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Las tonterías que nos impiden salir de la crisis
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Galo Mateos

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Las tonterías que nos impiden salir de la crisis

“Es injusto que una generación sea comprometida por la precedente. Hay que encontrar un modo de preservar a las venideras de la avaricia o de la

“Es injusto que una generación sea comprometida por la precedente. Hay que encontrar un modo de preservar a las venideras de la avaricia o de la inhabilidad de las presentes”. Napoleón I.

Es obvio que con el nuevo Gobierno, con excepción de lo fiscal, nos han llegado cosas positivas. Los sucesivos discursos suenan bien fundamentados. Pero no llegarán muy lejos si no añadimos algunas medidas y reflexiones complementarias. He listado nueve áreas de mejora que añadir de entre las muchas que la vida práctica nos sugiere. Unos son errores por inhabilidad 'industrial' y, otros, por la búsqueda de lucro político o económico a cualquier procedimiento sin exigirse un mínimo de racionalidad y excelencia:

1. Primer error: la subida de IRPF hemos de entenderla como un gesto hacia nuestros acreedores, no como un mecanismo motor de recuperación. Al contrario, retirar dinero de la circulación sin tener un mejor control de la economía sumergida implica deprimir el consumo y la recaudación, con un efecto global empobrecedor a corto y medio plazo. No sabemos dónde puede cortar la curva de Laffer, pero febrero ha arrancado con una alarmante caída de consumos básicos, visibles hasta en la reducción del tráfico urbano.

2. Segundo error: no entender que el progreso radica en la diversificación de la economía. Retirar dinero significa concentrarlo en menos oportunidades de demanda e inversión. Un 90% de la población apenas dispone de margen para ahorro y consumo, más allá de lo básico y de sus pagos domiciliados. Hay que entender que solo las nuevas ideas sortean la competencia en precios y márgenes existentes. Atacar mercados exteriores sin nuevos productos es incongruente. Si todos produjésemos patatas, indiferenciadamente, los márgenes, salarios y empleos decaerían.

3. Tercer error: pretender estar en mercados exteriores sin haber privilegiado líneas de crédito para nuevo equipamiento con pago aplazado. Ahora es cuando lamentamos haber destinado más del 50% de los recursos crediticios al ladrillo y no a maquinaria que acondicionase nuestra producción a las variaciones en la demanda internacional.

4. Cuarto error: seguir permitiendo que más de 80.000 personas dispongan de poder de firma para la gestión del dinero público, sin control puntual y sin formación económica. Solo por sus virtudes políticas ya disponen de firma en su concejalía. Personajes de la industria como José María Castellano (ex-Zara) o especialistas en redes bancarias deberían estar al frente de la racionalización de este descomunal agujero, capaz de tragarse el IRPF recaudado sin la menor consideración. Por qué no se ha reducido el número de municipios como en el resto de los países vecinos es una explicación que se nos debe. Y lo malo, es que intuimos las razones políticas por las que no se ha hecho.

5. Quinto error: el cociente salario medio/precio m2 de vivienda sigue imposible de comparar con los países del norte. Lo que resta margen de ahorro y diversificación a nuestra economía, que entierra bajo ladrillos su renta disponible.

Lo que hemos de dejar claro a la poblacion es que ese PIB que pretendemos se resuelve con 6 millones de peronas sin ocupar, y que ese PIB acarrea un menor bienestar, frente al imparable crecimiento de las castas politicas y administrativas

6. Sexto error: considerar que la solución está en la reforma laboral y no en la supresión de la precariedad intelectual que la produce. Trabajando sobre las consecuencias no se arregla gran cosa. Una de las principales causas es nuestra carencia de dominio de idiomas y el escaso network internacional de nuestro país. Formación urgente en idiomas para titulados y potenciación de clúster industriales en lugar de sindicatos. Son estos clúster quienes deben gestionar esos recursos formativos. Sin duda, saben mejor hacia qué objetivos dirigirlos.

