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El gran debut de una política necesaria
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José Antonio Zarzalejos

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El gran debut de una política necesaria

Debutó a lo grande la secretaria general del PP como ministra de Defensa, además de con elegancia, con una intervención adecuada y una imagen solvente

Foto: La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, saluda a Felipe VI durante la celebración de la Pascua Militar. (Reuters)
La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, saluda a Felipe VI durante la celebración de la Pascua Militar. (Reuters)

Dice el aforismo popular que unos cardan la lana y otros se llevan la fama. La lana de los peores episodios en el Partido Popular los ha cardado su secretaria general, María Dolores de Cospedal, que ha lidiado con los morlacos más astifinos de la corrupción interna, las omisiones gubernamentales y hasta el alejamiento de Rajoy de la propia organización. Con mayor o menor fortuna dialéctica, la actual ministra de Defensa, ha dado la cara enfrentándose, hasta personalmente, con los corruptos más emblemáticos como Bárcenas (al que demandó con éxito) y los púnicos, y ha sido considerada y discreta cuando otros eran hirientes e innecesariamente hostiles con personalidades del partido en situación postrada, como en el caso de la fallecida exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá. Además, Cospedal ha sabido absorber el impacto de una nueva generación de vicesecretarios –Casado, Levy, Maroto y Martínez Maíllo- manteniendo su autoridad sin gesticulaciones.

Mientras Cospedal bailaba con la más fea de la fiesta, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría ha eludido compromisos partidarios y aún ideológicos, atrincherándose en el carácter institucional de su cargo y en su trayectoria política muy poco concernida por la militancia popular. La vallisoletana se ha llevado la fama, cardando mucha menos lana que la secretaria general del PP y haciéndolo, además, en la décima legislatura en un Gobierno con mayoría absoluta en el Congreso y en el Senado. Mientras Cospedal era asaeteada como un San Sebastián en las ruedas de prensa en Génova, en las de Moncloa, la vicepresidenta se dedicó a despejar balones siempre con la coartada de la institucionalidad de su función.

Primera Pascua Militar de Cospedal como ministra de Defensa

Mariano Rajoy –que mantiene su poder indiscutido en el partido y en el Gobierno, repartiéndolo en los segundos escalones- ha sido justo al reconocer la labor de María Dolores de Cospedal con un ministerio de Estado –el de Defensa- y al sugerir claramente que la albaceteña seguirá siendo secretaria general del PP. Era necesario que lo hiciera para que quedase claro que desde la vicepresidencia no se asaltará Génova y que las evidentes diferencias de criterio entre ambas políticas mantendrán un sano equilibrio de poderes y responsabilidades.

Si se trata de tirón electoral, la secretaria general lo tiene demostrado en su tierra donde ha ganado dos elecciones autonómicas, la primera con mayoría

La objeción de que María Dolores de Cospedal acumula el ministerio de Defensa con la secretaría general del partido y la presidencia del PP en Castilla-La Mancha, tendría más sentido si se objetase igualmente que la vicepresidenta del Gobierno, además de serlo, es ministra de la Presidencia y de Administraciones Territoriales y preside prácticamente todas las Comisiones Delegadas del Gobierno y dispone de acceso directo a todas las informaciones del CNI, entre otras facultades que no son menores en absoluto ¿Por qué Cospedal acapararía y Sáenz de Santamaría no lo haría? Capacidad por capacidad, tan abogada del Estado es la ministra de Defensa como la vicepresidenta, y si se trata de tirón electoral, la secretaria general del PP lo tiene demostrado en su tierra en donde ha ganado dos elecciones autonómicas, la primera de ellas con mayoría absoluta.

Rajoy le ha permitido a Sáenz de Santamaria la victoria política sobre el grupo de ministros veteranos que encabezaba el locuaz García Margallo, al que seguían en rueda, Soria, Arias Cañete y algunos otros. Parece razonable que en el próximo congreso del partido en febrero, el presidente no entregue –al contrario- la cabeza de la ministra de Defensa que garantiza, insisto, un equilibrio muy preciso.

Este viernes, día de la Pascua Militar, la jornada ritual de poder y protagonismo del titular de Defensa ante el Rey y la cúpula de las Fuerzas Armadas, Cospedal no sólo estuvo estéticamente brillante sino que, además, hizo un discurso inteligente y bien armado, con las elipsis necesarias sobre el Yak 42 como preámbulo a la reunión que tendrá con los familiares de las víctimas que fallecieron en el accidente de aquel malhadado vuelo. Debutó a lo grande la secretaria general del PP como ministra de Defensa, además de con elegancia, con una intervención adecuada y una imagen solvente. Después de cardar tanto tiempo la lana, tenía que llevarse un poco de fama. Ya le corresponde. Porque en el panorama del PP y del Gobierno, es una figura necesaria.

Dice el aforismo popular que unos cardan la lana y otros se llevan la fama. La lana de los peores episodios en el Partido Popular los ha cardado su secretaria general, María Dolores de Cospedal, que ha lidiado con los morlacos más astifinos de la corrupción interna, las omisiones gubernamentales y hasta el alejamiento de Rajoy de la propia organización. Con mayor o menor fortuna dialéctica, la actual ministra de Defensa, ha dado la cara enfrentándose, hasta personalmente, con los corruptos más emblemáticos como Bárcenas (al que demandó con éxito) y los púnicos, y ha sido considerada y discreta cuando otros eran hirientes e innecesariamente hostiles con personalidades del partido en situación postrada, como en el caso de la fallecida exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá. Además, Cospedal ha sabido absorber el impacto de una nueva generación de vicesecretarios –Casado, Levy, Maroto y Martínez Maíllo- manteniendo su autoridad sin gesticulaciones.

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