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¿Y si la crisis financiera se ha acabado?
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Carlos Sánchez

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¿Y si la crisis financiera se ha acabado?

Cánovas, que era un político la mar de conspicuo, dijo en una ocasión que “un hombre honrado no puede tomar parte más que en una revolución,

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Cánovas, que era un político la mar de conspicuo, dijo en una ocasión que “un hombre honrado no puede tomar parte más que en una revolución, y eso porque ignora lo que es”.

Cataluña quiere tener su propia revolución, y en eso está. No es ni bueno ni malo. La revolución americana ha dado jugosos frutos y la francesa liquidó el Antiguo Régimen con el filo de la guillotina.

El problema de las revoluciones no es organizarlas, sino gobernarlas el día después. Y sin duda que muchos de los que hoy van al frente soberanista en busca de su revolución -como muchachos alegres y confiados- verán como son devorados por sus propios vástagos. No es ninguna novedad. Pocos países como España han tenido la desgracia de arruinar procesos políticos luminosos con luchas intestinas que llevaron al país al desastre.

La I República cayó aplastada por el empuje provocador de los cantonalismos;  mientras que la II República murió antes de nacer por luchas fraticidas entre las facciones que la llevaron a los altares. En plena guerra civil se creó, por ejemplo, el llamado Consejo Soberano de Asturias y León, que llegó a sugerir su entrada en la Sociedad de Naciones. Incluso el resultado final de nuestra Transición democrática es muy diferente al que soñaron quienes se enfrentaron a la Dictadura.

No parece la mejor idea abrir un proceso independentista cuando la economía española está más cerca de ver la luz. Y esta vez no es un tren que circula en sentido contrario ni los falsos "brotes verdes" que descubrió Salgado. Todo indica que la crisis financiera -no la económica- puede estar dando sus últimas bocanadas de la mano del 'bazooka' que ha tomado entre las manos el BCE

Y es que una vez que se abre el melón, es imposible domar a la fiera. Meter la pasta de dientes dentro del tubo es mucho más difícil que sacarla. Es, simplemente, imposible. Lo que sucedió en la URSS de Gorbachov es revelador. Una oligarquía que dominaba los resortes del poder se quedó con el país y nada más se supo de glasnot y perestroika. Los Borbones volvieron a reinar en Francia 25 años después de la revolución.

Falsas expectativas

Las revoluciones, por lo tanto, tienen estas cosas. Se llevan por delante a las élites políticas que las impulsan (après moi le déluge) y arruinan el sentido último de la acción política, que no es otro que transformar la realidad para mejorarla. Sin  levantar falsas expectativas que conducen necesariamente a la frustración colectiva.

Lo peor, con todo, es que la irresponsabilidad de unos cuantos  pone plomo en las alas en un país acribillado por la crisis económica. Y que, en ningún caso, merece está sometido al sueño independentista de un puñado de iluminados con evidente capacidad de movilización social. Cataluña representa la sexta parte de España. Supone el 15,8% de la población, el 18,6% del PIB y nada menos que el 28% de las exportaciones totales, lo que demuestra que si estornuda Cataluña, el país entero corre el riesgo de coger una pulmonía.

Y no parece la mejor idea abrir un proceso de estas características en unos momentos en los que la economía española está más cerca de ver la luz. Y esta vez no es un tren que circula en sentido contrario ni los falsos "brotes verdes" que descubrió esa lumbreras que responde al nombre de Elena Salgado. Todo indica que la crisis financiera -no la económica- puede estar dando sus últimas bocanadas de la mano del bazooka que ha tomado entre las manos el BCE, y que ha relajado la prima de riesgo al entorno de los 400 puntos. Como dice un miembro del Gobierno, hay que tener muchas ganas de perder dinero para enfrentarse al BCE en los mercados de bonos.

Algunos estudios han sugerido que en presencia de una crisis bancaria, los ciclos de desapalancamiento de las familias se han alargado durante siete años ¿Qué quiere decir esto? Pues que dando por bueno que el ajuste comenzó en 2008, los agentes económicos altamente endeudados comenzarán a percibir el cambio de ciclo en 2015

Puede parecer mucho, pero a veces se olvida que lo que realmente pesa sobre las cuentas públicas no es el diferencial con Alemania, sino el volumen de déficit público. Y si los distintos gobiernos son capaces de cumplir con los objetivos -está por ver- es perfectamente posible convivir con los actuales niveles de prima de riesgo. Sólo hay que recordar que el tipo de interés medio de la deuda pública se sitúa en estos momentos en el 4,11%, todavía muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis financiera. Y, desde luego, a años luz de los que sufrió la economía española durante las anteriores recesiones. Con todo lo que ha caído, el servicio de la deuda representa hoy casi la mitad de lo que pagaba este país en los primeros años 90.

Endeudamiento desbocado

O dicho en otros términos. Lo importante es no seguir engordando la deuda pública, que ya supera los 804.000 millones de euros por la acumulación de déficits excesivos. Incluso en un contexto de ajuste del gasto público como el actual, el endeudamiento ha crecido en apenas un semestre -gobernando ya Rajoy- en nada menos que 68.146 millones, lo que da idea de las dificultades para doblegar el desequilibrio fiscal.

El hecho de que la crisis financiera esté encauzada no significa, sin embargo, que la recuperación económica esté a la vista. Pero resolver el problemas del 30% del sistema financiero español y ordenar las cuentas públicas es una condición necesaria -aunque no suficiente- para volver a la senda del crecimiento.

Como ha escrito el economista Kenneth Rogoff, las posibilidades de que se repita en lo inmediato la aguda crisis financiera de 2008 son marginales. La mayoría de los inversores, reguladores, consumidores y hasta políticos van a recordar durante bastante tiempo una experiencia financiera que llevó al planeta al borde del desastre.

Otra cosa bien distinta es saber cuánto tiempo pasará antes de que la imprudencia y hasta la temeridad vuelvan a correr por las venas de los agentes económicos y de los gobernantes. Pero sin duda que, en el caso español, nada hace vislumbrar un serio agravamiento de la situación, lo que no significa que no puedan reproducirse episodios de turbulencia.

Sofocada la crisis financiera, sin embargo, hay que tener en cuenta que algunos estudios han sugerido que en presencia de una crisis bancaria, los ciclos de desapalancamiento de las familias se han alargado durante siete años ¿Qué quiere decir esto? Pues que dando por bueno que el ajuste comenzó en 2008, los agentes económicos altamente endeudados (empresas y familias) comenzarán a ver la luz (a pagar menos deudas al banco y, por lo tanto, a aumentar su propensión al consumo) en 2015.

Sólo falta, por lo tanto, que se cumpla aquello que decía Erasmo de Rotterdam: “aquel que recibe la misión de gobernar los pueblos ha de ocuparse de los negocios públicos y no privados, y no ha de pensar en otra cosa que en la utilidad general, sin apartarse un ápice de las leyes”.

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Cánovas, que era un político la mar de conspicuo, dijo en una ocasión que “un hombre honrado no puede tomar parte más que en una revolución, y eso porque ignora lo que es”.