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El año circular de Susana Díaz
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Javier Caraballo

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El año circular de Susana Díaz

Díaz insiste en que está centrada en Andalucía, pero 2017 debe ser el año de su llegada definitiva a la secretaría general del PSOE en Ferraz, tres años después de iniciar su estrategia

Foto: La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (Ilustración: Raúl Arias)
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (Ilustración: Raúl Arias)

La pregunta es cómo se consigue mantener una expectativa durante tanto tiempo. Y en la respuesta que se ofrezca, sea cual sea, debe incorporarse el reconocimiento de una habilidad, la facilidad demostrada por Susana Díaz para seguir generando expectación con la repetición de las mismas frases. Todo eso lo consigue, además, en un mundo acelerado, como este que vivimos, y ante un gremio, como es el de la prensa, que tiene grabado desde los orígenes el lema más cruel y certero de la futilidad de un oficio, “las grandes exclusivas de hoy sirven para envolver el pescado de mañana”, como le decía Walter Lippmann, dos veces premio Pulitzer, a las jóvenes generaciones de periodistas para que nunca olvidaran que la gloria del periodista dura un día. Al día siguiente, ya son otras las noticias que se hacen con una portada.

Foto: La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, durante la grabación del tradicional mensaje de Fin de Año a los andaluces. (EFE)

Ahora que la progresiva incorporación de la prensa a Internet ha acelerado aun más la fugacidad de las noticias, Susana Díaz ha sido capaz de mantenerse como noticia con la expectativa repetida de lo mismo; años circulares como éste que ya se ha consumido de 2016 en el que es posible encontrar en enero y en diciembre entrevistas, noticias y reportajes que reproducen las mismas declaraciones, las mismas consideraciones y los mismos análisis sobre su ascenso al poder en el Partido Socialista Obrero Español. Es un continuo quiero y no puedo de la secretaría general del PSOE en el que se suceden, como ciclos también perfectamente circulares, los mismos acontecimientos. Primero acontece la celebración de un mitin o un acto del partido en el que los participantes elogian la capacidad de liderazgo de Susana Díaz y la encumbran al pedestal de máxima esperanza del socialismo en España.

En los días posteriores, como la estela de un cometa, otras declaraciones acompañarán el elogio y apoyarán la apuesta hasta que, finalmente, aparece una entrevista de Susana Díaz en la que aplaca la euforia y proclama, al mismo tiempo, su negativa y su disponibilidad. Más o menos, con esta frase que siempre utiliza: “Mi sitio está en Andalucía; en el futuro estaré en la cabeza o en la cola, donde me pongan los compañeros y compañeras”. La máxima ambición envuelta en la más grande de las modestias.

placeholder El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Diaz. (EFE)
El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Diaz. (EFE)

Queda claro, como ya se ha dicho, que todo es representación, escenografía, porque nada de lo que sucede en el entorno de Susana Díaz carece de su consentimiento y visto bueno, desde la disposición de los elogios hasta el mantenimiento de los críticos. Todo está programado y lo único relevante es que haya convertido su estrategia de hacerse esperar y de aguardar el momento oportuno en un teatro en el que ya participa todo un partido centenario como el PSOE. Eso es lo extraordinario, que en estos años circulares lo que se haya obviado haya sido el interés mayor, que es el del partido. Veamos, por ejemplo, lo sucedido en este año circular de 2016 en la vida de Susana Díaz.

El año comenzó, como ya sucedió en 2015 y en 2014 (prácticamente, desde que fue elegida presidenta de Andalucía en septiembre de 2013), con una declaración del manual: “No quiero estar en ningún sitio que no sea en mi tierra”. Acababan de celebrarse unas elecciones generales en España, las del 20 de diciembre, en las que el PSOE cayó a mínimos históricos en el Congreso por el avance impetuoso de Podemos, que ha fracturado en dos los diez millones de votos de la izquierda.

