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Los empresarios de la corrupción
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Javier Caraballo

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Los empresarios de la corrupción

Es tan evidente que sin empresarios no habría corrupción que, por esa razón, la realidad se hace tan indigesta, porque los empresarios siempre acaban salvándose de los casos de corrupción

Foto: El cabecilla de la trama Gürtel, Francisco Correa. (Ilustración: Raúl Arias)
El cabecilla de la trama Gürtel, Francisco Correa. (Ilustración: Raúl Arias)

Es como un agujero negro de todas las sentencias judiciales sobre grandes casos de corrupción. ¿Dónde están esos tipos, los empresarios? ¿Cómo consiguen esconderse, eludir la Justicia? Se diría que son invisibles, o que no existen, si no supiésemos que el esquema más básico y elemental de la corrupción tiene que constar necesariamente de dos elementos: alguien que pone dinero y alguien que lo trinca. Si falla alguno de esos dos componentes, es imposible que se dé un caso de corrupción. De esta corrupción elemental, claro, porque pueden determinarse otras corrupciones en las que intervienen otros factores y que, incluso, pueden prescindir del dinero. Pero hablamos de la corrupción primera y grosera, como la financiación ilegal de los partidos políticos en España, centro de gravedad de todos los escándalos que hemos conocido.

En su declaración durante la vista oral de esta pieza del caso Gürtel, el señalado como cabecilla principal, Francisco Correa, describió sin florituras el funcionamiento de una trama de financiación ilegal: “¿Por qué obras se pagaban comisiones?”, le preguntó la fiscal. “Eran carreteras, autopistas, obras del AVE o de medio ambiente… Un dos o un tres por ciento… Yo entregaba el dinero de los empresarios a Luis Bárcenas y él era quien repartía. Yo solo le daba el dinero a Bárcenas. Era la práctica habitual”, respondió Correa. Cuando el fiscal quiso que lo detallara un poco más, Correa comenzó a divagar: “Es imposible que me acuerde de todas las obras. No me acuerdo de todo, es imposible…”. Pero quedaba claro el funcionamiento que, por otro lado, es de una lógica insultante. ¿Por qué iba a pagar un empresario comisiones a un partido político si no fuera porque a cambio obtiene algún beneficio? Algún beneficio, por supuesto, que sea superior a la mordida, hasta el punto de que la haga rentable para la contabilidad de su empresa.

¿Por qué iba a pagar un empresario comisiones a un partido político si no fuera porque a cambio obtiene algún beneficio?

En el entramado de Filesa, idéntico al de la Gürtel en cuanto a sus objetivos finales de financiación ilegal de un partido político, había todo tipo de empresas, los principales bancos de España y también alguna de las grandes constructoras, pasando por potentes industrias energéticas y multinacionales de otros sectores que se implantaron en España en aquellos años. En definitiva, grandes emporios empresariales, como es normal también; los que no van a aparecer nunca en una trama de corrupción son los autónomos que tienen dificultades para pagar las trimestrales del IVA y las facturas de su local. Pues bien, los hechos probados de la sentencia de Filesa describen un mecanismo parecido al de la Gürtel, solo que los socialistas institucionalizaron aún más las mordidas y crearon sociedades que se dedicaban expresamente al cobro de las comisiones. “Un conglomerado de sociedades cuyo fin primordial era la creación de fondos económicos necesarios para hacer frente a los gastos originados al Partido Socialista Obrero Español”, dice la sentencia del Supremo.

Volvamos otra vez a la pregunta fundamental: ¿podría funcionar un entramado de corrupción así sin la participación de empresarios, de los principales empresarios de España? Es tan evidente que sin empresarios no habría corrupción que, por esa razón, la realidad se hace tan indigesta, porque los empresarios, los grandes empresarios, siempre acaban salvándose de los casos de corrupción. Impresionante pero cierto. Ocurre igual que con las estructuras de los partidos políticos, que podrían ser otro de los ‘agujeros negros’ de la lucha contra la corrupción. En el caso Gürtel, aún están por verse los resultados de la pieza separada en la que se va a juzgar a una veintena de empresarios, pero ya, de momento, en la fase de instrucción se han caído del procesamiento algunas de las principales empresas españolas. ¿Funcionaba la Gürtel solo con empresas medianas para las grandes obras de infraestructura de España, como describía Correa? Lo normal es pensar que si se cobraban comisiones para las pequeñas empresas, lo mismo ha debido ocurrir con las grandes constructoras, pero eso no está acreditado en el procedimiento.

Los que no aparecerán en una trama de corrupción son los autónomos que tienen dificultades para pagar las trimestrales del IVA y las facturas

En el caso Filesa, la explicación que dio el Tribunal Supremo a la increíble absolución de los grandes empresarios, muchos de ellos implicados por pagar con cantidades millonarias por informes falsos, constituye una pieza maestra del arte del disimulo judicial. Dice así aquella sentencia: “Como consecuencia de los ingresos generados por esa vía, como pagados o como donados, fue necesario que otras entidades proveedoras del PSOE intervinieran igualmente en el montaje de toda esa gestión, con objeto de que gastos que habrían de ser abonados por el partido lo fueran con parte de los ingresos obtenidos por tales informes, para lo cual se generaron por estas empresas proveedoras facturas inciertas sobre supuestos servicios prestados a Filesa cuando en realidad lo habían sido al PSOE. No consta debidamente acreditada la razón última por la que las empresas accedieron a esas operaciones”. El ‘giro maestro’ está en considerar que el dinero entregado al PSOE por las empresas eran ‘donaciones’ para posteriormente añadir que, además, no existe constancia de que las empresas recibieran algo a cambio por pagar por los informes falsos.

En el juicio de la Gürtel, tras la intervención de Correa, ha llegado la declaración contraria del tesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, y de forma muy significativa, su versión de lo ocurrido se asemeja como gotas de agua a la sentencia de Filesa. A juicio de Bárcenas, lo que aportaban los empresarios al Partido Popular “eran donativos que no tenían carácter finalista, se hacían a cambio de nada”. Como, además, lo complicado será demostrar que existe una vinculación directa entre las comisiones pagadas y la concesión de una obra, porque ningún acto de corrupción se plasma en un recibí, pues nada. Falta mucho aún para que finalicen los juicios de la trama Gürtel, pero en algunos aspectos ya podemos ir vislumbrando el final. ¿Comisiones? No, donaciones.

Es como un agujero negro de todas las sentencias judiciales sobre grandes casos de corrupción. ¿Dónde están esos tipos, los empresarios? ¿Cómo consiguen esconderse, eludir la Justicia? Se diría que son invisibles, o que no existen, si no supiésemos que el esquema más básico y elemental de la corrupción tiene que constar necesariamente de dos elementos: alguien que pone dinero y alguien que lo trinca. Si falla alguno de esos dos componentes, es imposible que se dé un caso de corrupción. De esta corrupción elemental, claro, porque pueden determinarse otras corrupciones en las que intervienen otros factores y que, incluso, pueden prescindir del dinero. Pero hablamos de la corrupción primera y grosera, como la financiación ilegal de los partidos políticos en España, centro de gravedad de todos los escándalos que hemos conocido.

Caso Gürtel Luis Bárcenas Francisco Correa