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La infanta Cristina se enroca y aplaza la renuncia a sus derechos sucesorios
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José Antonio Zarzalejos

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La infanta Cristina se enroca y aplaza la renuncia a sus derechos sucesorios

La hermana del Rey se ha desdicho. Después de asegurar a su entorno su disposición a renunciar a los derechos dinásticos –es la sexta en el

Foto: Fotografía de archivo de los Reyes de España, la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin. (Reuters)
Fotografía de archivo de los Reyes de España, la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin. (Reuters)

La hermana del Rey se ha desdicho. Después de asegurar a su entorno su disposición a renunciar a los derechos dinásticos –es la sexta en el orden sucesorio– y a hacerlo antes de que el juez Castro dicte el auto de apertura del juicio oral en el caso Nóos, la infanta Cristina se ha enrocado y se niega por ahora a hacer un gesto de contrición ante la opinión pública española y un servicio a la Corona.

La hija de Don Juan Carlos y Doña Sofía supone, tras darle vueltas a su posición, que su situación de apartamiento de la familia del Rey se agudizaría si renunciase prematuramente –según su criterio– a los derechos de sucesión, que son los que le vinculan al núcleo duro de la Zarzuela por más que Felipe VI haya sido inequívoco en romper toda relación con ella y con su marido, Iñaki Urdangarin.

Pese a estar imputada por la Audiencia Provincial de Palma como cooperadora necesaria de dos delitos fiscales perpetrados presuntamente –entre otros– por su marido, la Infanta cree que aún le queda una oportunidad: la de que el juez instructor no la siente en el banquillo de los acusados si entiende que le es de aplicación la doctrina Botín’, ya que ni la Abogacía del Estado ni la Fiscalía formulan acusación contra ella. La hermana del Rey trata así de ganar tiempo.

Según fuentes de toda solvencia, Doña Cristina no ha sido presionada por la Zarzuela, aunque la Casa del Rey haya expuesto en privado la conveniencia del gesto de renuncia de la Infanta. Sin embargo, el apoyo a su criterio por parte de su madre, Doña Sofía, y la encendida defensa de su inocencia realizada por el fiscal Pedro Horrach en la cadena SER el pasado 18 de noviembre –siete días después de que este diario adelantase que la Infanta renunciaría en las próximas semanas–, parecen haber decidido a doña Cristina a esperar y tratar de salvar, de momento, su posición institucional.

Para el fiscal resulta “inaudito” que se deje a criterio del juez instructor sentar en el banquillo a la Infanta, acusando a la Audiencia de Palma de construir “una tesis desde un punto de vista alambicado y artificial con contradicciones técnicas en cuestiones tributarias”, reiterando que, si por él fuera, “la Infanta no estaría imputada”, anunciando que lo dejaría claro en el escrito de acusación.

Caracterizada por una timidez tozuda, la Infanta desafía así, no sólo a las peticiones de los medios de comunicación, sino de los dirigentes políticos más significados –no del Gobierno que guarda un prudente silencio– como Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía. A la hermana del Rey también le causa “temor” perder estatus en el entorno de la familia real. El pasado 14 de noviembre arreciaron las críticas cuando se comprobó que su marido, Iñaki Urdangarin, embarcó en el aeropuerto del Prat desde la pista a la que le desplazó un vehículo escoltado por la Guardia Civil. A raíz de este episodio, la Zarzuela difundió el propósito de la Casa del Rey de suprimir los privilegios de miembros de la familia del monarca que reciben descuentos y tratamientos especiales en sus viajes.

El alejamiento de Felipe VI de su hermana ha sido tan absoluto que ayer fueron sus padres, y no él ni la Reina Letizia, los que inauguraron la exposición de retratos reales en el Palacio Real. Una muestra que bajo el título “El retrato en las colecciones reales. De Juan de Flandes a Antonio López” descubrió el realizado por este último a la anterior familia real. Para el Rey, que en el retrato aparezca su hermana Cristina –apartada de la Casa y sus actividades, y suprimida de su web– se convirtió en un argumento disuasorio a su presencia en el acto que delegó en sus padres, que comparecieron juntos por primera vez desde el pasado día 8 de octubre. Ese día, Don Juan Carlos se acercó a la mesa petitoria de la Cruz Roja presidida por Doña Sofía. Desde entonces no habían vuelto a coincidir en público.

El entorno de la Infanta –en el que se encuentran los abogados Roca Junyent y Silva– transmite, sin embargo, la impresión de que su resistencia a la renuncia de los derechos sucesorios pende de un hilo, que se quebrará de producirse una decisión procesal adversa –el banquillo– y que en todo caso hará insostenible la situación de su marido que, por el momento y de forma cada vez más incomprensible, puede seguir ostentado la condición de consorte de la Duquesa de Palma.

La hermana del Rey se ha desdicho. Después de asegurar a su entorno su disposición a renunciar a los derechos dinásticos –es la sexta en el orden sucesorio– y a hacerlo antes de que el juez Castro dicte el auto de apertura del juicio oral en el caso Nóos, la infanta Cristina se ha enrocado y se niega por ahora a hacer un gesto de contrición ante la opinión pública española y un servicio a la Corona.

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