Es noticia
El original y los sucedáneos
  1. España
  2. Mirada libre
Esperanza Aguirre

Mirada libre

Por

El original y los sucedáneos

CDC se arrastra para conseguir que la CUP quiera ir con ella. Y los de la CUP someten a los burgueses de CDC a la humillación de decirles que, si quieren acabar con el sistema, tienen que imitarles a ellos

Foto: Oriol Junqueras (ERC), Antonio Baños (CUP) y Artur Mas (CDC), tras fracasar la primera votación para la investidura del último como 'president'. (Reuters)
Oriol Junqueras (ERC), Antonio Baños (CUP) y Artur Mas (CDC), tras fracasar la primera votación para la investidura del último como 'president'. (Reuters)

Un partido antisistema es un partido que preconiza su voluntad de acabar con el 'sistema', así, sin complejos y sin disimulos. Y en el 'sistema' engloban todo: el ordenamiento jurídico, el marco económico, los compromisos internacionales y la política en todos sus campos (Defensa, Educación, Sanidad, Transportes…).

El mejor ejemplo que tenemos en España de un partido antisistema es la CUP catalana. Todos sabemos que en Cataluña existe ese partido que está contra todo (España, Unión Europea, euro, OTAN, economía de mercado y, por supuesto, el capitalismo). Como también sabemos que en casi todos los países europeos existen partidos de corte semejante. Lo que pasa es que, en la mayoría de esos países, la presencia de estos partidos antisistema en la vida pública es muy pequeña, casi testimonial. Son como una demostración más de la grandeza de la democracia liberal, que hasta da la posibilidad de votar a partidos que quieren acabar con la propia democracia liberal.

La diferencia es que en Cataluña la CUP, aunque con solo el 8% de los votos, consigue representación parlamentaria. Y la consigue diciendo claramente que quiere acabar con lo que hay. Nadie se llama a engaño cuando los vota, y a nadie sorprenden sus miembros cuando hacen declaraciones explosivas. Que eran así ya lo sabíamos.

Lo que no sabíamos es que Convergència y ERC, embarcados en su desafío independentista, se iban a convertir en partidos antisistema, en partidos que no están dispuestos a respetar las Leyes

Lo que no sabíamos es que Convergència y ERC, embarcados en su desafío independentista, se iban a convertir en partidos antisistema, en partidos que no están dispuestos a respetar las leyes. Unas leyes exquisitamente democráticas que nos hemos dado en España, que es uno de los estados más importantes de Europa y de todo el mundo occidental.

Cuando Convergència y ERC decidieron desafiar frontalmente el Estado de derecho español y se comprometieron a no respetar sus leyes, se convirtieron en eso que, para entendernos, estamos llamando partidos antisistema.

De ahí que, al convertirse en antisistema, sea bastante natural su alianza con los antisistema de acreditado pedigrí, los de la CUP. Y de ahí el lamentable espectáculo de Artur Mas dispuesto a concederles a los de la CUP cualquier cosa que estos le pidan… salvo su propia cabeza. Un burgués de Barcelona dispuesto a ceder ante cualquier pretensión de un partido que, entre sus objetivos, tiene el de acabar con la economía de mercado es un espectáculo grotesco que se ha convertido en la vergüenza de muchos catalanes, incluso de muchos catalanes a los que, de buena fe, les gustaría llegar a una república independiente.

Este proceso de travestismo político lo han vivido ya algunos partidos. Y siempre con un resultado catastrófico para sus propios intereses. En Cataluña misma tenemos el mejor ejemplo de cómo si un partido se disfraza de lo que no es acaba perdiendo el apoyo de sus votantes: el PSC tuvo en 1999 52 diputados en el Parlamento de Cataluña y fue el más votado por los catalanes, aunque no pudo gobernar. Hasta entonces era el PSC representante de la izquierda catalana no nacionalista y llegó a esos magníficos resultados defendiendo esas posiciones. En las elecciones de 2003 ya se presentó con propuestas más nacionalistas -incluso con un proyecto de nuevo Estatuto-, y el resultado fue que bajó a 42 diputados, aunque, con ERC y con Iniciativa, pudo gobernar. Desde entonces su marcha ha sido un descenso continuo, 37 diputados en 2006, 28 en 2010, 20 en 2012 y ¡16 en 2015! El PSC compitiendo con los nacionalistas se ha hundido. Porque los ciudadanos siempre prefieren los originales a los sucedáneos.

No me extraña que, por muy descabelladas que me parezcan sus propuestas, la intención de voto a las CUP esté subiendo, mientras que la de voto a Convergència Democràtica esté bajando

A Convergència le ha pasado lo mismo. En coalición con Unió, CiU, representaba a los nacionalistas no independentistas (recordemos que la Constitución española tuvo a Miquel Roca entre sus autores y que Cataluña fue la región de España que la votó con más entusiasmo) durante décadas. Desde que se unió al independentismo, ha pasado de 62 diputados en 2010 a 50 diputados en 2012, y en las últimas elecciones -unida a ERC y demás entidades secesionistas- solo tiene 30 de los 62 diputados del grupo de Junts Pel Sí.

Ahora Convergència se arrastra para conseguir que la CUP quiera ir con ella. Y los de la CUP, con la soberbia de ser los detentadores de la patente del antisistema, someten a los burgueses de Convergència a la humillación de decirles que, si quieren acabar con el sistema, lo que tienen que hacer es imitarles a ellos, que nunca han tenido frenos para declarar que quieren romper con todo.

Como los de Convergència, pero a las claras. Por eso no me extraña que, por muy descabelladas que me parezcan sus propuestas, la intención de voto a la CUP esté subiendo, mientras que la de voto a Convergència esté bajando.

Los ciudadanos siempre prefieren los originales a los sucedáneos.

Un partido antisistema es un partido que preconiza su voluntad de acabar con el 'sistema', así, sin complejos y sin disimulos. Y en el 'sistema' engloban todo: el ordenamiento jurídico, el marco económico, los compromisos internacionales y la política en todos sus campos (Defensa, Educación, Sanidad, Transportes…).

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Artur Mas PSC CiU Parlamento de Cataluña