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Begoña Villacís

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Démosle la vuelta

Animado por el ambiente festivo de un acto preelectoral, dijo Rajoy el otro día, en referencia a Ciudadanos, “que no se podía dejar el gobierno a

Foto: Mariano Rajoy en un acto electoral en Logroño. (Efe)
Mariano Rajoy en un acto electoral en Logroño. (Efe)

Animado por el ambiente festivo de un acto preelectoral, dijo Rajoy el otro día, en referencia a Ciudadanos, “que no se podía dejar el gobierno a una pandilla que llega a aprender”. A mí me apena que eso sea lo que el Presidente del Gobierno piensa de nuestro partido, pero me apena más aún el trasfondo que le ha llevado a pensar así.

Rajoy sabe que Ciudadanos es un partido surgido de la sociedad civil, en el que participan profesionales de todos los ámbitos, y en el fondo, parece que 35 años ininterrumpidos en política han dado como resultado el desprecio por el trabajo en la empresa privada y por la propia sociedad española. En el fondo, está dando la razón a quienes dicen que hemos vivido en una partitocracia, y demuestra que se siente muy cómodo en una España en que la política está absolutamente distanciada de los ciudadanos.

Durante estos años de crisis, Rajoy y la mayoría de los suyos han estado protegidos por el grueso cascarón de la administración pública. No saben lo que es la exposición a resultados, el ajuste salarial, la amenaza del paro o de un ERE, ni el esfuerzo que tantos españoles hacen para sacar un proyecto empresarial adelante.
Esos problemas del día a día de cada uno son, sumados, los problemas de España. Problemas estructurales que quienes han estado en la empresa privada afrontan como retos, como oportunidades de superarse, como asuntos que hay que solucionar y no minimizar.

A los cuatro meses y medios, la gente no lo soporta más. Se han puesto sillas y siglas por delante del interés general. Y la legislatura ha fracasado

Démosle la vuelta a esa idea de que el Estado tiene sus propios tiempos y métodos. Es posible afrontar las cosas de la manera en que lo han hecho las empresas españolas: cambiando de dentro afuera, buscando a las personas capaces de convertir cada problema en reto y cada reto en oportunidad de mejora.
Yo quiero pensar que estos cuatro meses y medio que han pasado desde las elecciones han sido la última muestra de particentrismo en España. Porque la gente no lo soporta más. Se han puesto sillas y siglas por delante del interés general. Y la legislatura ha fracasado.

El PP no se ha sentado a pactar, esperando que las nuevas elecciones le traigan algo mejor. Volviendo al principio de este artículo: están increíblemente desconectados de la calle. Y por el otro lado, Podemos, cuya suma de siglas en las anteriores generales va camino de convertirse en concurso de acreedores. Bildu, Compromís, Las Mareas… tratando de descoser España aprovechando la sed de votos de Pablo Iglesias. Unas “confluencias” que salen, además, reforzadas del pacto con IU, que les asegura el referéndum catalán.

Cito a PP y Podemos en el mismo párrafo porque ayer mismo, el PP decía en un tuit que las opciones son solo ellos o Podemos. Y yo me pregunto si ese gobierno de Podemos no estaría ya en la Moncloa de no haber sido por la valentía de Ciudadanos, mostrando que el único camino para un gobierno estable está en el centro y que es la hora de pactar.

Viene otra campaña, y ojalá que, en vez de tratar de sacar la peor cara del otro partido, de intentar que todo el mundo vote “a la contra”

A todo partido le gustaría aplicar su programa al completo, sin cortapisas. Pero algunos hemos entendido que en España eso ya no es posible. Ante una situación de bloqueo unos han puesto sus políticas de máximos, otros han escondido la cabeza y Ciudadanos ha asumido el riesgo de desgaste que implica pactar; poniendo a España por delante del partido, encajando críticas de todas partes, evitando un gobierno con radicales y separatistas y logrando un pacto que demuestra que sentarse a hablar, más que posible, es imprescindible.

Y todavía, algunos apelarán a que el voto útil está en otro sitio. Viene otra campaña, y ojalá que, en vez de tratar de sacar la peor cara del otro partido, de intentar que todo el mundo vote “a la contra”, la afrontemos como lo haría una empresa: conociendo nuestras fortalezas, buscar soluciones, encontrando oportunidades, aprendiendo del adversario. Ojalá podamos hablar de propuestas, de regeneración política, de lo que preocupa a los españoles.

Démosle la vuelta. Que hay mucho y bueno fuera de la política. Muchas personas a las que escuchar para hacer una España mejor.

Animado por el ambiente festivo de un acto preelectoral, dijo Rajoy el otro día, en referencia a Ciudadanos, “que no se podía dejar el gobierno a una pandilla que llega a aprender”. A mí me apena que eso sea lo que el Presidente del Gobierno piensa de nuestro partido, pero me apena más aún el trasfondo que le ha llevado a pensar así.

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