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Los comprometedores y secretos papeles catalanes del Foreign Office
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José Antonio Zarzalejos

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Los comprometedores y secretos papeles catalanes del Foreign Office

Una misiva del Ministerio de Exteriores británico refleja que, por primera vez, un gobierno europeo escucha a los representantes de la Generalitat, deteriorando así las relaciones entre Madrid y Londres

Foto: La primera ministra británica Theresa May, frente al número 10 de Downing Street. (Reuters)
La primera ministra británica Theresa May, frente al número 10 de Downing Street. (Reuters)

“No os equivoquéis mostrando demasiada hostilidad” (al Reino Unido). Me lo advirtió el financiero Simon Leeds y en este blog lo relaté ('Mensaje de Londres: ni la City se va ni Escocia será independiente') el pasado día 19 de abril. Diez días después, La Vanguardia publicaba una información que no ha sido bien valorada en los medios y en el Gobierno de España. Consistía en la desclasificación por el Foreign Office –Ministerio de Exteriores británico– de determinados papeles que acreditaban el seguimiento desde su embajada en Madrid de la cuestión catalana. Pero el departamento que se encarga de la política exterior del Reino Unido avisaba en una carta que otros documentos sobre el mismo tema no se van a hacer públicos porque “potencialmente podrían dañar la relación bilateral entre el Reino Unido y España".

Foto: La diputada de la CUP Anna Gabriel (d), durante un pleno del Parlament. (EFE)

Para ser textuales –la carta se puede encontrar en la web de UK– la misiva recogía el siguiente párrafo cuya traducción ha elaborado el catedrático de Derecho Internacional de la Universidad Autónoma de Barcelona, Rafael Arenas: “La sección 27 (2) del FOIA reconoce la necesidad de proteger información proporcionada confidencialmente al Gobierno del Reino Unido por otro gobierno. En este caso, la información que permanece reservada se refiere a conversaciones confidenciales mantenidas entre funcionarios del Gobierno (del Reino Unido) y representantes del Gobierno de España, del gobierno de la Generalitat de Cataluña y de la delegación de Cataluña para el Reino Unido e Irlanda”.

Especialistas en derecho internacional consultados me hacen llegar su preocupación por la gravedad de esta advertencia del Gobierno de Theresa May. Por primera vez, me informan, un gobierno europeo parece haber prestado oídos a los representantes de la Generalitat de Cataluña y se advierte que esa interlocución y el contenido de la misma, de revelarse, deterioraría las relaciones entre Madrid y Londres. El asunto puede considerarse también, además de como advertencia, como indicador de hasta dónde está llegando la internacionalización del “conflicto” catalán –fracasado en muchos frentes, como el comunitario y el estadounidense– en una coyuntura en la que el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte pasa por momentos muy difíciles.

El asunto puede considerarse también, además de como advertencia, como indicador de hasta dónde está llegando la internacionalización del "conflicto"

Las condiciones que se acaban de imponer a UK para negociar su salida de la UE han irritado a los británicos. Especialmente, la que alude a la prohibición de fronteras entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. La Unión considera que si se llegase a una unificación de la isla, el nuevo país estaría dentro de la UE de la misma manera que cuando se produjo en 1990 la reunificación de Alemania Oriental con la República Federal de Alemania. Este problema –el de Irlanda– pone en un brete la unidad del Reino Unido, ya amenazada de nuevo por la reclamación secesionista de Escocia.

La posición española –que forma parte del núcleo duro de la UE– participa del criterio de imponer duras condiciones al Brexit y reclama el derecho de veto sobre los acuerdos que se adopten sobre Gibraltar, lo que ha provocado malestar en Londres. La respuesta de Downing Street podría estar en esos documentos clasificados en los que el Gobierno británico reconoce abiertamente contactos con la Generalitat y con su delegación allí y cuyo contenido no revela para –ahí la advertencia y la amenaza– no deteriorar las relaciones hispano-británicas.

Foto: Puigdemont comienza este lunes un viaje de cinco días por cuatro ciudades de EEUU. (El Confidencial)

Vayamos con mucho cuidado porque Europa es una garantía para la unidad territorial de España. Blinda la Constitución. Pero si la cohesión europea se fisura –y lo está haciendo por el flanco británico– el Gobierno del Reino Unido tiene un potencial de influencia e interferencia muy importante sobre la situación española. A través de variables a las que me referí en el artículo citado al principio de este 'post'. Son variables económico-sociales y políticas: intercambios comerciales por 46.000 millones de euros, 18 millones de turistas británicos anuales, 700 empresas de UK en España, 330.000 españoles censados en el Reino Unido y grandes compañías españolas (financieras, gestoras de infraestructuras, aviación comercial, constructoras) instaladas allí, un mercado necesario para su actuales niveles de facturación, beneficio y viabilidad. La variable política es, precisamente, Cataluña.

El aviso del Foreign Office sobre los comprometedores y reservados papeles catalanes que guarda en sus archivos pueden ser un misil sobre la política interna española y conviene tomarse en serio el aviso de los británicos. Y asumir que el secesionismo catalán –al que no importa poner como chupa de dómine a la democracia española– entrará a saco por todas las grietas que, en el ámbito internacional, presenten las relaciones de nuestro país con terceros. La advertencia de Londres no es como la de Maduro con la estelada y el colectivo secesionista Ítaca en sonriente fotografía publicada en todos los periódicos españoles. Es mucho peor y más grave. Algo tendrían que decir la Moncloa y el Palacio de Santa Cruz.

“No os equivoquéis mostrando demasiada hostilidad” (al Reino Unido). Me lo advirtió el financiero Simon Leeds y en este blog lo relaté ('Mensaje de Londres: ni la City se va ni Escocia será independiente') el pasado día 19 de abril. Diez días después, La Vanguardia publicaba una información que no ha sido bien valorada en los medios y en el Gobierno de España. Consistía en la desclasificación por el Foreign Office –Ministerio de Exteriores británico– de determinados papeles que acreditaban el seguimiento desde su embajada en Madrid de la cuestión catalana. Pero el departamento que se encarga de la política exterior del Reino Unido avisaba en una carta que otros documentos sobre el mismo tema no se van a hacer públicos porque “potencialmente podrían dañar la relación bilateral entre el Reino Unido y España".

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