Es noticia
Pedro Sánchez y Susana Díaz, la batalla aplazada
  1. España
  2. Matacán
Javier Caraballo

Matacán

Por

Pedro Sánchez y Susana Díaz, la batalla aplazada

El 20-D va a marcar el que será el último periodo de paz entre los dos. Los disimulos, si acaso los ha habido, se acabarán en cuanto se acabe el escrutinio. Entonces, pelearán por el liderazgo socialista

Foto: Susana Díaz y Pedro Sánchez en un acto el 22 de noviembre. (EFE)
Susana Díaz y Pedro Sánchez en un acto el 22 de noviembre. (EFE)

Pedro Sánchez llega a Sevilla. El martes pasado, día 25, ya anochecido. Viene de Huelva, de un mitin en Almonte, y decide pasar la noche en Sevilla porque se le ha hecho tarde en la carretera y hasta Cádiz, que es su próxima parada, aún le queda más de una hora de camino. Antes de llegar a la capital andaluza, coge el móvil y llama a, quizá, su principal amigo en Sevilla, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, para aprovechar el cambio de agenda y cenar juntos. Quedan en el hotel en el que se hospeda el secretario general del PSOE y se van a un restaurante cercano, casi colindante con el hotel, a tomar unas cervezas y picar algo. Nada más entrar, se tropiezan con otro socialista, el presidente de la Diputación provincial, Fernando Rodríguez Villalobos, que, demudado, según testigos, se acerca a ambos a saludar con palabras entrecortadas.

Al día siguiente, los periódicos explicarán con detalle la reacción distante del presidente de la Diputación ante su secretario general: Susana Díaz no ha sido informada de aquel encuentro de Pedro Sánchez en Sevilla, con lo que la ejecutiva regional del PSOE andaluz lo interpreta como un desaire más del secretario general hacia la agrupación andaluza, casi una traición en plena campaña electoral. Aunque parezca ridículo, es lo que ha sucedido; así están las cosas.

¿Quedar a tomar una cerveza es sinónimo de conspiración? ¿Tiene que estar informada Susana Díaz de todo cuanto sucede en su región? A veces, una anécdota insignificante es la que puede revelar mejor lo que está sucediendo a tu alrededor y que, en su conjunto, puede parecer extremadamente complejo.

Susana Díaz, desde que se afilió al partido, no ha conocido otra cosa que las traiciones internas y se ha acabado doctorando en la materia

Cuando el presidente de la Diputación Provincial de Sevilla vio entrar en el restaurante al secretario general acompañado de su antiguo amigo en la capital andaluza, y sin nadie de la ejecutiva regional a su alrededor, lo primero que debió pensar es que tenía que salir corriendo de aquel sitio para que nadie pudiera pensar que él también había quedado a tomar una cerveza con Pedro Sánchez sin autorización previa de Susana. Hacerlo puede suponerle el cargo. Por eso debió palidecer el tipo; por eso, abandonó el restaurante al poco tiempo, sin despedirse siquiera, y por eso, sobre todo, lo primero que hizo fue descolgar el teléfono para, a su vez, informar de lo sucedido a la presidenta andaluza.

¿Que este episodio parece propio de un Estado policial? Las intrigas de partido son así, en efecto. A la mañana siguiente, la ejecutiva regional del PSOE le daba carta de naturaleza al encuentro, y la cerveza de Pedro Sánchez en Sevilla, por su decisión inesperada de pernoctar en la capital andaluza, se había convertido en un agravio. Lo acusaban de echarle “palos a la candela” de sus relaciones con Susana Díaz a pesar de que esta había decidido “dejarse la piel” para que el PSOE gane las próximas elecciones, añadían con tono condescendiente. Corolario de lo sucedido: nada se mueve en Andalucía sin que lo sepa Susana Díaz, y quien ose a desafiarla corre el riesgo de descarrilar.

placeholder Reunión del consejo de política federal. (EFE)
Reunión del consejo de política federal. (EFE)

