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La emancipación de la Reina
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José Antonio Zarzalejos

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La emancipación de la Reina

Corría diciembre de 2011. La Reina se había desplazado a Washington a visitar a su hija la infanta Cristina, a sus nietos y a su yerno,

La crisis del 14 de abril de este año -el accidente del Rey en Botsuana- significó para la Reina un punto de no retorno. Mantuvo su plan de viaje en vuelo regular desde Atenas a Madrid el lunes día 16, visitó al Rey un cuarto de hora en la clínica San José y regresó día 17 dispuesta a plantear los términos de una emancipación personal, institucional y familiar a su marido


El éxito de la Cumbre Iberoamericana celebrada en Cádiz el pasado mes de noviembre -don Juan Carlos tuvo que hacer enormes esfuerzos por mantenerse en pie, afectado de fortísimos dolores de cadera- culminó esta rectificación histórica. En ella no han  faltado algunos errores: la web de su Casa es manifiestamente mejorable y fue mal empleada para transmitir un mensaje real sobre la situación en Cataluña; la Corona ha quedado al margen de la ley de transparencia de las Administraciones Públicas y, aunque se ha reducido la asignación directa a la jefatura del Estado, el coste total de la institución -comparativamente modesto- sigue estando velado, más allá de la partida presupuestaria que se asigna a la Casa de S.M.. Junto a todo ello, se ha producido una fuerte visibilidad del príncipe de Asturias -nacional e internacional- que ha contrastado las cualidades del heredero, y se ha ajustado el protocolo real, que se centra ahora en los Reyes, los príncipes de Asturias y sus hijas, las infantas Leonor y Sofía, postergando -como, por otra parte, es habitual en otras monarquías- a las infantas -en el caso de Cristina también por la situación procesal de su marido- y a las hermanas del Rey -también infantas con tratamiento de Alteza Real- y del infante de gracia, don Carlos de Borbón Dos Sicilias, primo del Rey.

Doña Sofía defiende sus derechos ante los tribunales

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¿Y la Reina? Ha ejecutado su particular estatuto de emancipación. Además de una agenda de viajes que le han proporcionado notoriedad pública -siempre vinculados a causas humanitarias, como el más emotivo de todos, a Filipinas, o muy simbólicas, como el jubileo de Isabel II-, doña Sofía se presentó en Vitoria con la infanta Elena para acompañar a la familia Urdangarín cuando falleció en mayo el suegro de su hija Cristina; visitó de nuevo a su hija y a su yerno con motivo del cumpleaños de uno de sus nietos, ya instalados en Barcelona, y con motivo de la tercera intervención de cadera del Rey el pasado mes de noviembre, hizo venir desde Barcelona a los Urdangarín y a su hijo mayor para visitar a don Juan Carlos. En gesto perfectamente intencionado, la Reina llegó a la clínica y regresó a la Zarzuela en un vehículo conducido por su yerno.

Doña Sofía, además, no ha ocultado el estado de su relación con el Rey al suspender cualquier celebración por el cincuenta aniversario de su matrimonio, que se cumplió en mayo, y dejó pasar, igualmente sin celebración alguna, su setenta y cuatro cumpleaños el pasado dos de noviembre. Estas Navidades, la felicitación de los Reyes se ha limitado a un grabado para evitar la tradicional fotografía familiar. Ficciones, las justas.

Pero el gesto más rotundo de autonomía personal de Doña Sofía ha consistido en presentar, asistida por letrado y representada por procurador, ambos particulares, una demanda contra la agencia de contactos sexuales Ashely Madison, que utilizó su imagen en carteles callejeros (ella abrazaba el torso de un joven desnudo), que deberá ahora tramitar y fallar la titular del juzgado número 50 de los de primera instancia de Madrid, María del Rosario Campesinos ya que la consorte del jefe del Estado, el propio príncipe de Asturias y las infantas no están amparados por fuero alguno. La juez debe determinar si hubo intromisión ilegítima en la imagen, la intimidad e, incluso, el honor de la Reina. El hecho no tiene precedente, porque esa misma agencia ya había utilizado la imagen del Rey, pero ni los servicios jurídicos del Estado ni el Fiscal General actuaron, aunque se retiraron los carteles callejeros de manera fulminante. Por fin, el apadrinamiento en septiembre por doña Sofía de los asnos en peligro de extinción en un centro de adopción de animales se ha popularizado como una expresión de sensibilidad contrapuesta a la tradicional afición cinegética de los reyes de España.

