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Begoña Villacís

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España ha desterrado las mayorías amplias. Acabe como acabe, el escenario actual va a ser algo común a partir de ahora

Foto: Pedro Sánchez y Albert Rivera. (Efe)
Pedro Sánchez y Albert Rivera. (Efe)

Últimamente hemos oído mucho aquella gran reflexión de Adolfo Suárez: “La vida siempre te da dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes elige siempre la difícil, porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que ha elegido por ti”. Se recuerda ahora porque estamos en un momento en el que se exige a los políticos un esfuerzo extra para encontrar el consenso que dé a España el gobierno que necesita. Cada político ha elegido ya entre la opción fácil o difícil, y dejo que sean ustedes los que pongan los nombres en cada una.

La no investidura de Pedro Sánchez puso en marcha el reloj electoral. Y así, los menos se han puesto a nadar, los más a guardar la ropa, y algunos, como la “seductora bruja” de la canción de Sabina, esconden bajo la falda –o el pantalón- una calculadora. Una calculadora de escaños, para ser exactos.

España ha desterrado las mayorías amplias. Acabe como acabe, el escenario actual va a ser algo común a partir de ahora. Es la hora de llegar a acuerdos y conformar una mayoría. Si finalmente se llega a elecciones, que al menos ningún líder político pueda arrepentirse de no haber hecho todo lo posible por evitarlo.

España ha desterrado las mayorías amplias. Acabe como acabe, el escenario actual va a ser algo común. Es la hora de llegar a acuerdos y conformar mayorías

No tendríamos gobierno, pero habríamos recuperado dignidad para la política, e inaugurado un nuevo tiempo bajo el prisma del compromiso y el diálogo. Algo se avanzaría si los españoles llegasen a las urnas sabiendo que todos los implicados se han remangado para arreglar esta situación, que en definitiva es el mandato que dieron a sus legisladores.

Pero es que no va a ser así. Por ejemplo, hay quien teniendo elevadas responsabilidades está viendo pasar la vida tranquilamente, haciendo de la inacción su única estrategia, mientras sus varios millones de votantes se sienten desconcertados e infrarrepresentados.

Y hay también quien se ha atado las manos prometiendo referéndums que están más allá de la constitución o adoptando todas y cada una de las ideas radicales que les iban trayendo todo tipo de grupos. Alejarse del centro hace difícil pactar, y cuando ese recorrido se hace a propósito, por puro postureo ideológico, por un afán de diferenciarse a toda costa o por no entender que el momento exige una altura de miras distintas, uno no puede sino pensar que han puesto en marcha prematuramente la maquinaria electoral. Para algunos, las consecuencias que tenga estar varios meses más sin gobierno, e incluso el coste económico de repetir las elecciones no son obstáculo si la calculadora me dice que tendré un poco más de fuerza para negociar después del verano.

Alejarse del centro hace difícil pactar, y cuando ese recorrido se hace a propósito, por puro postureo ideológico, por un afán de diferenciarse

No se trata de formar gobierno sí o sí, lo he dicho antes. Hay que formarlo si se tiene sobre la mesa un acuerdo razonable, si se encuentran los consensos, si lo que se va a formar es un gobierno estable, con capacidad de hacer cosas y de ir regenerando la política. Y si se forma, hay que hacerlo con lealtad. Y si no, entendamos que unas elecciones son un mal menor comparadas con un gobierno vacío y débil.

Evidentemente, ahí está la clave, en lo que unos y otros pueden considerar un buen o mal gobierno. Todos los partidos tienen determinados principios en su ADN que no deben subvertir. Por eso, como le ha sucedido a Ciudadanos, que otros critiquen su defensa de determinados valores como la unión de España o la vocación de pertenencia a Europa es incomprensible. No se puede pedir coherencia exigiendo a otros que dejen de ser coherentes.

Eso, en el fondo, demuestra que sabemos muy poco de pactar, de hacer lo que es normal en otros países. Allí nadie pide al otro que cambie sus principios, sino que se entiende con naturalidad que la pluralidad de visiones es inherente a la política. Y por eso, son capaces de funcionar perfectamente dentro de un gobierno de coalición – ateniéndose a lo firmado- y que sea en el parlamento donde se muestra más claramente esa pluralidad, que mejora con el debate constructivo y que no bloquea las acciones del gobierno pactadas previamente.

Tomarse esto como una partida de ajedrez es un error. Más que maestros en estrategia, lo que necesitamos son maestros en acuerdos y compromisos

Tomarse esto como una partida de ajedrez es un error. Más que maestros en estrategia, lo que necesitamos son maestros en acuerdos y compromisos. Lo que nos han pedido en las urnas es ponernos todos al mismo lado del tablero, y encontrar juntos la manera de formar gobierno. Y por eso, hay que ir a las reuniones dejando la calculadora en casa. Dar un paso al frente. Ser valientes y pensar en el trabajo que tenemos hoy, y no en el rédito político de las elecciones de mañana.

Últimamente hemos oído mucho aquella gran reflexión de Adolfo Suárez: “La vida siempre te da dos opciones: la cómoda y la difícil. Cuando dudes elige siempre la difícil, porque así siempre estarás seguro de que no ha sido la comodidad la que ha elegido por ti”. Se recuerda ahora porque estamos en un momento en el que se exige a los políticos un esfuerzo extra para encontrar el consenso que dé a España el gobierno que necesita. Cada político ha elegido ya entre la opción fácil o difícil, y dejo que sean ustedes los que pongan los nombres en cada una.

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