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Begoña Villacís

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Existe una posibilidad

Una negociación siempre consta de un tira y afloja, y en estos días parece que se ha comprobado que la antigüedad de un partido político no presupone mayor madurez democrática

Foto: El presidente en funciones, Mariano Rajoy, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. (Reuters)
El presidente en funciones, Mariano Rajoy, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera. (Reuters)

Era cuestión de voluntad política, era simplemente una cuestión de saber hasta dónde se puede tensar una cuerda, medir al adversario y testar su firmeza. En eso consiste una negociación, y parece que este nuevo esquema institucional está consiguiendo demostrar que en lo que a partidos respecta, la antigüedad del partido no presupone mayor madurez democrática. Más bien al contrario, suele ir acompañada de determinados ticks, fobias y manías adquiridas a lo largo del tiempo. Desprenderse de esa pesada carga es imprescindible en tiempos en que uno ha de cohabitar en un entorno cada vez más diverso y cambiante.

El pasado miércoles Rajoy sorprendía a propios y a extraños -sí, incluso a los propios-, reportando las conclusiones de las últimas horas de ejecutiva del partido conservador. Las últimas comparecencias del presidente en funciones nunca consiguen preparar para la siguiente, se supera, hay que reconocerle al Sr. Rajoy que siempre consigue sorprender. Al parecer, el único objeto de la urgente reunión había sido recabar de su comité la autorización formal para negociar con Ciudadanos. Afirmaba de esta manera reconocer la ilegitimidad de las reuniones precedentes, a la vez que reconocía no haber entrado al fondo del condicionado que se le servía, propuesto, a su vez, por el único partido que le brinda tal posibilidad. No se habló, dijo el Sr. Rajoy, de aforamientos, ni de investigados, ni de comisión de investigación alguna, ni de mandatos. Sin embargo, han bastado 24 horas para que el -ahora sí- candidato, zanjase la cuestión con un “sí, acepto”, en el que no mediaron ni 7 días más, ni la congregación de sus ejecutivos, ni más vacíos títulos habilitantes, simplemente ha comprendido que quien tenía enfrente no cedía al soborno de un ministerio o una vicepresidencia. Esta vez no se cambiaban cromos, esta vez se cambiaba todo.

Ante este nuevo panorama, de combinaciones infinitas, de presumible intensidad legislativa, la función de la oposición será clave y principal

Hoy ya tenemos fecha, hoy tenemos, por lo menos, una posibilidad, que es mucho más de lo que teníamos ayer. Tras casi 300 días de dilaciones indebidas, hoy se abre una vía para la consecución de un gobierno comprometido a una hoja de ruta ajena, llamado a gobernar sin una arrolladora mayoría parlamentaria. Un gobierno, por tanto, sometido a una artimética parlamentaria distinta, ante la que tendrá que ceder y transigir aceptando que serán muchas las ocasiones en las que sea la oposición quien gobierne, y ellos quienes ejecuten.

Ante este nuevo panorama, de combinaciones infinitas, de pesos y contrapesos, de presumible intensidad legislativa, la función de la oposición será clave y principal, entender esto, es comprender cuál ha sido el mandato de los ciudadanos. Cada Ley, cada reforma, será el resultado de los esfuerzos negociadores de por lo menos dos o tres grupos parlamentarios, cuando no más. Serán normas de tramitación laboriosa pero muy trabajadas y necesariamente consensuadas, normas que no esperarán el vencimiento de una legislatura para ser derogadas, como viene siendo habitual, porque no serán el resultado de un alarde de despotismo, sino de un ejercicio de acuerdo.

Ciudadanos ha conseguido un mínimo común denominador de 6 puntos con el Partido Popular, fruto de las negociaciones habrán de encontrarse más conexiones, pero es que ya en la pasada legislatura fuimos capaces de concretar 200 puntos con el Partido Socialista. Si los partidos que conformaremos la oposición en este país, aceptamos el reto de esta legislatura plural, en que la que podremos gobernar desde la cámara, traducir nuestros puntos programáticos en realidades desde la actividad parlamentaria, no hay razón para demorar más este bloqueo. Que todo empiece implica que todo comience a cambiar, el bloqueo, por el contrario, blinda el Status Quo en un país que requiere superar la era del recorte por la de la reforma. Ante la inexistencia de alternativas, la opción es clara, o elecciones perpetuas de inconfigurable resultado, o iniciar no sólo una nueva legislatura, sino un nuevo periodo en España.

Era cuestión de voluntad política, era simplemente una cuestión de saber hasta dónde se puede tensar una cuerda, medir al adversario y testar su firmeza. En eso consiste una negociación, y parece que este nuevo esquema institucional está consiguiendo demostrar que en lo que a partidos respecta, la antigüedad del partido no presupone mayor madurez democrática. Más bien al contrario, suele ir acompañada de determinados ticks, fobias y manías adquiridas a lo largo del tiempo. Desprenderse de esa pesada carga es imprescindible en tiempos en que uno ha de cohabitar en un entorno cada vez más diverso y cambiante.

Ciudadanos Mariano Rajoy