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Del caso Pallerols al caso Duran
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Irene Lozano

Palabras en el Quicio

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Del caso Pallerols al caso Duran

Menos mal que los cínicos se entienden bien entre ellos. De lo contrario, a estas horas el presidente de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, estaría

Menos mal que los cínicos se entienden bien entre ellos. De lo contrario, a estas horas el presidente de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, estaría perplejo ante las muy autorizadas voces del PP que de repente claman: "¡Qué escándalo, aquí se juega!". La frase del inspector Renaud en Casablanca ha quedado como epítome universal de la impostura, aunque algunas declaraciones de Dolores de Cospedal le hacen seriamente la competencia estos días. 

Lo más probable es que Duran se encuentre tranquilo digiriendo las viandas chilenas catadas en otro más de sus viajes como presidente de la Comisión de Exteriores del Congreso. No sé lo que trata en esas idas y venidas. Y debería conocerlo, pues si viaja -como se supone- en el contexto de eso que se llama "diplomacia parlamentaria", sería de esperar que informara a los portavoces de los grupos en dicha Comisión acerca de sus gestiones por esos mundos de Dios. Antes y después de cada viaje. Pero no lo hace. O para ser precisa, con la portavoz de UPyD no lo hace. Lo puedo asegurar de forma fehaciente porque soy yo misma, para servirles.

Por lo tanto, si la diplomacia que hace no es de carácter parlamentario, sólo caben dos posibilidades. Una, que haga diplomacia gubernamental. Sería un engendro eso de presidir una Comisión parlamentaria y trabajar a las órdenes del Gobierno, pero en fin, cosas más raras se han visto fruto de la coyunda del duopolio con el nacionalismo. Y dos... Dos, en fin, resultaría tan fea que prefiero no mencionarla siquiera. Prosigamos, pues, con la hipótesis de la extraña criatura. Duran hace acto de presencia el pasado 11 de septiembre en una manifestación independentista que reniega del país al que supuestamente representa en sus viajes por el mundo. El engendro se hace visible. Durán se coloca a sí mismo en una posición insostenible.

Durán hace acto de presencia el pasado 11 de septiembre en una manifestación independentista que reniega del país al que supuestamente representa en sus viajes por el mundo. El engendro se hace visible. Sin embargo, el Gobierno lo quiere sostener. 

Sin embargo, el grupo parlamentario popular -el Gobierno, para abreviar- lo quiere sostener. Debería haberle animado a dimitir como presidente de la Comisión, pero no lo hace. Y Duran entra en su decimotercer año triunfal como presidente de la Comisión de Exteriores del Congreso.

Ahora que la partida de mus con el soberanismo parece hallarse en su punto álgido, el PP pide su dimisión por el caso Pallerols. Desde luego que su pestilente cierre mediante acuerdo judicial lo exige, pero resulta extraño que quienes no pidieron a Duran la coherencia necesaria para presidir la Comisión de Exteriores se la exijan ahora como presidente de su partido. Gritan escandalizados "aquí se juega" para que nos pase desapercibido que su primera dimisión está en manos del Gobierno. El día que Rajoy quiera, deja de presidirla. Hasta ahora se trataba de una cuestión de coherencia política. Convertido el caso Pallerols en el caso Duran, se transforma en una necesidad imperiosa: la de preservar el decoro institucional.

Menos mal que los cínicos se entienden bien entre ellos. De lo contrario, a estas horas el presidente de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, estaría perplejo ante las muy autorizadas voces del PP que de repente claman: "¡Qué escándalo, aquí se juega!". La frase del inspector Renaud en Casablanca ha quedado como epítome universal de la impostura, aunque algunas declaraciones de Dolores de Cospedal le hacen seriamente la competencia estos días. 

Josep Antoni Duran Lleida