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Draghi, Rehn y Rato ponen al Gobierno en la picota
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José Antonio Zarzalejos

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Draghi, Rehn y Rato ponen al Gobierno en la picota

El Gobierno ha perdido el control de la situación económica-financiera del país y ya sólo confía en que la ofensiva política que está desplegando ante

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El Gobierno ha perdido el control de la situación económica-financiera del país y ya sólo confía en que la ofensiva política que está desplegando ante el FMI, el Tesoro de los Estados Unidos, el BCE y Alemania permita una inyección para la recapitalización de parte del sistema financiero español sin que la ayuda pueda considerarse -ni denominarse- como un rescate ‘a la portuguesa’. Las grandes entidades financieras españolas descuentan que se producirá una ‘asistencia financiera’ que creen por completo inevitable, pero, al mismo tiempo, sus responsables cruzan los dedos para que la ayuda no se convierta ni en una intervención ni en un rescate que conllevaría un tremendo coste para España.

Esa está siendo la línea de trabajo del Gobierno que ha encontrado un cierto eco en la canciller alemana Ángela Merkel -comprensiva  con la “difícil herencia” recibida por Rajoy- y en el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Timothy Geitner, que el jueves  se entrevistó en Washington con Soraya Sáenz de Santamaría que, sin embargo, no encontró la misma receptividad en la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Cristhine Lagarde. El Ejecutivo de Rajoy confía en que las dimensiones de la economía española –la cuarta de la eurozona- y la sobreexposición a que se sometería Italia en caso de que el sistema financiero español tuviese que ser formalmente rescatado, persuadirán a la troika y al Tesoro de los Estados Unidos hacia la adopción de una solución “blanda”. Justamente a esta composición de lugar se refirió Luis de Guindos ayer en Sitges ante el empresariado catalán al afirmar que “el euro se la juega en España e Italia en las próximas semanas”.

La implementación de la asistencia financiera -sin que el Gobierno español se vea en la tesitura de solicitarla formalmente- se antoja extraordinariamente difícil, de ahí que el Gobierno y las entidades financieras españolas confíen en una “acción combinada”, es decir, un préstamo del FMI y la compra de títulos de deuda soberana española por el BCE en el mercado secundario a la espera de que en julio eche a andar el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Parece descartada la posibilidad de que el Fondo de Rescate Europeo atienda peticiones individualizadas de entidades financieras y no hay tiempo material para articular una unión bancaria europea sometida a un supervisor único que arroje certidumbre sobre su auténtica situación de solvencia.

Mientras tanto, la economía española atraviesa por un trance crítico (de “emergencia total” según las fuentes consultadas del Ministerio de Economía y Competitividad) contextualizado en una prima de riesgo en 540 puntos básicos, un desplome del Ibex 35 de más del 13,13% en el mes de mayo y una fuerte salida de capitales -desde enero, casi 100.000 millones de euros- al que el Gobierno y las propias entidades financieras españolas restan dramatismo ya que “más de un sesenta por ciento de esa cantidad es atribuible a transferencias del mercado interbancario; en absoluto a fuga de depósitos”. La pérdida de capitalización de las principales compañías españolas (de 103.700 millones de euros en lo que va de año, el 28,9%) se considera “dramática” y la presión del diferencial de la deuda española con la alemana sólo es soportable “escasos días”. El Gobierno tiene puesta la mirada en los vencimientos del mes de julio -más de 38.000 millones de euros- para cuando se confía que se haya ofrecido una solución desde las instancias internacionales. Pero también en la evolución de los datos de desempleo que seguirán siendo muy negativos. “La próxima EPA será difícil de digerir” apuntan fuentes gubernamentales.

La crisis de reputación del Gobierno de Mariano Rajoy en los ámbitos internacionales es agudísima. Se refleja en la muy agresiva prensa británica y estadounidense que habla ya de Spanic (España como sinónimo de pánico financiero), pero el descrédito gubernamental -al que Rodrigo Rato contribuyó con una carta a los miembros del Consejo de Caja Madrid fechada el miércoles pasado y conocida ayer, descalificando la dimensión de la nacionalización de BFA-Bankia- se ha producido  por la enmienda a la totalidad de los Presupuestos Generales del Estado dictada por la Oli Rehn mediante unas recomendaciones que colisionan con las previsiones de Cristóbal Montoro, y por la durísima opinión que a Mario Draghi le ha merecido la gestión de la crisis de Bankia (“la peor forma posible” de abordarla, dijo).

