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La política fiscal ha muerto ¡Larga vida al déficit cero!
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Carlos Sánchez

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La política fiscal ha muerto ¡Larga vida al déficit cero!

Decía Hayek, que murió a los 93 años, que quien quiera tener la última palabra sólo tiene que sobrevivir a sus oponentes. El economista austríaco se

Decía Hayek, que murió a los 93 años, que quien quiera tener la última palabra sólo tiene que sobrevivir a sus oponentes. El economista austríaco se refería con ironía a la controversia histórica que mantuvo con Keynes  sobre las causas y las recetas para salir del crash del 29.

Hayek, como se sabe, murió 46 años más tarde que el economista británico, pero tuvo que pasar mucho tiempo (hasta los años 80) para que luciera ante buena parte de la opinión pública como el triunfador de un debate que para la mayoría había ganado Keynes, como recuerda su biógrafo, Robert Skidelsky.

Mariano Rajoy no ha tenido que esperar tanto tiempo. Es muy probable que sobreviva políticamente a Zapatero (si gana las elecciones), aunque todo indica que podrá gobernar con un techo de gasto fijado constitucionalmente. Merkel y Sarkozy se han erigido en una nueva fuente del derecho constitucional español.

Habrá quien piense que con el acuerdo entre los dos grandes partidos se muere la política. Al fin y al cabo, el gasto público es una de las señas de identidad que separan a izquierda y derecha; pero lo cierto es que el peso del Estado en la economía seguirá siendo una cuestión central en cada campaña electoral. Entre otras cosas debido a que es muy probable que hasta pasadas dos legislaturas (cerca ya del año 2020) España no será capaz de lograr equilibrio presupuestario. Ese término, un tanto espurio, que ahora se reivindica como clave para la sostenibilidad del crecimiento.

No es un juicio de intenciones. El propio Ministerio de Economía llega a esta conclusión en la última revisión del Programa de Estabilidad,  en el que calcula  que hasta 2014 las finanzas públicas españolas no podrán alcanzar un superávit primario estructural del 1% del PIB. Es decir, sin contar el pago por intereses de la deuda pública (alrededor de un 2,2% del Producto Interior Bruto).

Economía admite que hasta que no se logre un saldo positivo primario del 3% (sin intereses) la reforma constitucional pactada será simplemente papel mojado

No hay que engañarse. Ese 1% de superávit primario no es, sin embargo, sinónimo de equilibrio presupuestario, toda vez que es insuficiente para garantizar la sostenibilidad de las cuentas públicas a medio plazo, en última instancia el objetivo de la reforma constitucional. De hecho, el propio Ministerio de Economía admite que el superávit primario tendría que aumentar hasta cerca del 3% “en los años posteriores” para poder cumplir con el objetivo de medio plazo de España (equilibrio presupuestario). Es decir que hasta que no se logre un saldo positivo primario del 3% la reforma constitucional pactada será simplemente papel mojado.

Mal punto de partida

La causa de que haya que esperar tanto tiempo para que la enmienda sea eficaz, tiene que ver con el punto de partida. El déficit estructural primario se situará este año en el 2,5% del PIB, pero es que si se incorpora el servicio de la deuda se estaría hablando de que el componente estructural (el que no tiene directamente que ver con el ciclo económico) se sitúa en el  4,7%. Es decir, que si la economía española no estuviera en crisis (con un crecimiento interanual de apenas el 0,7%) el agujero del sector público sería todavía considerable.

La enorme diferencia entre el PIB potencial (el que puede crecer la economía española sin generar desequilibrios macroeconómicos) y el real –el que mide trimestralmente el INE- explica las dificultades para lograr el equilibrio presupuestario en un corto periodo de tiempo.

La consecuencia no puede ser otra que a medio plazo la política fiscal continuará siendo restrictiva. Claro está, salvo que con políticas de oferta se pueda ensanchar el potencial de crecimiento, y que hoy, como admite el Ministerio de Economía se limita a un raquítico 1%, una tasa ridícula para un país que roza los cinco millones de parados. Incluso con reformas, los técnicos de la vicepresidenta Salgado estiman que el PIB tendencial se situará en 2014 en apenas un 1,7%, lo que significa un output gap negativo (diferencia entre el PIB real y el potencial) de todavía medio punto del producto interior bruto.

No basta con aprobar leyes, sino que además hay que cumplirlas. Aunque sean reformas constitucionales. Y los antecedentes no invitan al optimismo

La corrección del déficit público hasta lograr ese objetivo (equilibrio presupuestario) tiene además otro problema de carácter más político que económico, pero de indudable transcendencia. No basta con aprobar leyes, sino que además  hay que cumplirlas. Aunque sean reformas constitucionales.

Como han puesto de relieve los profesores Fernández Llera y Monasterio, de la Universidad de Oviedo, la experiencia ha demostrado todo lo contrario. Las leyes se incumplen sistemáticamente. En 2003, primer año de plena aplicación de las normas de estabilidad presupuestarias aprobadas por el Partido Popular, el objetivo de estabilidad presupuestaria quedó fijado como déficit cero para todas y cada una de las CCAA.  Y entonces Cataluña y la Comunidad Valenciana incumplieron dicho objetivo, arrastrando el saldo autonómico total hasta un déficit del 0,24% del PIB nacional.

Objetivo…, incumplido

Debe anotarse que el cambio de base de la Contabilidad Nacional no fue neutro, ya que sirvió para cumplir “prácticamente” el  objetivo total de las CCAA. El cambio de base sirvió para justificar un cumplimiento generalizado de los objetivos individuales por parte de todas las CCAA, aún cuando en puridad cinco de ellas (Comunidad Valenciana, Aragón, Castilla-La Mancha, Canarias e Illes Balears) deberían haber sido catalogadas como incumplidoras.

Algo parecido sucedió en 2006, cuando el primer Gobierno socialista acabó con la política de ‘déficit cero’ año a año y la sustituyó por el término a lo largo del ciclo.

Como ponen de relieve los profesores Llera y Monasterio,  la reforma volvía la vista sobre “mecanismos de negociación bilateral”, lo cual debilitaba la trasparencia. Abriendo, incluso, “una peligrosa puerta hacia la capacidad de presión y el clientelismo político a la hora de definir objetivos de déficit de las CCAA”. De hecho, nueve comunidades autónomas (más de la mitad) incumplieron el año pasado el objetivo de estabilidad presupuestaria. Sin duda, un mal antecedente. No basta con aprobar leyes, sino que además hay que cumplirlas.

Decía Hayek, que murió a los 93 años, que quien quiera tener la última palabra sólo tiene que sobrevivir a sus oponentes. El economista austríaco se refería con ironía a la controversia histórica que mantuvo con Keynes  sobre las causas y las recetas para salir del crash del 29.