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¿Favorece la tecnología a los expertos, o acaba con ellos?
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Luis Garicano

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¿Favorece la tecnología a los expertos, o acaba con ellos?

Los recientes avances tecnológicos afectan de manera inversa tanto a los costes de conseguir conocimiento, de informarnos, como a los costes de comunicarnos con los demás

Foto: Asistentes al Mobile World Congress de Barcelona interactúan con los nuevos dispositivos. (Reuters)
Asistentes al Mobile World Congress de Barcelona interactúan con los nuevos dispositivos. (Reuters)

Imaginen un joven e inexperto abogado, que comienza a trabajar en un bufete en el año 1980. Aparece en el bufete un cliente que ha sufrido un accidente de tráfico y busca una indemnización. El abogado no sabe nada. No sabe qué ley aplicar, no sabe qué casos del Tribunal Supremo buscar. Necesita hablar con alguien del bufete más experimientado que le orientará: “Busca este caso, de aquel año, que se parece mucho al tuyo”. La ventaja del experto es enorme.

Imaginen que lo mismo sucede hoy. El inexperto abogado pondrá los detalles del caso en un buscador legal. En 15 segundos tendrá precedentes, casos similares. Si sabe buscar bien, seguramente habrá resuelto todas sus dudas en media hora.

Parece que el conocimiento del experto tan trabajosamente adquirido no 'cuenta' para nada.

Por otro lado, imaginen otro abogado, este experto en adquisiciones de empresas. Desde su despacho en un enorme bufete de abogados dirige un gran equipo que se extiende por múltiples continentes. Él toma las decisiones clave, y sus empleados trabajan en ejecutar su visión, escribiendo contratos, asegurándose de los resultados, etc. La tecnología permite al experto comunicarse instantáneamente con los miembros de su equipo, asignar trabajos, recibir y ensamblar el resultado.

Parece que el conocimiento del experto tan trabajosamente adquirido no “cuenta” para nada

¿Nivela la tecnología el campo de juego como en el primer ejemplo? ¿Es cierto que, gracias a la tecnología, todos somos expertos, como en el primer ejemplo?

¿O por el contrario, como en el segundo ejemplo, la tecnología hace que los expertos hagan más y mejor trabajo, dejando a los demás como puros 'ayudantes'?

Para entender este doble impacto de las nuevas tecnologías es necesario entender que los recientes avances tecnológicos afectan tanto a los costes de conseguir conocimiento, de informarnos (las tecnologías de la información), como a los costes de comunicarnos con los demás (las tecnologías de la comunicación). Muchas tecnologías son una mezcla de ambas, pero afectan a unos costes u otros de forma diferente.

Pensemos primero en las tecnologías que nos ayudan a informarnos mejor, como Google o la base de datos que usa el abogado en el bufete moderno para buscar los casos. Estas tecnologías nos hacen a todos más expertos, y nos permiten depender menos del conocimiento de los demás. Son tecnologías que nivelan el terreno de juego.

Las tecnologías de la información nos hacen más expertos, y nos permiten depender menos del conocimiento ajeno; nivelan el terreno de juego

Por ejemplo, cuando vamos al médico, a veces sabemos ya qué enfermedad tenemos. Cuando nuestros hijos necesitan ayuda con un problema de física, podemos buscar las soluciones en Google. En definitiva, las tecnologías de la información eliminan en gran parte la ventaja de los expertos y nos permiten a todos disfrutar del conocimiento más avanzado. En este sentido, las tecnologías de la información 'reducen la desigualdad'.

Las tecnologías de la comunicación son diferentes, ya que permiten al mejor experto trabajar con equipos de personas mucho mayores. El 'e-mail', el teléfono móvil, etc. permiten al socio encargado de las fusiones entre empresas dirigir un equipo en todo el mundo, dando instrucciones, recibiendo ideas y controlando enormes equipos. Este aumento del tamaño del mercado que las tecnologías de la comunicación permiten favorece a los mejores en cada área, que se convierten en 'estrellas' y cobran como tales.

Esto lo podemos ver con máxima claridad en el deporte, o en los espectáculos. El mejor jugador del mejor equipo de fútbol antes jugaba delante de 100.000 personas. Ahora lo hace delante de 500 millones de espectadores por teléfono móvil, por internet, por televisión. Sus ingresos se han multiplicado por 1.000 o más (en la liga inglesa, el salario de un jugador medio de primera ha pasado de 20 libras a 33.000 libras por semana).

Lo mismo sucede con el gran bufete de abogados o la gran empresa. Las estrellas disfrutan de mayores mercados.

Las tecnologías de la comunicación, que incrementan el tamaño del mercado, benefician principalmente a los mejores expertos e incrementan la desigualdad

Por ello, las tecnologías de la comunicación, que incrementan el tamaño del mercado, benefician principalmente a los mejores expertos en su área e incrementan la desigualdad.

El hecho de que las dos tecnologías tengan diferentes efectos sobre la desigualdad no altera las conclusiones que avanzábamos en la primera entrada de esta serie. La inversión en educación es cada vez más importante, y la sociedad debe complementar los ingresos de los trabajadores cuyos trabajos son eliminados por los robots con un complemento salarial como el que plantea Ciudadanos.

Pero sí que nos hacen reflexionar sobre un cambio del que hablaremos en un artículo futuro: es necesario modificar los sistemas educativos para que los estudiantes aprendan a usar su talento de forma complementaria con estas tecnologías, en vez de aprender cosas que la tecnología simplemente puede hacer mucho mejor (como memorizar ríos o reyes).

[Nota: El lector que quiera profundizar en esta diferencia entre tecnologías de la información y de la comunicación y su impacto sobre la desigualdad puede consultar mi investigación académica, en inglés desgraciadamente, al respecto, en una perspectiva teórica aquí (para lectores con inclinaciones matemáticas), o aquí con análisis del impacto sobre la desigualdad; y en un trabajo con datos empíricos de empresas de todo el mundo, aquí. Mi coautor Esteban Rossi-Hansberg (de Princeton) y yo hemos publicado una revisión de todo el trabajo en su conjunto aunque a un nivel también avanzado aquí.]

Imaginen un joven e inexperto abogado, que comienza a trabajar en un bufete en el año 1980. Aparece en el bufete un cliente que ha sufrido un accidente de tráfico y busca una indemnización. El abogado no sabe nada. No sabe qué ley aplicar, no sabe qué casos del Tribunal Supremo buscar. Necesita hablar con alguien del bufete más experimientado que le orientará: “Busca este caso, de aquel año, que se parece mucho al tuyo”. La ventaja del experto es enorme.

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