Es noticia
Esto se nos llena de nazis
  1. España
  2. Palabras en el Quicio
Irene Lozano

Palabras en el Quicio

Por

Esto se nos llena de nazis

Chipre es hoy un rescate, un corralito, una quita... y un nuevo país a sumar a la germanofobia. Odio a lo alemán, a lo extranjero en

Chipre es hoy un rescate, un corralito, una quita... y un nuevo país a sumar a la germanofobia. Odio a lo alemán, a lo extranjero en general, y exaltación del nacionalismo propio que, en un país descuartizado como Grecia, cobra forma en el triunfo creciente de un partido nazi, Amanecer Dorado. No me negarán que no es grande la paradoja.

Estaba cantado que una crisis tan compleja y múltiple como ésta acabaría desembocando en una explicación muy simplista, la más simplista posible. Los griegos más vanguardistas están llegando a ese punto, si bien algo desquiciados. Mientras algunos salen a las calles de Atenas portando carteles en los que Angela Merkel aparece caracterizada como Hitler, otros recorren los barrios pobres con el brazo en alto, haciendo el saludo nazi.

En España, algunos caminan alegres por la misma senda, aunque con cierta sofisticación. Hace unos días, El País retiró de su edición un artículo del economista Juan Torres en el que se afirmaba: “Merkel, como Hitler, ha declarado la guerra al resto de Europa, ahora para garantizarse el espacio vital económico”. Hitler, guerra y Lebensraum en la misma frase han dado pie a la censura. Craso error. Siempre he pensado que en casos así es mucho mejor permitir a todo el mundo leer lo que algunos escriben en un día malo, para que sepamos qué pensar sobre ellos el resto del año, cuando se presentan como circunspectos científicos sociales.

O es usted un nazi que apoya las políticas del PP o es usted un nazi que apoya el acoso a los cargos públicos. Quizá pertenezca usted a la prosapia nazi de los partidarios de Merkel, o quizá sea de la estirpe nazi articulada por la resistencia griega

Es la opción que adoptó El Periódico al dar cabida hace unos días a un artículo de Josep Fontana certeramente refutado desde El Confidencial por el bueno de José Antonio Zarzalejos. El artículo en cuestión se titulaba “La deriva nazi del Partit Popular” y los argumentos de esta mente sutil señalaban “la semejanza que tiene, en sus objetivos, la actual política centralizadora del PP y la actuación del NSDAP (Partido Nazi alemán)”. Como en España es tradicional contestar al gruñido con un rebuzno, no han faltado quienes han aprovechado para explicarnos que es al revés: para “deriva fascista” la que está sufriendo el PP con el acoso de ciertas organizaciones, convenientemente manejadas por los partidos de la izquierda. Este cráneo privilegiado es el mismo que tachó hace algún tiempo a UPyD de “partido de corte fascista”. Muchos recordarán que la delegada del Gobierno en Madrid llamó golpistas a los manifestantes del 25-S; y Cospedal los comparó con Tejero.

Esto se nos pone de color pardo. El PP es nazi, los manifestantes de las preferentes son nazis, UPyD es nazi, IU es nazi, la PAH es nazi, el 15M es nazi... Ni que decir tiene que más allá de nuestras fronteras, la troika es nazi y Merkel es nazi, aunque seguida a corta distancia por los griegos de Amanecer Dorado. Usted que lee este artículo apaciblemente, tampoco queda a salvo. O es usted un nazi que apoya las políticas del PP o es usted un nazi que apoya el acoso a los cargos públicos. Quizá pertenezca usted a la prosapia nazi de los partidarios de Merkel, o quizá sea de la estirpe nazi articulada por la resistencia griega.

La polarización obliga a todos a tomar partido, aunque en este caso la pobre elección ante nosotros es qué clase de nazi quiere ser uno. ¿Se ha puesto la vanguardia intelectual y política -por no hablar del pueblo llano que tan libremente se expresa en las redes sociales- más en guardia que nunca contra el nazismo o estamos todos como un cencerro?

La fatiga de la crisis, su duración, su dureza y su complejidad nos han llevado a un punto en el que las explicaciones racionales empiezan a estar de más. Todo el mundo opta por lo que Leo Strauss calificó de reductio ad Hitlerum, maniobra dialéctica consistente en zanjar toda discusión equiparando al oponente con Hitler. Ya se sabe que cuando El Mal te lleva la contraria, no sólo te llena de razón sino que además te libera de la enojosa tarea de razonar: sólo tienes que señalar. Como vomitona en las cloacas de Twitter, resulta un comprensible desahogo; como actitud recurrente de líderes políticos o sociales, sedicentes intelectuales y voceros periodísticos es preocupante. Cuando la indigencia intelectual desiste de argumentar, no es que nos estemos volviendo locos como sociedad, porque nada es inocente. Es que hemos llegado a un punto crítico.

Chipre es hoy un rescate, un corralito, una quita... y un nuevo país a sumar a la germanofobia. Odio a lo alemán, a lo extranjero en general, y exaltación del nacionalismo propio que, en un país descuartizado como Grecia, cobra forma en el triunfo creciente de un partido nazi, Amanecer Dorado. No me negarán que no es grande la paradoja.