La editorial Almuzara acaba de publicar un libro, ‘Delfines y tiburones’, en el que se relatan de forma minuciosa las traiciones habidas en el PSOE andaluz en sus 30 años de hegemonía. Cuando se repasan, se acaba entendiendo el carácter político de Susana Díaz porque, desde que se afilió al partido, no ha conocido otra cosa que las traiciones internas y se ha doctorado en la materia. El primer presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo, fue traicionado por su vicepresidente, Rodríguez de la Borbolla, que se convirtió en presidente. Unos años más tarde, Borbolla fue traicionado por Manuel Chaves, que le sirvió de ariete a Alfonso Guerra para cepillárselo. Y cuando Chaves se fue, dejó en su puesto a José Antonio Griñán, que también terminó traicionándolo. Llegó Susana Díaz a la presidencia e hizo lo propio, también traicionó a sus antecesores. “Susana nos ha matado. Es como si nos hubiese clavado un puñal”, se dijeron Chaves y Griñán, según se recoge en el citado libro, cuando la actual presidenta andaluza los dejó tirados para que nada la salpicara del escándalo de los ERE.

Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, el socialista que acompañó a Pedro Sánchez en la ‘cerveza de la traición’, fue, curiosamente, la persona que metió en las Juventudes Socialistas a Susana Díaz, y en la dinámica carnívora del aparato, también acabó traicionado por la líder andaluza, que le cegó su carrera hacia la Alcaldía de Sevilla. Ese episodio se recoge en el libro junto a, quizá, la traición más sonada de la presidenta andaluza, cuando apeó de la carrera por el liderazgo del PSOE andaluz a Rafael Velasco, cuando era numero dos de la organización, con una filtración de prensa sobre las ayudas públicas de la Junta de Andalucía que recibía la empresa de la mujer de Velasco. Dice el libro, sobre la filtración: “Pero ¿quién lo hizo?, y ¿con qué interés? Nunca se han aportado pruebas, pero algunos señalan velada e intencionadamente a la persona que se vio directamente favorecida por la marcha de Velasco. Se convirtió en la nueva número dos, su carrera política dio un salto al despejarse su camino porque la única persona que tenía por delante se quitaba de en medio. No es la única ocasión en que los enemigos internos de Susana Díaz la acusan de haber hecho carrera ‘matando al padre”.

¿Debe estar informada Susana Díaz de todo lo que sucede en su región? A veces, una pequeña anécdota es la que revela lo que sucede a tu alrededor

La campaña electoral hasta las elecciones del 20 de diciembre va a marcar el que, con toda probabilidad, sea el último periodo de paz entre la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Los disimulos, si acaso los ha habido, se acabarán en cuanto se acabe el escrutinio y Pedro Sánchez y Susana Díaz se enfrascarán en una batalla mayor, la batalla aplazada por el liderazgo en el PSOE.

A veces, una anécdota irrelevante, como la cerveza que acabó interpretándose como síntoma de provocación, denota bien la tensión que existe. En el entorno del secretario general admiten que “Pedro Sánchez es consciente de que, a partir del 20 de diciembre, tendrá a Susana Díaz enfrente, con toda la artillería dispuesta”. El libro de Almuzara termina así: “Desde que dio sus primeros pasos en el barrio trianero de El Tardón, Susana Díaz ha superado o derribado todos los obstáculos que se le han puesto por delante para lograr sus retos. Los que le quedan por batir están en Madrid. Cuando ese tren vuelva a pasar por su puerta, tendrá todos los deberes hechos para cogerlo”.

Pedro Sánchez llega a Sevilla. El martes pasado, día 25, ya anochecido. Viene de Huelva, de un mitin en Almonte, y decide pasar la noche en Sevilla porque se le ha hecho tarde en la carretera y hasta Cádiz, que es su próxima parada, aún le queda más de una hora de camino. Antes de llegar a la capital andaluza, coge el móvil y llama a, quizá, su principal amigo en Sevilla, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, para aprovechar el cambio de agenda y cenar juntos. Quedan en el hotel en el que se hospeda el secretario general del PSOE y se van a un restaurante cercano, casi colindante con el hotel, a tomar unas cervezas y picar algo. Nada más entrar, se tropiezan con otro socialista, el presidente de la Diputación provincial, Fernando Rodríguez Villalobos, que, demudado, según testigos, se acerca a ambos a saludar con palabras entrecortadas.

Susana Díaz Campañas electorales Pedro Sánchez