Lo extraordinario en el PSOE es que, en estos años circulares que vivimos, lo que se haya obviado haya sido el interés mayor, que es el del propio partido

La lógica crisis que comenzó a sobrevolar el PSOE y a su secretario general provocó que todas las miradas se girasen hacia Susana Díaz. Ella misma, como suele suceder, había agitado los días previos con la filtración de una reunión de barones dispuestos a descabalgar de la secretaría general a Pedro Sánchez en el comité federal de enero para convocar un congreso extraordinario antes del verano. Pero llegó el comité federal y no sucedió nada. En ese comité federal, como en el siguiente de julio, otra vez después de unas elecciones y otra vez después de un nuevo batacazo del PSOE, lo que defendió Susana Díaz fue la necesidad de mantener la negativa a un Gobierno de Mariano Rajoy, “ni por activa ni por pasiva”, afirmaba. Luego añadía su consabida decisión de mantenerse en la presidencia de la Junta de Andalucía, la completaba con una promesa de “lealtad” a Pedro Sánchez, y, en ocasiones, lo rubricaba con un martillazo de honestidad personal: “Quien me conoce sabe que soy una persona que cuando digo algo es porque me lo creo y cuando lo digo lo llevo a la práctica, porque estoy convencida de aquello que defiendo”.

placeholder El exsecretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (Reuters)
El exsecretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (Reuters)

Tras el huracanado mes de octubre, en el que se fraguó la operación de acoso y derribo de la ejecutiva federal de Pedro Sánchez, dos alcaldes andaluces, Francisco Toscano y José Antonio Rodríguez, dijeron que Susana Díaz “no conoce el significado de la palabra lealtad” pero sí es una “experta en cargarse ejecutivas”, porque todo su ascenso en política lo ha hecho de la misma forma: “Desde su época de Juventudes Socialistas, ha subiendo puestos a base de cortar cabezas de compañeros, nombrar una gestora colocando a los suyos y luego ella asaltar el poder”. Desde ese punto de vista, 2017 debe ser el año de su llegada definitiva a la secretaría general del PSOE en Ferraz, tres años después de iniciar la estrategia, recién llegada a la presidencia de la Junta de Andalucía. ¿Y cuál habrá sido el desgaste al que ha sometido a la organización, al PSOE, en todo este tiempo? En fin.

El que viene debe ser el año de la llegada definitiva de Susana Díaz a la secretaría general del PSOE en Ferraz, tres años después de iniciar la estrategia

Lo que la experiencia demuestra es que a ella nunca le ha supuesto el menor problema. Porque pasa por los problemas como si no hubiera estado allí. Meros efectos colaterales. Es muy significativo, en este sentido, la ‘entrevista amiga’ que le hicieron el otro día en la Cadena Ser. En el resumen que hicieron en esa cadena de radio, ofrecían este párrafo, compendio extraordinario de complicidad y cinismo al cabo de un año de cisma en el PSOE: “Sobre su posicionamiento a la cabeza del partido, como la sitúan otros dirigentes socialistas, Díaz insiste en que está centrada en Andalucía, al tiempo que agradece las muestras de cariño de sus compañeros”. Susana Díaz empujada por los suyos, sin ella querer, pero complacida y agradecida por el cariño que le llega desde todos los puntos de España. ¿Y donde está novedad, no lo dijo también en la Navidad de 2015? Lo dicho, la pregunta es cómo se consigue mantener una expectativa durante tanto tiempo. Ante este gremio inquieto del periodismo en el que la caducidad es un concepto ordinario, no habrá un político en la historia que haya envuelto más pescado que Susana Díaz con los mismos titulares.

La pregunta es cómo se consigue mantener una expectativa durante tanto tiempo. Y en la respuesta que se ofrezca, sea cual sea, debe incorporarse el reconocimiento de una habilidad, la facilidad demostrada por Susana Díaz para seguir generando expectación con la repetición de las mismas frases. Todo eso lo consigue, además, en un mundo acelerado, como este que vivimos, y ante un gremio, como es el de la prensa, que tiene grabado desde los orígenes el lema más cruel y certero de la futilidad de un oficio, “las grandes exclusivas de hoy sirven para envolver el pescado de mañana”, como le decía Walter Lippmann, dos veces premio Pulitzer, a las jóvenes generaciones de periodistas para que nunca olvidaran que la gloria del periodista dura un día. Al día siguiente, ya son otras las noticias que se hacen con una portada.

Susana Díaz