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La servidumbre voluntaria del PP
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Irene Lozano

Palabras en el Quicio

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La servidumbre voluntaria del PP

"En esta ocasión quisiera averiguar cómo es posible que tantos hombres, tantas villas, tantas ciudades, tantas naciones aguanten a veces a un tirano solo, que no

"En esta ocasión quisiera averiguar cómo es posible que tantos hombres, tantas villas, tantas ciudades, tantas naciones aguanten a veces a un tirano solo, que no tiene más poder que el que le dan, que no tiene capacidad de dañarlos sino en cuanto ellos tienen capacidad de aguantarlo". Así hablaba Étienne de la Boétie en su Discurso sobre la servidumbre voluntaria. Lo escribió hace cuatro siglos, pero podía haberlo hecho este jueves. ¿Pensando en quién? ¿En la tiranía que ejerce Luis Bárcenas sobre Rajoy y la cúpula del PP o en la tiranía que ejerce esa cúpula sobre sus cargos públicos?


Ambos supuestos los ilustra por igual: "Es preciso dolerse de ello, más que sorprenderse -prosigue-, ver a un millón de millares de hombres servir miserablemente, teniendo el cuello bajo el yugo, no obligados por una fuerza mayor, sino encantados y hechizados por el nombre de uno solo, del cual ni deben tener la potencia -puesto que es uno solo- ni amar las cualidades, puesto que con ellos es inhumano y salvaje".


Los diputados del grupo popular eligieron este jueves marcarse a fuego sobre su piel el nombre de quien fue tesorero de su partido durante 20 años, hoy en la cárcel. Eligieron sacrificarse, como dóciles corderos, con su presidente, que parece no saber por quién doblan las campanas. Habiendo tenido ocasión de marcar distancia con los sospechosos, ahora se encuentran bajo idéntica sospecha; no judicialmente, sí políticamente. Y hablamos, no se olvide, de presunta financiación ilegal y lucro personal con sobresueldos ilegales.


Ningún diputado debería oponerse a que un presidente explique un asunto tan grave. Debería hacerse por principio, pero además, la estabilidad del Gobierno y del país está amenazada; y el descrédito de las instituciones se ahonda cada día¿Por qué lo hicieron? Este es el fenómeno pasmoso que La Boétie denomina "servidumbre voluntaria". ¿Por qué 185 personas libres y con conciencia votan en contra de que el presidente del Gobierno dé explicaciones sobre el caso Bárcenas y la presunta financiación ilegal del PP? ¿Por qué votan en contra de algo que aprobarían, no sólo todos los ciudadanos en general, sino también los votantes populares en particular?


¿Por qué hacerlo, además, mediante una faena bochornosa, como la que se desarrolló este jueves en el Congreso a lo largo de todo el día? Primero fue en la Junta de Portavoces matinal, donde el portavoz del PP, Alfonso Alonso, se negó a que se adelantara la hora de debatir sobre la comparecencia de Rajoy. ¿Qué razón dio? Ninguna. Nos faltó al respeto, político y personal, con una actitud que recordaba a la de la madre que se dirige a su hijo de cinco años: he dicho que no y es que no; la sinrazón. No puso ni un argumento sobre la mesa. No podía, porque su único objetivo era provocar el apagón informativo, postergar el debate sobre el silencio de Rajoy hasta las once o las doce de la noche para que no hablaran de ello los informativos de radio y televisión y tuvieran dificultad para recogerlo los periódicos impresos. Ya no sólo es que Rajoy haya enmudecido, es que nos quieren mudos a todos. A continuación, nuevamente por boca de Alfonso Alonso, el PP se negó a que el Pleno de la semana que viene contenga una sesión de control, con preguntas a Rajoy, como es habitual. ¿Por qué? He dicho que no y es que no. Es que no, y punto.


Entre todos los grupos, conseguimos adelantar el debate abreviando intervenciones y retirando puntos del orden del día. Frente a la petición general de la oposición airada, exigente y argumentada, invocando la necesidad democrática de que el presidente dé esas explicaciones, al PP no se le ocurrió estrategia mejor que acusar a diestro y siniestro. Imagino su grado de desesperación, pero este jueves era el día de comportarse como seres libres y dotados de conciencia. Ningún diputado debería oponerse a que un presidente explique un asunto tan grave. Debería hacerse por principio, pero además, la estabilidad del Gobierno y del país está amenazada; y el descrédito de las instituciones se ahonda cada día. Ellos son en este momento quienes más contribuyen a la crisis de legitimidad institucional con estas actuaciones.


Era probablemente su última oportunidad de rendir un servicio a los ciudadanos y a la institución, en lugar de servir a una oligarquía partidista que probablemente los desprecia por su atroz servilismo. Tenían la libertad, tenían la propia conciencia. Y tenían también el artículo 79.3 de la Constitución, que garantiza a los diputados el voto "personal e indelegable". Pero eligieron votar por delegación de un hombre, Rajoy. Fue la encarnación más acabada de la servidumbre voluntaria. Fue un día que quedará señalado en la historia de la infamia parlamentaria de España.

"En esta ocasión quisiera averiguar cómo es posible que tantos hombres, tantas villas, tantas ciudades, tantas naciones aguanten a veces a un tirano solo, que no tiene más poder que el que le dan, que no tiene capacidad de dañarlos sino en cuanto ellos tienen capacidad de aguantarlo". Así hablaba Étienne de la Boétie en su Discurso sobre la servidumbre voluntaria. Lo escribió hace cuatro siglos, pero podía haberlo hecho este jueves. ¿Pensando en quién? ¿En la tiranía que ejerce Luis Bárcenas sobre Rajoy y la cúpula del PP o en la tiranía que ejerce esa cúpula sobre sus cargos públicos?