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Irene Lozano

Palabras en el Quicio

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Sobre el fascismo

Aquella rueda de prensa de Amanecer Dorado, el rampante partido nazi griego, ¿la recuerdan? Un 'camisa parda' obligó a los periodistas a levantarse cuando el líder

Aquella rueda de prensa de Amanecer Dorado, el rampante partido nazi griego, ¿la recuerdan? Un 'camisa parda' obligó a los periodistas a levantarse cuando el líder entraba en la sala. Todos se pusieron en pie, salvo una reportera que se negó a rendirle pleitesía. Fue expulsada. Es triste decirlo, pero aquel día los periodistas aprendieron lo que es el nazismo en su fase embrionaria. Ocurre con estos fenómenos lo mismo que ha contado alguna vez el profesor Bernard Williams respecto a los debates sobre la violencia en los seminarios de Filosofía. Uno se puede pasar horas debatiendo sobre si existe o no la violencia -estas discusiones son muy del agrado de la filosofía postmoderna-, pero si uno de esos alumnos sale a la calle y le golpean con un bate en la cabeza, aprende lo que es la violencia real. De golpe.

No es frecuente que alguien que se dedica a la política critique el exabrupto de un periodista, pero la libertad de crítica ampara a todos los ciudadanos sin excepción

Me gustaría evitarle ese trance a Federico Quevedo, que anteayer acusó en estas páginas a UPyD de ser "un partido de corte fascista-populista". El fascismo, querido colega, es un régimen totalitario, enemigo de la democracia, que confía en la violencia para eliminar a sus adversarios políticos, tiene una ideología de derechas, aunque estatalista, y exalta los sentimientos nacionales como elemento aglutinador de la sociedad. Por definirlo como lo hizo Mussolini con tres sencillos rasgos, requiere: un partido de masas, el control del "dopolavoro" -es decir, de la gente en su tiempo libre- y un 'Duce'.

Yo espero que nunca tengamos que vivir en un país donde un partido fascista triunfe, aunque el precio a pagar sea que algunos no lleguen nunca a subsanar su ignorancia y acusen a UPyD de ser un partido fascista. 

Es algo que sencillamente no puedo tolerar. No sólo porque no se compadece ni mínimamente con la realidad, lo cual ya sería motivo suficiente para exigir una rectificación, sino porque resulta una grave ofensa. Soy persona difícil de ofender: entiendo que las reglas de la sociedad abierta requieren una amplísima libertad de crítica. Pero hay límites que un periodista consciente de su responsabilidad social -esa responsabilidad que exigen a los demás- no debe traspasar, aunque sólo sea por mantener su prestigio. 

Lo sé, no es frecuente que alguien que se dedica a la política critique el exabrupto de un periodista, pero la libertad de crítica ampara a todos los ciudadanos sin excepción. Y si alguien piensa que ser acusada de fascista me va en el sueldo, ya les digo que nunca aceptaré ese chantaje. Porque la ignorancia, la mentira, la coacción y el miedo, son precisamente las condiciones óptimas para el ascenso del fascismo. Algo que, en aquella rueda de prensa griega, sólo supo una periodista.

Aquella rueda de prensa de Amanecer Dorado, el rampante partido nazi griego, ¿la recuerdan? Un 'camisa parda' obligó a los periodistas a levantarse cuando el líder entraba en la sala. Todos se pusieron en pie, salvo una reportera que se negó a rendirle pleitesía. Fue expulsada. Es triste decirlo, pero aquel día los periodistas aprendieron lo que es el nazismo en su fase embrionaria. Ocurre con estos fenómenos lo mismo que ha contado alguna vez el profesor Bernard Williams respecto a los debates sobre la violencia en los seminarios de Filosofía. Uno se puede pasar horas debatiendo sobre si existe o no la violencia -estas discusiones son muy del agrado de la filosofía postmoderna-, pero si uno de esos alumnos sale a la calle y le golpean con un bate en la cabeza, aprende lo que es la violencia real. De golpe.