Ambos veredictos de la UE, y de Rato, han puesto en la picota al Gobierno de Rajoy que ha cometido graves errores de diagnóstico y de ritmo. Para la Comisión, el Ejecutivo español se ha confundido prácticamente en todo: debió incrementar el IVA y ha subido los impuestos directos; debió endurecer las condiciones de acceso y permanencia en el subsidio de desempleo y no lo ha hecho; era necesario retocar más aún el sistema de pensiones y tampoco se ha incidido en ese aspecto; la reforma laboral se queda corta y el control financiero de las autonomías se considera insuficiente. Si a este rapapolvo se añade la enorme contrariedad que, por falta de determinación y supervisión, ha provocado en el Banco Central Europeo la nacionalización de Bankia, se comprenderá que el gabinete de Rajoy ha quedado en evidencia, aunque en atención a las circunstancias internas españolas -no hay alternativa al actual Gobierno y Rajoy sólo lleva gobernando cinco meses-la Comisión concederá un año más -hasta 2014- para alcanzar el 3% de déficit siempre y cuando en los próximos meses Hacienda y Economía pongan en marcha las recomendaciones de Bruselas.

La debilidad del Gobierno -con una estructura orgánica errónea, sin vicepresidente económico y con ministros que “han pinchado” y otros “haciendo lo que no deben”- está sugiriendo fórmulas que se descartan tanto en el PP como en Moncloa, tales como un gabinete de concentración –tesis que han planteado académicos y a la que indirectamente se han referido tanto Duran Lleida como Felipe González- o un inmediato cese del equipo económico para gestionar la interlocución con la troika luego de que Montoro, por unas razones, y García Margallo, por otras, no estén “dando la talla” y hasta el mismo Guindos haya quedado lesionado por las opiniones críticas de Draghi.

La falta de capacidad política del Gobierno para sanear el entramado institucional está sorprendiendo también a observadores internacionales. Varios corresponsables de medios extranjeros están elaborando reportajes y crónicas sobre la crisis de la Corona, del Tribunal Supremo y del CGPJ, del Tribunal Constitucional, del Banco de España, de RTVE y sobre las tensiones centrífugas que se registran en Cataluña y País Vasco. Varios de estos corresponsales se lamentan de las “enormes dificultades” de obtener “definiciones claras” de fuentes gubernamentales fiables. En la tarde de ayer, periodistas que remitían sus crónicas ponían en duda la certeza del déficit cero de las autonomías en el primer trimestre anunciado por Montoro y especulaban con la posibilidad de que se tratase de una “puesta en escena” para contrarrestar el tsunami de malas noticias. 

Por otro lado, algunos de los males que afectan a la reputación del Gobierno se atribuyen no a la buena o mala política de comunicación, sino a “su inexistencia total”. De hecho, la comparecencia de Rajoy el pasado lunes en la sede central del PP –no en la Moncloa- para asegurar que el sistema financiero español no precisa de un rescate y garantizar que la recapitalización de Bankia se iba a producir pero sin acreditar de qué forma, se considera una torpeza que se ha constituido “el pistoletazo de salida” de una semana que ha hecho que España “atraviese el umbral de la crisis contenida a la crisis desatada” según fuentes bancarias. Simultáneamente, personalidades del PP -vinculadas a la época de José María Aznar- constataban que “el partido está desactivado con la bicefalia de Cospedal, la desaparición de González Pons y el abandono a que está sometido Carlos Floriano”. Y por si fuera poco, Rodrigo Rato ha pasado a la ofensiva. “El Gobierno necesita una remoción, no ha sabido aprovechar el beneficio de los seis primeros meses y ahora está en la picota. No era lo que esperábamos después de la pesadilla de Zapatero” confiesa un ex ministro del PP para el que “las palabras de Rato sobre Bankia son más graves para el Gobierno y la cohesión del PP que las críticas de Draghi y Rehn”. Dicho queda.

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El Gobierno ha perdido el control de la situación económica-financiera del país y ya sólo confía en que la ofensiva política que está desplegando ante el FMI, el Tesoro de los Estados Unidos, el BCE y Alemania permita una inyección para la recapitalización de parte del sistema financiero español sin que la ayuda pueda considerarse -ni denominarse- como un rescate ‘a la portuguesa’. Las grandes entidades financieras españolas descuentan que se producirá una ‘asistencia financiera’ que creen por completo inevitable, pero, al mismo tiempo, sus responsables cruzan los dedos para que la ayuda no se convierta ni en una intervención ni en un rescate que conllevaría un tremendo coste para España.

Rodrigo Rato Mario Draghi