7. Séptimo error: la falta de criterio en la valoración de los activos inmobiliarios, que ha hecho demasiado lento el proceso de recuperación. Solo cuando suelo y vivienda terminada esté a su valor de reposición podremos dar por zanjada una crisis que aún tiene recorrido. El suelo urbanizado promedio en condiciones no especulativas no debería superar los 300 euros/m2 de repercusión y la edificación, los 1.000 euros/m2. Toda valoración por encima precisa de una tolerancia a la especulación, a la que no debemos exponer nuestra economía si no queremos repetir el episodio. La recalificación de lo colindante cuando el precio se calienta y el fomento de cooperativas han sido mano de santo en los países que manejan este recurso con maestría.

8. Octavo error: la sinrazón de apurar todos los plazos administrativos, contando ya con recursos de última generación y plantillas desproporcionadas. Esta espera, en algunos casos superior a dos años, devora el capital circulante de las empresas recién creadas. Es un vicio de nuestras administraciones que engendra pobreza, inseguridad y corrupción. Aplicando mi experiencia personal a distintos países europeos estamos en los últimos lugares, solo por encima de algunos del Este.

9. Noveno error: el anacrónico modo de registrar nuevas sociedades. En Inglaterra en solo 3 horas y por menos de 100 euros, por internet, podemos disponer de una sociedad con cuenta bancaria y dominio en la Red, con las mismas garantías que en España en un mes y 1.500 euros de coste medio. Y no parece que sea Inglaterra la que tenga que aprender de nuestros ingeniosos procedimientos. Parece que no, pero además de ahorrar un dinero que puede ir al corazón del negocio, ahorra un mes de salarios y gastos previos que no sirve para desarrollar el cometido principal sino al sostenimiento de costes parásitos sin desempeño fundamentado alguno.

En algunos aspectos, estamos mintiendo a nuestros ciudadanos y a nuestros acreedores sobre nuestras posibilidades reales. Nuestra deuda no tiene mas opción real que la renovación a su vencimiento, estamos a punto de fabricar una deuda perpetua que nunca redimiremos. Solo en la medida en que nuestro PIB, en algunos periodos, en vez de caminar, cabalgue, tendremos alguna oportunidad de reducción del principal. Lo que hemos de dejar claro a la poblacion es que ese PIB que pretendemos se resuelve con 6 millones de peronas sin ocupar, y que ese PIB acarrea un menor bienestar, frente al  imparable crecimiento de las castas politicas y administrativas. El sistema tiende a deshacerse de al menos 3 millones de trabajadores por la vía de devolver a su pais de origen al que pueda, y de forzar a la emigración a mas del 50% de sus jóvenes titulados universitarios. Y ese otro remanente estructural inexportable, los otros tres millones, constituirá una nueva casta deprimida de parados de larga duración y obviada en todo discurso político. Existen, pero carecen ya de oportunidades de empleo y de derecho a pensión alguna, no se sabe ya qué hacer con ellos. Son el fruto del relevo tecnológico y de nuestra insana demografía, personas de las que nadie quiere saber nada.

Como Napoleon I seguiremos invocando un gobierno ejemplar en una sociedad que debe empezar a serlo. Hay trazas de que eso pueda ser, hay indicios de que empezamos a ser escuchados, al menos es lo que necesitamos para seguir creyendo que esta increíble sucesión de errores no desemboque en una tragedia griega. Sería un triste e injusto final para esta maravillosa tierra poblada de gentes, ahora confusas, que arrancando desde una Guerra Civil quiso alcanzar unas cotas de prosperidad que llegó a tocar con sus dedos, pero que al final, por culpa de consentirnos como somos, parece que el sueño se nos esfuma

“Es injusto que una generación sea comprometida por la precedente. Hay que encontrar un modo de preservar a las venideras de la avaricia o de la inhabilidad de las presentes”. Napoleón I.