Es noticia
Gómez Bermúdez marea la perdiz del Faisán
  1. España
  2. Notebook
José Antonio Zarzalejos

Notebook

Por

Gómez Bermúdez marea la perdiz del Faisán

El Plenario de la Audiencia Nacional determinó ayer que de lo hasta ahora investigado por el juez central, Pablo Ruz, se “aprecia indicios de un hecho

El Plenario de la Audiencia Nacional determinó ayer que de lo hasta ahora investigado por el juez central, Pablo Ruz, se “aprecia indicios de un hecho que reviste los caracteres de delito”, no obstante, y sin pronunciarse sobre el tipo penal en que pueda encajar tal hecho (colaboración con banda armada y/o revelación de secretos), devuelve la causa al magistrado para que siga investigando. Naturalmente, revoca los procesamientos del ex director general de la Policía, Víctor García Hidalgo, del jefe superior de Bilbao, Enrique Pamies, y del comisario de Vitoria, José María Ballesteros. En otras palabras: en el bar Faisán de Irún el 4 de mayo de 2006 se produjeron unos hechos indiciariamente delictivos, pero, por el momento, y según la Sala Penal de la Audiencia Nacional, no está suficientemente acreditada la autoría de los mismos, ni, al parecer, procede calificarlos. Pero deben ser conexos con un delito terrorista porque los deja bajo la investigación de Ruz y no envía la causa a Irún.

Lo que han constatado los catorce magistrados convocados excepcionalmente por Javier Gómez Bermúdez es la mayor de las obviedades: alguien –no necesariamente los procesados por Pablo Ruz— pegó un chivatazo a etarras del aparato de extorsión de la banda terrorista que pusieron pies en polvorosa. Eso ya lo sabíamos y lo que se esperaba de la Audiencia es que determinase si tal chivatazo era o no colaboración con banda terrorista. El fiscal Javier Zaragoza daba por supuesto que los tres procesados habían perpetrado un delito de revelación de secretos pero no de colaboración con ETA. La Sala ha decidido dar una larga cambiada, no negar los hechos, poner en duda que los procesados fuesen sus autores, eludir cualquier calificación jurídica y encargar a Pablo Ruz que siga investigando.

Tengo muy serias dudas de que el juez instructor pueda eludir la citación, inicialmente como testigos, del ministro del Interior, a la sazón Alfredo Pérez Rubalcaba, y del secretario de Estado de Interior en mayo de 2006 y hoy titular del Ministerio, Antonio Camacho. Quizás haya sido la propia Sala –queriéndose quitar de encima el lío en el que le ha metido innecesariamente su presidente— la que obligue a Ruz al trámite que ha estado evitando: que el candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno y el ministro del Interior se vean implicados judicialmente hasta las cejas en el asunto, cuando acaso Gómez Bermúdez pretendía todo lo contrario.

La Sala de la Audiencia Nacional ha dejado en mal lugar al juez Ruz porque le reprende por no investigar más a fondo; ha dejado en evidencia al fiscal Javier Zaragoza porque, dando éste por seguro que los procesados eran los autores del chivatazo, se lo ha desmentido, y mantiene el asunto en el juzgado central de la Audiencia Nacional sin remitirlo a Irún. Libra del procesamiento, de momento, a Garcia Hidalgo, Pamies y Ballesteros, pero ancla el asunto en el órgano jurisdiccional más incómodo para el Gobierno. Ofrece también un alivio relativo a Camacho y a Pérez Rubalcaba pero no la tranquilidad plena porque, en definitiva, el 4 de mayo de 2006, en el bar Faisán de Irún se produjo un hecho en el que se “aprecia carácter de delito”. De delito, añado, terrorista.

El “caso Faisán” lejos de haber concluido vuelve a comenzar sin que de él se hayan desembarazado ni los inicialmente procesados ni sus mandos políticos, Camacho y Rubalcaba. Gómez Bermúdez pretendía seguramente objetivos más ambiciosos y, al final, todo el montaje de avocar el asunto a la sección segunda y montar el espectáculo, ha mareado la perdiz saliendo por un registro descomprometido que ofrece un tiempo adicional al Gobierno y al PSOE pero que espoleará a Pablo Ruz a investigar con mayor exhaustividad.

¿Cómo puede hacerlo? Pues preguntando a más gente; comprobando más datos y reclamando la versión judicial de Camacho y Rubalcaba. Quede constancia, por lo demás, que si hay hecho delictivo, debe haber autores. Y si se da por hecho que hubo chivatazo, habrá reveladores de secretos y/o colaboradores con banda terrorista. Y tarde o temprano, antes o después se sabrá quiénes perpetraron el delito en todos los grados de participación: autoría material y por inducción, complicidad y encubrimiento. Y el asunto sombreará a Rubalcaba y Camacho por mucho tiempo. A veces hay tiros que salen por la culata.

El Plenario de la Audiencia Nacional determinó ayer que de lo hasta ahora investigado por el juez central, Pablo Ruz, se “aprecia indicios de un hecho que reviste los caracteres de delito”, no obstante, y sin pronunciarse sobre el tipo penal en que pueda encajar tal hecho (colaboración con banda armada y/o revelación de secretos), devuelve la causa al magistrado para que siga investigando. Naturalmente, revoca los procesamientos del ex director general de la Policía, Víctor García Hidalgo, del jefe superior de Bilbao, Enrique Pamies, y del comisario de Vitoria, José María Ballesteros. En otras palabras: en el bar Faisán de Irún el 4 de mayo de 2006 se produjeron unos hechos indiciariamente delictivos, pero, por el momento, y según la Sala Penal de la Audiencia Nacional, no está suficientemente acreditada la autoría de los mismos, ni, al parecer, procede calificarlos. Pero deben ser conexos con un delito terrorista porque los deja bajo la investigación de Ruz y no envía la causa a Irún.