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Monedero, el número dos
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Javier Caraballo

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Monedero, el número dos

El PSOE ha dominado la izquierda española hasta ahora que Podemos ha calcado la estrategia, y tiene la intención de hacer con el PSOE lo que los socialistas hicieron con el PCE, zampárselo en las urnas

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el cofundador del partido, Juan Carlos Monedero. (Reuters)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, y el cofundador del partido, Juan Carlos Monedero. (Reuters)

La política en España la inventó el Partido Socialista. Todo lo demás ha sido imitación. Llegaron Felipe González y Alfonso Guerra, sobre todo este último, y diseñaron un modelo de partido y una estrategia de poder que luego han ido imitando todos los demás. En la Transición, con técnicas electorales nuevas, mensajes ilusionantes y líderes jóvenes, rebasaron desde el principio al Partido Comunista, que sólo fue hegemónico en los tiempos duros de la clandestinidad durante la dictadura, y se convirtieron en la principal referencia de la izquierda.

El PSOE ha dominado la izquierda española hasta ahora que Podemos está recorriendo ese mismo camino, se diría que ha calcado la estrategia, y tiene la intención de hacer con el PSOE lo que los socialistas hicieron con el PCE, zampárselo en las urnas. Por eso dicen que está tan feliz Julio Anguita, porque está viviendo lo de Podemos como un sueño a punto de realizarse; el ‘sorpasso’ que siempre quiso dar con Izquierda Unida y que siempre fracasó.

La cuestión, en definitiva, es que en el paralelismo que se puede establecer entre el PSOE de la Transición y el Podemos de la actualidad, lo único que está faltándole al partido de Pablo Iglesias (Turrión) es el modelo bicéfalo que hizo estragos en la política española, el dualismo perfecto entre Felipe González y Alfonso Guerra.

El éxito del PSOE en la oleada de cambio del 82 tenía esos pilares; aquellos mítines legendarios que congregaban a decenas de miles de personas en todas las ciudades. Y llegaba el espectáculo: Alfonso Guerra incendiaba el auditorio, lo enervaba, ondeaban las banderas rojas y la gente gritaba, cantaba, reía… Descarga emocional y física de adrenalina que dejaba el mitin allanado, exhausto, sereno; todo dispuesto para que se subiera al atril Felipe González, la imagen de responsabilidad, de sentido común, de criterio de Estado, el hermano que todos querían tener, el hijo que todas las madres deseaban, el novio de todas las mujeres. El mejor PSOE fue aquel que alternaba la agresividad descarnada de Alfonso Guerra y la serenidad reflexiva de Felipe González. La calma tras la tempestad.

Lo único que está faltándole al partido de Iglesias es el modelo bicéfalo que hizo estragos en la política española, el dualismo perfecto González-Guerra

Es gracioso, por cierto, que tantos años después, el mismo Alfonso Guerra haya acabado denunciando la degeneración de la política, convertida a su juicio en ‘democracia marketing’ en la que lo esencial en los partidos no son los ideólogos, los pensadores, sino los especialistas en sondeos y los consejeros de imagen capaces de crear “el nuevo modelo de representante político que obedece más a las leyes del mercado que a sus propias ideas”. Con la de veces que se han vanagloriado los dirigentes socialistas de que lo importante del PSOE era “la marca”. En fin.

Por donde iba: que desde aquella pareja política, en todos los partidos políticos se ha intentado repetir el mismo esquema, bien es cierto que sin demasiado éxito. Y el éxito o el fracaso de un líder político tiene que ver mucho con la existencia de un buen número dos, capaz de hacer el doble trabajo de controlar el partido y mantener a raya a los adversarios políticos. En el propio PSOE no han vuelto a encontrar otro número dos como Alfonso Guerra, acaso Pepiño Blanco es el que más se le acercaba. En el PP, lo que muchos le censuran a María Dolores de Cospedal es, precisamente, que no ha ejercido de número dos, sino de sí misma. A Pedro Sánchez lo que le aconsejan dentro del Partido Socialista, quienes aún lo respaldan, es que le hace falta dotarse de un buen número dos, que no vale con el trabajo de fontanería de César Luena, por muy atemorizados que tenga a algunos barones díscolos.

Sospecho que, en su proceso de mimetismo con el PSOE de la Transición, lo próximo que hará Iglesias será rescatar a Monedero y darle un papel destacado

En la política actual, quien más se acerca al modelo de Alfonso Guerra es Juan Carlos Monedero. Por eso, tengo la sospecha de que, en su proceso de mimetismo con el PSOE de la Transición, lo próximo que hará Pablo Iglesias será rescatar a Monedero, y otorgarle un papel más destacado en el nuevo tiempo político que inaugura Podemos a partir de los 69 escaños del Congreso.

Ya en la pasada campaña, Monedero se las compuso para formar el taco sin llegar siquiera a subirse a un atril. Como el riesgo principal de las pasadas elecciones para Podemos era que el rechazo del bipartidismo acabara fraguando en otra fuerza política y lo rentabilizara Ciudadanos, Monedero la emprendió contra Albert Rivera y se lanzó en tromba con toda clase de artillería, como hacía Alfonso Guerra. Insinuó que esnifaba cocaína, se burló de su defensa de la guerra contra el Estado Islámico (“Es muy cómodo decir que hay que ir a la guerra. Vete tú el primero. Rivera, ponte un traje caqui y vete”) y le pintó un retrato cruel: “Que la nueva España que quiere verse representada sin la caspa no nos la robe un vendedor de preferentes haciéndose el guapo”. Sobre todo en esto último, “vendedor de preferentes”, recordaba mucho a Guerra cuando llamó “tahúr del Mississipi” a Adolfo Suárez; cuando definió a Soledad Becerril como “Carlos III vestido de Mariquita Pérez”; o cuando llamó a Rajoy “mariposón”.

En cada uno de aquellos exabruptos, Alfonso Guerra se convertía en el pararrayos del PSOE y podríamos apostar a que en Podemos acaban haciendo lo mismo con Monedero. A Pablo Iglesias no le vale Íñigo Errejón, con su carita de niño de San Ildefonso, sino Monedero, con esa sonrisa de pícaro desvergonzado, y acabará recurriendo a él. “Tenemos que acostumbrarnos al humor negro”, dijo Pablo Iglesias cuando salió en defensa de Monedero y quiso quitarle importancia a la polémica de la cocaína.

Hace unos meses, mucho antes de la campaña electoral, Pablo Iglesias y Monedero reaparecieron juntos en La Tuerka para escenificar la cordialidad que seguía existiendo entre ambos, después del episodio chusco de los ingresos de Venezuela no declarados a Hacienda. “Yo sé Pablo que tú eres de los que no traicionan porque entonces la vida no merecería la pena y eso lo sabes con nitidez. Sé que eres de los que está siempre ahí”, dijo Monedero. A lo que le contestó Pablo Iglesias, de inmediato: “Y ahí seguiré”.

La política en España la inventó el Partido Socialista. Todo lo demás ha sido imitación. Llegaron Felipe González y Alfonso Guerra, sobre todo este último, y diseñaron un modelo de partido y una estrategia de poder que luego han ido imitando todos los demás. En la Transición, con técnicas electorales nuevas, mensajes ilusionantes y líderes jóvenes, rebasaron desde el principio al Partido Comunista, que sólo fue hegemónico en los tiempos duros de la clandestinidad durante la dictadura, y se convirtieron en la principal referencia de la izquierda.

Juan Carlos Monedero Alfonso Guerra Julio Anguita PCE