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Carlos Sánchez

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El Congreso de UGT y la hoja de parra del emperador del Paralelo

El congreso de UGT comienza hoy. Y con él, un debate histórico. Álvarez, uno de los candidatos llamados a suceder a Méndez, se ha declarado partidario del derecho a decidir

Foto: Miguel Ángel Cilleros, Cándido Méndez y Josep María Álvarez (d). (EC)
Miguel Ángel Cilleros, Cándido Méndez y Josep María Álvarez (d). (EC)

Hace ahora casi un siglo, en 1918, Unamuno le envió una carta a su amigo Manuel Azaña, por entonces presidente del Ateneo de Madrid. En la misiva, que ahora forma parte de los fondos históricos del Ministerio de Cultura, el escritor vasco le reconocía sus mínimas esperanzas sobre la continuidad de Cataluña dentro de España. “Cataluña ha de acabar, y muy pronto, por separarse de España. Justo es -continuaba- que España pierda ahora Cataluña. Y la perderá, no me cabe duda. La federación no es más que una hoja de parra”, concluía.

Nadie sabe qué ocurrirá en el futuro con Cataluña. Pero sí hay una cosa clara. Si José María Álvarez (Belmonte de Miranda -Asturias-, 1956) sustituye a Cándido Méndez al frente de UGT, es muy probable que haya un antes y un después en la posición del sindicato respecto de un asunto clave en la España política de hoy: el llamado derecho a decidir, que no es más que una fórmula edulcorada del clásico derecho de autodeterminación, y que Naciones Unidas relega a procesos de descolonización. No hay razones para evitar, con los mismos argumentos, que ese mismo concepto se pueda utilizar en otros territorios del Estado.

Álvarez, como se sabe, compite con Miguel Ángel Cilleros, el candidato 'oficial', a la secretaria general de la Unión General de Trabajadores (el tercer candidato, Gustavo Santana, no tiene asegurados los avales suficientes). Y en su currículo, tras 25 años al frente de UGT-Cataluña, dibuja un nuevo espacio político que pone patas arriba el modelo de sindicalismo confederal habido en España desde la legalización de las centrales obreras, en 1977. Y lo que es todavía más relevante, la continuidad de elementos comunes esenciales para el mundo del trabajo: la caja única de la Seguridad Social, la unidad de mercado en materia laboral o, incluso, la carga ideológica que supone la consolidación de un sindicato con un fuerte componente nacionalista.

Sin fisuras

Por primera vez, un líder con mando en plaza a nivel nacional, si gana el Congreso, plantea que “nadie puede discutir la viabilidad de un Estado catalán”. Lo dijo en octubre de 2013, como se puede ver en un vídeo colgado en una página web independentista, y también en marzo de 2014, cuando junto a Joan Carles Gallego, responsable de CCOO en Cataluña, mostró sin fisuras su adhesión al proceso soberanista.

En el sindicalismo socialista catalán, han convivido dos almas desde hace casi un siglo: la de raíz obrerista -heredera del marxismo- y la republicana federal

A lo largo de 2015, se han sucedido este tipo de declaraciones. De hecho, UGT -como CCOO- forma parte de las estructuras paralelas de Estado que ha puesto en marcha el bloque soberanista en Cataluña, con el consiguiente disgusto de la dirección confederal, sin fuerza para provocar un cambio de estrategia. En las últimas elecciones catalanas, las del 27 de septiembre, el sindicato de Álvarez dejó bien claro que Cataluña debe ser lo que “decidan libremente” los catalanes. El resto del Estado no tiene nada que decir.

El hecho de que Álvarez defienda sus ideas no hace más que reabrir un viejo debate en el sindicalismo socialista catalán, donde desde hace casi un siglo han convivido dos almas. La de raíz más obrerista -heredera del marxismo internacionalista- y la republicana federal, y que tuvo entre sus figuras a Joan Comorera, 'conseller' de Economía con Lluís Companys y fiel aliado de ERC hasta que fue nombrado primer secretario del PSUC.

Comorera procedía de la Unión Socialista de Cataluña, partido fundado en los primeros años veinte a partir de una escisión en el seno del PSOE. Y hasta su disolución siempre defendió que el movimiento obrero debía prestar mayor atención a la cuestión nacional catalana, lo que explica que se comportara como un fiel escudero de ERC -por entonces, el partido mayoritario- hasta su integración en el PSUC.

Una corriente histórica

Ese nacionalismo proletario -contrario al internacionalismo fundacional de la primera asociación internacional de trabajadores- está detrás de los conflictos frecuentes del socialismo catalán con Largo Caballero, que siempre se negó a aceptar el regreso de la Unión Socialista de Cataluña a la órbita del PSOE, lo que acabó echando en brazos del PCE al partido de Comorera.

Si en tiempos del emperador del Paralelo, Prieto y Largo pararon en seco el 'entrismo' nacionalista en el sindicato, hoy es algo más que una premonición

La posición de Álvarez, en este sentido, no es más que la recuperación de una corriente histórica dentro del socialismo catalán que ahora, con la eclosión del discurso nacionalista, emerge con fuerza. La novedad es que ahora ese debate -que prácticamente se ha llevado por delante al PSC- estalla con crudeza en el 42º Congreso Confederal de UGT, que se celebra en Madrid hasta el sábado. Por primera vez desde la legalización de los sindicatos, el asunto nacional es una cuestión central. Pero si en tiempos de Lerroux, el emperador del Paralelo, Prieto y Largo pararon en seco el 'entrismo' nacionalista en el sindicato, hoy es algo más que una premonición.

El secretario general de UGT, Cándido Méndez, e Ignacio Fernández Toxo, en CCOO, han preferido mirar para otro lado durante los últimos años como actitud defensiva y para no abrir heridas en sus respectivas organizaciones. No parece que eso sea posible en el 42º Congreso.

No es baladí que el máximo dirigente de la UGT catalana -legítimamente- apoye el derecho a decidir, lo cual abre un melón de imprevisibles consecuencias, salvo que el sindicato haya construido un movimiento meramente táctico. Pero no parece que por ahí vayan los tiros.

Por el contrario, el hecho de que la estrategia de ERC pase por ocupar espacios de poder en el seno de la Unión General de Trabajadores catalana -ya hay varios dirigentes en la cúpula del sindicato- forma parte de un proyecto nacional por ahora incompleto tras haber fracasado el proyecto de Solidaridad de Obreros de Cataluña (SOC), con cierta influencia durante los primeros años de la Transición.

La estrategia se basa en un principio elemental: el bienestar de los trabajadores catalanes pasa por la independencia. Lo social y lo político en un mismo paquete. En una palabra, el nacionalismo catalán necesita un sindicato, como ya lo tienen el PNV y Sortu. Y ahí puede estar UGT. Si levantara la cabeza Manuel Garnacho.

Hace ahora casi un siglo, en 1918, Unamuno le envió una carta a su amigo Manuel Azaña, por entonces presidente del Ateneo de Madrid. En la misiva, que ahora forma parte de los fondos históricos del Ministerio de Cultura, el escritor vasco le reconocía sus mínimas esperanzas sobre la continuidad de Cataluña dentro de España. “Cataluña ha de acabar, y muy pronto, por separarse de España. Justo es -continuaba- que España pierda ahora Cataluña. Y la perderá, no me cabe duda. La federación no es más que una hoja de parra”, concluía.

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