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¡Última hora! Adam Smith saca los colores a los falsos liberales
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Carlos Sánchez

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¡Última hora! Adam Smith saca los colores a los falsos liberales

"Si todos los bancos comprendiesen y obedeciesen siempre a su propio interés, nunca habría sobreabundancia de papel moneda en la circulación. Pero no todos los bancos

"Si todos los bancos comprendiesen y obedeciesen siempre a su propio interés, nunca habría sobreabundancia de papel moneda en la circulación. Pero no todos los bancos han entendido ni obedecido siempre a su propio interés, con lo que la circulación a menudo se ha visto saturada de papel moneda”. Adam Smith La Riqueza de las Naciones Alianza Edit, (edición a cargo de Carlos Rodríguez Braun).

  

Como no podía ser de otra manera, la crisis financiera internacional ha derivado en un vivo debate sobre su origen. Para muchos, la culpa de lo sucedido tiene que ver con esa figura -un tanto difusa- que llamamos mercado, siempre difícil de precisar. Se suele dar por hecho –según ese razonamiento- que la ausencia de reglas que equilibren el comportamiento de la oferta y de la demanda es sinónimo de mercado, por lo que si una economía falla por ausencia de normas o de supervisión -como es el caso que nos ocupa- la culpa la tiene (como no podía ser de otra manera) la célebre mano invisible del economista escocés.

Esta consideración del mercado como una especie de acracia económica probablemente tenga mucho que ver con la visión ciertamente deformada que han querido darle muchos de aquellos que se proclaman liberales, pero que en realidad dan cada mañana una patada a las tesis de Adam Smith, a quien han convertido paradójicamente en el Buenaventura Durruti de la ciencia económica. Sin embargo, y por decirlo de una manera directa, el mercado no es lo mismo que la ley de la selva. Todo lo contrario, responde a comportamiento racionales. Y no parece muy racional la sobrevaloración de activos que se ha producido en los últimos años, y que en última instancia es la causa de nuestros males.

Aunque a muchos les pese, liberalismo y desregulaciones no son necesariamente la misma cosa. Precisamente, la intervención del Estado democrático (no el que responde a intereses oligopolistas o de grupos de presión) es lo que garantiza el libre juego de la oferta y de la demanda. A estas alturas de la crisis financiera, parece evidente que la ‘borrachera’ en que se metió Wall Street -lo dijo el propio George W. Bush- tiene poco que ver con el mercado, sino más bien con una juerga consentida (y pagada) por los poderes públlicos. Hunde sus raíces en una lectura torcida de la economía clásica y, sobre todo, se deriva de la hegemonía (digámoslo en términos gramcianos) de una aristocracia financiera (los bancos de inversión de EEUU) bien conectada con el poder político de Washington, a quien hicieron creer que generando una demanda infinita de dinero -mediante productos derivados y estructurados- la economía podría crecer de manera ininterrumpida. No hay que decir que los políticos, de aquí y de allá, compraron esta mercancía porque era muy rentable en términos electorales, aunque el crecimiento tuviera los pies de barro y se hiubiera basado en una ficticia riqueza financiera de la que presumían ante sus votantes.

El carruaje y los caballos

Ya es tarde, pero no hubiera estado de más que alguien les hubiera hecho llegar un pequeño párrafo de La Riqueza de las Naciones –obra tan poco seguida por muchos que se autoproclaman liberales- en la que se distingue entre el concepto de demanda absoluta y el de demanda efectiva. Adam Smith pone un ejemplo para explicar su exposición. Imaginemos que un hombre muy pobre tiene una demanda de un carruaje tirado por seis caballos. Es posible, dice el economista escocés, que lo desee fervientemente, pero su demanda no es una realmente efectiva, sino absoluta; porque la mercancía (el carruaje) nunca será llevada al mercado para satisfacer esa demanda por razones obvias. Por el contrario, un  pudiente con ganas y dinero suficientes para pagar esa oferta, sí que podría adquirir esa mercancía, y a ello llamaríamos demanda efectiva.

Este planteamiento es fácil de entender e irreprochable, pero muchos de los que dicen abrazar el liberalismo han hecho creer a los ciudadanos que todo el mundo tenía posibilidad de disponer de un carruaje tirado por seis caballos, creando para ello una infinita cantidad de dinero mediante la colocación masiva de instrumentos financieros de todo tipo y colores. Confundiendo, en una palabra, demanda efectiva y absoluta, lo que ha provocado una enorme burbuja especulativa que es la que ahora ha estallado. No es, desde luego la única ni será la última.. Desde el fin del patrón oro, el mundo se mueve a golpe de burbujas de todo tipo que inicialmente desafían las leyes de la racionalidad económica, pero que finalmente saltan por los aires provocando las consabidas catástrofes. Y es que una cosa son los mercaderes y otra bien distinta el mercado, aunque ambos términos suenen parecidos.

"Si todos los bancos comprendiesen y obedeciesen siempre a su propio interés, nunca habría sobreabundancia de papel moneda en la circulación. Pero no todos los bancos han entendido ni obedecido siempre a su propio interés, con lo que la circulación a menudo se ha visto saturada de papel moneda”. Adam Smith La Riqueza de las Naciones Alianza Edit, (edición a cargo de Carlos Rodríguez Braun).

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