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Una 'giornata particolare'
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Irene Lozano

Palabras en el Quicio

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Una 'giornata particolare'

Hay fenómenos lentos y subterráneos, que van ocurriendo cada día con sordina, enterrados bajo los titulares. La prensa siempre fue más diestra para dar cuenta de

Hay fenómenos lentos y subterráneos, que van ocurriendo cada día con sordina, enterrados bajo los titulares. La prensa siempre fue más diestra para dar cuenta de los acontecimientos que de los procesos. De pronto, un día, cristalizan ante nuestros ojos de tal modo que nadie puede negarlos. El fenómeno al que me refiero es la decadencia del Congreso y su consagración como institución zombi. El día fue el martes, 11 de febrero.

La giornata particolare comenzó con la visita del italiano Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo. Su llegada había estado precedida por las provincianas recomendaciones del presidente de la Cámara, Jesús Posada, a los portavoces de los grupos, rogándoles que prepararan bien su intervención y a ser posible la llevaran escrita: cuidemos la imagen, queridos escolares. Por decisión exclusivamente suya, como admitió al iniciarse la sesión, esta transcurrió en modo búnker, pues no sólo no hubo cámaras ni taquígrafas, sino que además se inhabilitó la red inalámbrica. Durante más de dos horas no fue posible hacer llamadas, enviar mensajes o consultar internet. Fue el segundo gran momento de nuestra historia reciente en que el Congreso quedó aislado de esta forma. El anterior se remonta al 23 de febrero de 1981.

Sé que va contra la épica decirlo, pero haber rechazado todas las iniciativas de los grupos y apoyar la de la PAH no es un éxito popular, sino un fracaso del Gobierno. En su despotismo implacable ha anulado al Congreso como institución y ha prestado oídos a la calle bajo presión. Me alegro en todo caso, y espero que le sirva de lecciónEs un síntoma de estrechez mental evidente considerar las comunicaciones algo tan superfluo que se puede suspender con esa arbitrariedad. Si el motivo era la seguridad, hay que buscar el equilibrio y la proporción. Y si se trataba de impedir cualquier tipo de transmisión al exterior de la comparecencia del italiano, ya el BCE se encargó de poner en ridículo la frágil fortaleza de Posada cuando a las cuatro de la tarde publicó en su web su intervención. Una vez más, por defender la pompa y la circunstancia de la institución, quedaba convertida en cáscara vacía. Pese a encabezar uno de los tres poderes independientes del Estado, a Posada no se le conoce una sola decisión que haya molestado a ningún otro poder, a menos que todo este servilismo pueblerino hiciera sonrojar al globalizado italiano.

Unas horas después, el Grupo Popular, en contra de lo anunciado esa misma mañana, votaba a favor de la iniciativa legislativa popular de dación en pago, respaldada por casi un millón y medio de firmas. Hay quienes lo ven como un éxito, del mismo modo que consideran un triunfo que un gobernante corrupto pase directamente del Consejo de Ministros a la cárcel. Miren, no. Durante un año largo se han debatido iniciativas de los grupos parlamentarios -entre otros, de UPyD- relativas a la dación en pago, y han sido despreciadas sistemáticamente por el Gobierno. La ILP llevaba el mismo camino: no había ningún argumento en su defensa que no se hubiera pronunciado ya en la Cámara por distintos portavoces.

Sé que va contra la épica decirlo, pero haber rechazado todas las iniciativas de los grupos y apoyar la de la PAH no es un éxito popular, sino un fracaso del Gobierno. En su despotismo implacable ha anulado al Congreso como institución y ha prestado oídos a la calle bajo presión. Me alegro en todo caso, y espero que le sirva de lección porque nos hemos dejado muchos pelos en la gatera. Cuando un corrupto va del Consejo de Ministros a la cárcel no triunfa la justicia, es que han fallado todos los controles internos del sistema. Cuando un problema social tan grave y evidente como el de los desahucios se aborda con un volantazo temeroso, sólo deja al descubierto que el Gobierno ha convertido el corazón de la vida política en una institución zombi. 

Hay fenómenos lentos y subterráneos, que van ocurriendo cada día con sordina, enterrados bajo los titulares. La prensa siempre fue más diestra para dar cuenta de los acontecimientos que de los procesos. De pronto, un día, cristalizan ante nuestros ojos de tal modo que nadie puede negarlos. El fenómeno al que me refiero es la decadencia del Congreso y su consagración como institución zombi. El día fue el martes, 11 de febrero.