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El fichaje de Ronaldo, ¿gasto, inversión o impudicia?
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José Antonio Zarzalejos

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El fichaje de Ronaldo, ¿gasto, inversión o impudicia?

¿Saben ustedes quién es Nick Hornby? Pues el autor de una novela que bajo el título Fiebre en las gradas, ha extraído del fútbol los materiales

¿Saben ustedes quién es Nick Hornby? Pues el autor de una novela que bajo el título Fiebre en las gradas, ha extraído del fútbol los materiales de ficción como no lo ha hecho ningún otro escritor para redactar un gran relato. Es, por supuesto, un experto en este deporte, así que sus opiniones al respecto gozan de cierta autoridad. Preguntado por su sensación por  el fichaje de Cristiano Ronaldo ha afirmado que “este traspaso es de muy mal gusto en mitad de la crisis mundial”, no sin antes reconocer que es “el mejor jugador del mundo”. Muchos ciudadanos coinciden con esa opinión de Hornby. Las encuestas digitales realizadas la semana pasada recabando el criterio de los internautas eran todas apabullantes: mayorías contundentes discrepaban de los términos económicos de ese fichaje galáctico realizado por  Florentino Pérez. Véase la de este periódico.

Ocurre que con la compra por el Real Madrid de Ronaldo por un importe superior a los noventa millones de euros (sin olvidar los sesenta anteriores de Kaká), el fútbol, que ya era un negocio, se ha convertido directamente en una industria del show business. La prueba del nueve es que el pasado viernes los tres periódicos en papel de información económica de mayor difusión dedicaban espacios en sus portadas y amplias informaciones  a la operación del club blanco. En Expansión el asunto merecía crónica en la página 7 a cinco columnas; Cinco Días le dedicaba dos comentarios en la contraportada, y El Economista le daba por entero la página 37 de su edición del viernes, también a cinco columnas y abriendo la sección de Gestión. Por supuesto, fue portada en los diarios de información general (El Mundo abrió edición con la noticia) y los informativos audiovisuales de medio mundo arrancaron con el estratosférico fichaje. Los periódicos digitales –más versátiles y rápidos—ofrecían a las pocas horas el pulso de la opinión social sobre la operación y un alud de comentarios y consideraciones de los lectores.

Ronaldo será un gasto -en realidad, un enorme despilfarro- si una lesión o una inadaptación personal o familiar, le sitúan por debajo de las expectativas. Será una inversión –olvidemos ya el fútbol como un deporte más— si los estadios se llenan para verle, si los palcos que el Real Madrid pone en alquiler se vuelven a arrendar con incremento de sus precios; si la mercadotecnia que procura el portugués alcanza el listón calculado; si los derechos audiovisuales incrementan los ingresos del club, si los contratos de publicidad –cuyos beneficios tendrían que ser compartidos con la entidad— resultan abundantes y si los blancos logran con el propio Ronaldo, con Kaká, y quizá con otros más, alcanzar las más altas cotas en las competiciones nacionales e internacionales.

La delgada línea entre gasto e inversión

La distancia entre gasto e inversión, cuando todo depende de la capacidad de respuesta de un ser humano –es decir, no se trata de una máquina-, puede ser mínima. Florentino Pérez se la ha jugado porque, no se trata sólo de cuánto haya costado a las arcas del club el jugador portugués; se trata también de que ese precio se corresponda con unas expectativas que en  época de crisis se incrementan para que la operación no sea considerada como una  impudicia, es decir, un falta de pudor o una desvergüenza, que en esos términos define lo impúdico el Diccionario de la Real Academia Española.

Pérez ha cometido un error evitable en la comunicación de este fichaje: ha omitido situarlo en su contexto, esto es, en lo que el catedrático americano, Georges Lakoff, denomina “marcos de comprensión”. Sencillamente, ha soltado el bombazo sin acompañarlo de la descripción de objetivos, previsiones y expectativas objetivables. Lo, que, por si fuera poco ha irritado a una sociedad con más de cuatro millones de parados, cuyas pequeñas y medianas empresas tienen enormes problemas para obtener crédito y el consumo familiar  se retrae por desconfianza en el futuro inmediato.

Los apelativos con los que el presidente del Barça, Joan Laporta, ha descalificado el fichaje de Ronaldo -se trataría de un comportamiento “imperialista” y “prepotente” ha dicho-, aunque son oportunistas, impactan bien en una opinión pública que, metida en estrecheces, se encuentra que por un jugador de veinticuatro años se ha pagado tanto como el presupuesto anual del Prado, la Biblioteca Nacional… y otras instituciones de carácter cultural. Una apuesta muy fuerte en tiempos difíciles que muchos consideran “obscena” (sic), quizás sin comprender que tras del fútbol, y mucho antes que el fútbol, está el poder social (y político) de sus dirigentes; las rentabilidades derivadas de su visibilidad pública y el manejo de emociones colectivas de gran potencial social. Es decir, que mientras unos hablan de deporte y fútbol, otros se refieren a una  industria y  a un determinado poder. Son lenguajes y percepciones que no se conectan ni se acoplan. Sólo sabiendo bien de lo que hablamos –dinero e influencia- puede entenderse este ¿gasto?, ¿inversión?... que a muchos puede parecer una impudicia.

Yo me acerco a la opinión del novelista Hornby: simplemente es de “muy mal gusto en medio de la crisis mundial”. Eficacia y estética, no siempre corren parejas, sobre todo cuando al relato comunicacional del fichaje le falta el vuelo épico de los grandes eventos.

*José Antonio Zarzalejos es director general de Llorente & Cuenca en España.

¿Saben ustedes quién es Nick Hornby? Pues el autor de una novela que bajo el título Fiebre en las gradas, ha extraído del fútbol los materiales de ficción como no lo ha hecho ningún otro escritor para redactar un gran relato. Es, por supuesto, un experto en este deporte, así que sus opiniones al respecto gozan de cierta autoridad. Preguntado por su sensación por  el fichaje de Cristiano Ronaldo ha afirmado que “este traspaso es de muy mal gusto en mitad de la crisis mundial”, no sin antes reconocer que es “el mejor jugador del mundo”. Muchos ciudadanos coinciden con esa opinión de Hornby. Las encuestas digitales realizadas la semana pasada recabando el criterio de los internautas eran todas apabullantes: mayorías contundentes discrepaban de los términos económicos de ese fichaje galáctico realizado por  Florentino Pérez. Véase la de este periódico.

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