en el caso Malaya, cuando Maite Zaldívar, rebelada por el apasionado romance de su marido con Isabel Pantoja, contó aquello de que Julián Muñoz solía llegar a casa con bolsas de basura repletas de billetes. Al final, los tres acabaron en la cárcel, señal inequívoca de la extensión de la corrupción municipal en la Marbella de Jesús Gil y discípulos.

Años y años de sexo y corrupción, pero nada ha sido tan explícito como las anotaciones contables encontradas en el ordenador del exvicesecretario de comunicación del PP de Asturias, Joaquín Fernández Díaz, en relación con uno de los casos de corrupción que surgieron por la Operación Pokemon. Que la corrupción política llegue a la anotación, en facturas contables, de gastos por “putiferios” o “putas y varios” es algo que desborda toda imaginación, que supera cualquier explicación. Parece que los tipos se iban de viaje por el mundo, a cargo de la empresa a la que beneficiaban con los contratos públicos, y al llegar, con toda normalidad, pasaban la factura con sus dispendios.

Pero no son los únicos. También en Baena, en la provincia de Córdoba, se investigó una trama de corrupción y, en las grabaciones policiales, sorprendieron al secretario municipal explicándose por teléfono, con ‘remordimientos’ por emplear dinero público en casas de putas en Marbella. “A mí me da cosa gastarme dinero mío... en estas cosas”. ¿Alguien da más?

Al sexo no se le ha reconocido formalmente, como debiera, el papel fundamental que juega en la corrupción. Por dos motivos: porque en muchos casos de corrupción se incluyen episodios reveladores de sexo y, sobre todo, porque las relaciones sexuales han sido el detonante principal para que se destapen algunas de las principales corruptelas de conocemos. Desde el caso Juan Guerra a la trama de los Pujol, sin una amante despechada no hubiera sucedido nada. Desde Asturias hasta Andalucía, se conocen casos de corrupción en que los imputados acaban siempre de putas, con cargo al dinero público. Está claro que cuando no tienen la erótica del poder, la compran.

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