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Begoña Villacís

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El gobierno municipal del Ayuntamiento de Madrid se ha convertido en un experto en gestos y en propoganda, que no en gestionar y promover medidas en favor de la capital y de sus ciudadanos

Foto: Vista general de un pleno del Ayuntamiento de Madrid. (EFE)
Vista general de un pleno del Ayuntamiento de Madrid. (EFE)

Está claro que cada gobierno tiene sus prioridades y también su público, aunque una vez se tiene el bastón de mando, lo procedente es dedicarse al interés general. A este gobierno del cambio, el cambio se le resiste, mientras que el cambiazo es cada vez más palmario. Adjudicando contratos, sin cambios, tiempo les ha faltado para entregarse al quíteme un euro de aquí no vaya a ser que esto acabe en concurso con libertad publicidad y competencia. Adjudicado puestos, sin cambios, por filiación política o directamente familiar, se busca candidato con pedigree, y sin sonrojo. Resolviendo problemas, pocos cambios, la limpieza, los atascos, autobuses a prueba de pacientes, manteros, Okupas y el consabido y larguísimo etcétera. Y es que a este consistorio le tienen ocupado otros menesteres.

Asistimos a un Madrid a dos velocidades, viento en popa y a toda la vela, desvistiendo fachadas de historia sospechosa, de placas que dormían en la ciudad sin que una gran mayoría supiese el cuándo y el porqué de aquel vestigio. Placas de quita y pon con un discreto perdón mediante y pelillos a la mar. La celeridad y el impetú es máximo, hasta el punto de actuar por la vía de los hechos consumados, despreciando la Ley. Mientras que otras necesidades imperiosas de la ciudad duermen en un cajón en espera de mejores tiempos, aunque apareciesen en el programa-collage de Ahora Madrid.

El gobierno de Madrid se ha hecho también experto en ocurrencias y rectificaciones, hasta el punto de que suponen más noticias que la actividad municipal

Esta segunda velocidad está reservada a la urgente operación de limpieza que pide a gritos Madrid, esto si sería la verdadera recuperación de la calle para sus vecinos, a una Operación Chamartín, que no termina de despertar de su interminable letargo administrativo, para desesperación de vecinos y promotores, a un Wanda en el disparadero de salida, a la Operación Campamento, a Mahou Calderón, y a tantos y tantos anómimos y autónomos frenados por licencias que no llegan, potenciales promotores de cientos de miles de sueldos, que no pagas, provocan la pereza de quien vive acomplejado por el fantasma del capitalismo.

Un gobierno experto en gestos y en propoganda, que no en gestionar y promover. Cibeles sigue coronada por una pancarta de bienvenida a los refugiados, aunque los llegados a Madrid caben poco menos que en un taxi, y lo que podía ser un loable esfuerzo de emergencia, ha quedado convertido en un propagandístico, grandilocuente e intacto presupuesto de 10 millones de euros, que buena falta harían al bolsillo de muchos ciudadanos.

Un gobierno que se ha hecho también experto en ocurrencias y rectificaciones, hasta el punto de que suponen más noticias que la propia actividad gestora municipal. Acumulamos peticiones de perdón por errores que en ningún caso han supuesto la asunción de responsabilidades políticas siquiera en niveles bajos. Y un gobierno que engaña al pleno aprobando un plan a 4 meses y actuando la semana siguiente sin que el plan se apruebe, o anunciando a bombo y platillo la desaparición de los gerentes de distrito para sustituirlos por coordinadores que mantienen competencias y sueldos en el entorno de 85.000 euros. Grandes expertos en medias verdades con rédito político.

¿Quieren grandes cambios?, limpien las calles, y ya de paso las fachadas, de carteles electorales. Afronten que abrir un negocio suponga 174 días de trámites municipales y solucionenlo, sepan que ahora mismo nadie en el Ayuntamiento controla las ITEs que se realizan en nuestras viviendas y edificios y afróntenlo. Ayuden a acometer por fin un nuevo Plan General de Urbanismo, saben que el actual no ha envejecido bien, que ha cumplido la mayoría de edad y, que muestra síntomas de agotamiento tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. Y lo saben. Técnicos municipales trabajaron sin denuedo durante el mandato anterior, calle a calle y manzana a manzana para sustituirlo por otro más orientado a facilitar la actividad económica, fomentar el uso social del espacio público y evitar otra burbuja especulativa.

Un esfuerzo que en ocasiones anteriores ha necesitado dos legislaturas para salir adelante y también duerme guardado en un cajón, no se sabe si por postureo ideológico o por falta de ganas y capacidad para enmendar lo que haga falta, hacerlo más social y presentarlo a los agentes de la ciudad.

No niego el gran mérito que tiene estar en el gobierno y no hacer nada. Que llegue la Junta de Gobierno de cada jueves y los madrileños no se encuentren con nada que parezca, siquiera sobre el papel, que puede mejorar sus vidas. Asustar a los inversores por acción y por omisión. Es realmente difícil. Pero creo que los ciudadanos merecen más: un gobierno con iniciativas en vez de ideología, con planes consensuados en vez de actuaciones puntuales a cada cual más estrambóticas.

Y también un favor: bien está que los madrileños participen y debatan sobre su ciudad, pero que esa actividad no se convierta en un fin en sí misma, sino en una forma efectiva de encontrar soluciones. Cualquiera que conozca la actividad de las Juntas de Distrito ha notado ya la proliferación de asociaciones, colectivos y grupos felices en su propia retórica y pendientes del regadío de fondos públicos. Actividad sin aplicación efectiva concreta y que hace salir corriendo a quienes se acercan a aportar su granito de arena práctico a la gestión más cercana. Sin contraparte, el chau-chau infinito sigue y sigue, con el altavoz que no tienen los proyectos que dormitan en Cibeles.

Está claro que cada gobierno tiene sus prioridades y también su público, aunque una vez se tiene el bastón de mando, lo procedente es dedicarse al interés general. A este gobierno del cambio, el cambio se le resiste, mientras que el cambiazo es cada vez más palmario. Adjudicando contratos, sin cambios, tiempo les ha faltado para entregarse al quíteme un euro de aquí no vaya a ser que esto acabe en concurso con libertad publicidad y competencia. Adjudicado puestos, sin cambios, por filiación política o directamente familiar, se busca candidato con pedigree, y sin sonrojo. Resolviendo problemas, pocos cambios, la limpieza, los atascos, autobuses a prueba de pacientes, manteros, Okupas y el consabido y larguísimo etcétera. Y es que a este consistorio le tienen ocupado otros menesteres.

Ayuntamiento de Madrid Manuela Carmena Operación Campamento