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Begoña Villacís

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No olviden

Tras la agresión de ayer, el mundo entero ha podido comprobar como el presidente de un país como España ha sido brutalmente atacado en la calle, un hecho sin precedentes en democracia

Foto: El presidente Mariano Rajoy tras ser agredido. (EFE)
El presidente Mariano Rajoy tras ser agredido. (EFE)

Ayer, el presidente de un país demócrata fue agredido.

Algo ha cambiado en este país, o quizá no. Quizás hemos ido paulatina, aunque conscientemente elevando el umbral del dolor y la tolerancia. Quizás nos hemos pasado de frenada. Un día te despiertas y te preguntas cómo hemos llegado hasta aquí, cómo ha llegado a normalizarse la violencia, el escrache, cómo se ha vulgarizado la violencia verbal, por qué la crispación ambiental. Hoy, el mundo entero ha visto como España se ha convertido en un país donde un presidente puede ser perfecta y brutalmente atacado. Y donde no pasa nada.

Hoy no se ha interrumpido la programación televisiva para informar de un hecho que no tiene precedentes en democracia. La parrilla no ha cedido al acontecimiento. Hoy, sigue copando más minutos y audiencia las peripecias talegueras de una folclórica de permiso.

Insertado como noticia más, vemos a un Rajoy desposeído de sus lentes, noqueado como si le terminasen de calificar de indecente. Y no pasa nada. Y no es el escándalo del año, ni un atentado al presidente de la nación.

No olviden, en esta hay personas que han utilizado la violencia como estrategia y los que no, quienes han protagonizado escraches, y quienes los han sufrido

Mojé mis alegrías de primer día de concejala en un caldo de masas de lo más empoderado. Por algún tipo de anomalía social, cada uno de los amontonados en aquel chillón comité de bienvenida presumía de superioridad moral, y la ejercían a voz en grito. Y no pasó nada.

Ya entonces reconocí la singularidad y astucia de un movimiento, que sabe vestir de participativo y cool aquello que yo encontré francamente totalitario.

Tras sufrir una pasada semana de redecoración de fachadas en nuestras sedes, cortesía de estos movimientos "sociales" poco entrenados para la convivencia en sociedad, ataques gratuitos a compañeros, el lanzamiento de una marea para quien no existen las reglas, su violencia intensa y su autoritarismo, he decidido sumarme al "no olviden". Si, creo que en esto Pablo dió en el clavo.

No olviden, en esta hay personas que han utilizado la violencia como estrategia y los que no, quienes han protagonizado escraches, y quienes los han sufrido.

No olviden, o sepan, lo que es tener una simple cuenta de Twitter siendo alguien que piensa simplemente distinto a ellos, ¿han probado a debatir con sus hordas?

No olviden, recuerden, que hay partidos que dicen haber reducido su velocidad, pero no su ruta, no sus objetivos, no olviden que para algunos partidos expropiar es democracia, regímenes donde las libertades brillan por su ausencia son perfectamente exportables.

No olviden quién y qué ha hecho sus aliados naturales, sus homólogos en País Vasco o Barcelona.

Pero tampoco olviden que esta campaña no será señalada por la presencia de grupos extremos sino por la excepcionalidad de España. En un continente donde los extremos y populismos, los radicales de un lado y otro están emergiendo como consecuencia más directa de la fractura social y la crisis representamos una singularidad. España es el único país que está revelando tener un centro fuerte y sólido, un centro que no llama a la confrontación, ni a la lucha de clases ni al escrache, ni a la aplicación de la justicia proletaria. Una centralidad sólida sosegada y de consenso, propia de una democracia ya madura, que no olvida lo que es una tiranía reciente, que sabe lo que es terrorismo, escasez y represión.

Ayer, el presidente de un país demócrata fue agredido.

Mariano Rajoy