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Tres batallas y el imposible gobierno de la tramontana
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José Antonio Zarzalejos

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Tres batallas y el imposible gobierno de la tramontana

Si Sánchez intenta urdir una alternativa de registros tan diferentes -desde populistas hasta secesionistas- solo caben dos reflexiones: o es un inconsciente o es un cínico

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Escribió un autor francés que el “viento apaga las velas pero enciende las hogueras”. Cuando Francina Armengol, presidenta socialista de Baleares, animó a Pedro Sánchez a formar un gobierno alternativo al eventual de Rajoy, su colega aragonés, Javier Lambán, supuso que semejante propuesta era “producto de la tramontana que en determinadas épocas del año altera las mentes”. De este cruce de desavenencias entre un barón y una baronesa del PSOE se conoce al hipotético gobierno que Sánchez dice querer formar con Podemos y nacionalistas -no excluye a Ciudadanos- como el de “la tramontana” que es un viento frío y turbulento que sopla en las Islas Baleares y en Cataluña. Alfredo Pérez Rubalcaba fue más allá y lo denominó “Gobierno Frankenstein”.

Si Sánchez intenta urdir una alternativa con mimbres parlamentarios de registros tan diferentes -desde populistas hasta secesionistas- solo caben dos reflexiones: o es un inconsciente o es un cínico. Existe una tercera posibilidad: que este requiebro no sea sino un recurso entre los muchos que está ensayando y ensayará para mantener su no a Rajoy y seguir en la secretaría general del PSOE, llevarnos a terceras elecciones y asumir, de nuevo, la candidatura socialista. En cualquier caso, el imposible gobierno de la tramontana es la primera batalla en la estrategia de Sánchez en una guerra que solo atiende a la lucha por el poder en el partido y, por lo tanto, a la pelea por su continuidad política.

Como Sánchez tiene poco que perder, se muestra audaz. Decía Napoleón que con audacia se puede intentar todo pero no necesariamente conseguirlo. El secretario general del PSOE va a seguir el consejo del corso pero es seguro su fracaso en componer una mayoría alternativa a la insuficiente que ahora tiene el PP de Rajoy. ¿Razones? Son tan evidentes que deslumbran:

1) Las elecciones de mañana en Galicia y País Vasco eligen a dos parlamentos con 75 diputados cada uno. En el mejor de los casos, el PSOE obtendrá una suma de 25 sobre un total de 150. Ambas comunidades envían en las generales al Congreso 41 representantes y forman un censo conjunto de más de cuatro millones de electores. Con estos datos, Sánchez tendrá que elaborar el diagnóstico sobre los resultados para calcular su sostenibilidad ante el amplio frente crítico en su partido. Los candidatos socialistas son, ambos, afines a Sánchez. Dato importante.

2) Ciudadanos y Podemos no solo no son compatibles, sino que se detestan, de manera que los llamamientos de Sánchez para que cesen “los vetos cruzados” es pura retórica. Y él lo sabe. Rivera está comprometido con una candidatura “viable”, pero coherente con sus líneas rojas que son las que representan Podemos, PDC y ERC. Los morados no quieren a ver a los naranjas ni en pintura. Aversiones simétricas.

Como Sánchez tiene poco que perder, se muestra audaz. Decía Napoleón que con audacia se puede intentar todo pero no necesariamente conseguirlo

3) El líder socialista no debería contar con los votos del PNV. Teniendo en cuenta la “agenda vasca”, es más probable -dentro de lo poco que lo es- que los nacionalistas vascos se abstuvieran o votaran a Rajoy. Invito a la lectura del análisis de Manuel Álvarez en 'El Correo' de Bilbao del pasado día 15, bajo el título 'Un Gobierno que vale 1.450 millones' que es la cantidad en discusión entre Vitoria y Madrid por la liquidación del cupo entre 2007-2016. Este asunto es clave y los nacionalistas, cuando se trata de dinero, se entienden mejor con el PP que con la izquierda.

4) Podemos está partido. Lo estaba ya territorialmente, como se ha podido comprobar en Galicia, pero ahora resulta que lo está ideológicamente. Las dos facciones enfrentadas -la de Iglesias y la de Errejón- ya han puesto negro sobre blanco que no comparten ni el modo ni las formas de acercarse al PSOE para formar una alternativa. Iglesias, como en la anterior legislatura, quiere una trato con el PSOE “de igual a igual”, lo que, dicho sin acritud, no es otra cosa que un síntoma adicional del truene político del líder morado.

C's y Podemos no solo no son compatibles, sino que se detestan, de manera que los llamamientos de Sánchez para que cesen “los vetos cruzados” es pura retórica

5) Es verdad que Homs haría jeribeques para echar a Rajoy, pero el secesionismo catalán no está por la labor de renunciar al referéndum de independencia -llámese consulta- para que Sánchez sea presidente del Gobierno. Puigdemont se lo va a dejar más que claro al secretario general del PSOE el próximo miércoles en la sesión de debate de la cuestión de confianza. El presidente de la Generalitat está en manos de la CUP y ofrecerá a los antisistemas tales concesiones y lo hará tan claramente que Sánchez deberá renunciar siquiera a hablar, sea con Homs o con Junqueras. El independentismo en Cataluña se ha echado al monte.

Sánchez tiene perdida la primera batalla -el gobierno de la tramontana- y él lo sabe. Pero va a intentar ganar las otras dos que ha planteado: que el comité federal del próximo sábado mantenga el no a Rajoy, aunque la negativa conlleve terceras elecciones, y que se asuma la celebración de un congreso exprés que le investiría de nuevo como secretario general y candidato a los comicios de diciembre.

Como los barones -así lo parece- están arrugados porque se han tragado la especie de que la militancia y electores están con Sánchez (esa militancia y ese electorado que le ha llevado a dos registros históricos de 90 y 85 diputados) las posibilidades del dirigente socialista son mayores en la segunda y tercera batalla que en la primera que es producto, efectivamente, de la tramontana que afecta a Armengol y que le ha ofrecido a Sánchez una buena coartada para seguir mareando la perdiz. Que el PSOE se quiebre con la “deriva de Sánchez” (editorial de 'El País') no parece importarle al ahora su máximo responsable. Estamos ante una guerra corta (del 25-S al 1-O) que se libra en tres batallas. Los acontecimientos se están comiendo el calendario.

Escribió un autor francés que el “viento apaga las velas pero enciende las hogueras”. Cuando Francina Armengol, presidenta socialista de Baleares, animó a Pedro Sánchez a formar un gobierno alternativo al eventual de Rajoy, su colega aragonés, Javier Lambán, supuso que semejante propuesta era “producto de la tramontana que en determinadas épocas del año altera las mentes”. De este cruce de desavenencias entre un barón y una baronesa del PSOE se conoce al hipotético gobierno que Sánchez dice querer formar con Podemos y nacionalistas -no excluye a Ciudadanos- como el de “la tramontana” que es un viento frío y turbulento que sopla en las Islas Baleares y en Cataluña. Alfredo Pérez Rubalcaba fue más allá y lo denominó “Gobierno Frankenstein”.

Pedro Sánchez Barones del PSOE Ciudadanos