La mejor embajadora de España

La estrategia de la Reina -autonomía personal, agenda propia nacional e internacional, cumplimiento de sus deberes como consorte del jefe del Estado y apoyo a sus hijos- ha sido entendida por la opinión pública española, con la que Doña Sofía ha sido empática quizás por primera vez en décadas. El pasado día 4, el Real Instituto Elcano -y el hecho tiene enorme significación- difundía una encuesta según la cual los consultados en ella consideraban a la Reina como la mejor embajadora de la marca España (puntuada con un 7 sobre 10), dejando atrás a su hijo (6,8), a su marido el Rey (6,5) y al presidente y expresidentes del Gobierno. La Casa de S.M. reaccionó a los pocos días filtrando a los medios que según sus encuestas -que no se han hecho públicas- la Corona ha superado la crisis de Bostsuana, aunque no la de Urdangarín. Según esas encuestas, al menos el 50% de los consultados aprueban también el post del Rey en la web de su Casa en relación con la situación en Cataluña (“quimeras”, “galgos y podencos”).

Doña Sofía ha reunido a su familia con motivo de la Nochebuena y el sábado se llevó a sus hijas, a su nuera y a sus ocho nietos a un musical en un teatro de la Gran Vía madrileña. La Zarzuela no ha pedido a la infanta Cristina ni el divorcio de Iñaki Urdangarín  ni la renuncia, por ella misma y por sus hijos, a los derechos de sucesión que le corresponden. El futuro de la Corona, tras la profunda crisis de abril, se ha rehecho con un reparto de papeles que la ciudadanía parece entender, especialmente el que se ha asignado la Reina. En esta tesitura -a la espera de contemplar la recuperación de don Juan Carlos en la Pascua Militar- los Borbón Grecia y la Monarquía van a tener que afrontar el trago de que un yerno del Rey se siente en el banquillo y, eventualmente, pueda ser condenado. En su mensaje navideño de la noche del pasado día 24, don Juan Carlos optó por no hacer referencia ni a la crisis de la institución ni a la de su familia, en particular a la de su yerno y su hija, la infanta Cristina. Pese a que el mensaje de don Juan Carlos tenía un hondo calado político e institucional, la omisión de cualquier referencia a la situación de la Corona y de su familia se subrayó negativamente, mientras se destacaba cómo en el acto de toma de posesión de Artur Mas, el lunes, el retrato del monarca fue ocultado tras un cortinón negro, al tiempo que el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, era tratado con un absoluto desdén por la Generalitat.

Doña Sofía -despreocupada ya de lo que se cuenta en la casi media docena de libros que sobre ella, su matrimonio y su familia se han publicado en 2012- está dispuesta a cumplir con su papel de consorte, pero sin mengua alguna del de madre, abuela y suegra porque la Constitución -al margen de lo simbólico- le priva de cualquier función. Después de mucho tiempo, se siente más libre y, además, ha percibido que los españoles han entendido el tránsito difícil por el que ha discurrido su vida en los últimos tres lustros. En definitiva, se ha emancipado y no admite que sus errores pedagógicos (y algunos criterios derogatorios que ha impuesto de las normas dinásticas) hayan sido ni más graves ni más numerosos que los de otras instancias. Ahora, hay que esperar a que se fije la fecha y hora de la vista oral del yerno de los Reyes. Será un nuevo y complicado punto de inflexión para la Monarquía que, pese a todo, sigue siendo considerada como la mejor forma de Estado para España.

La crisis del 14 de abril de este año -el accidente del Rey en Botsuana- significó para la Reina un punto de no retorno. Mantuvo su plan de viaje en vuelo regular desde Atenas a Madrid el lunes día 16, visitó al Rey un cuarto de hora en la clínica San José y regresó día 17 dispuesta a plantear los términos de una emancipación personal, institucional y familiar a su marido