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Los presupuestos, en el bucle orwelliano
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Irene Lozano

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Los presupuestos, en el bucle orwelliano

Alguien debería advertir a Montoro de que 1984, la célebre novela de Orwell, no es un manual de instrucciones. Se ve que la ha leído, pero

Alguien debería advertir a Montoro de que 1984, la célebre novela de Orwell, no es un manual de instrucciones. Se ve que la ha leído, pero lejos de comprender la denuncia del control del pensamiento, se inspira en ella antes de sus comparecencias públicas. Al presentar los presupuestos para el año próximo, hemos oído a varios ministros afirmar que serán los de la recuperación cuando, en realidad, son los de la mentira y la manipulación más burdas.

Sostiene el ministro de Hacienda que se trata de unos presupuestos de marcado carácter social, pues incluye bajo esa amable etiqueta el gasto en desempleo y pensiones. Y lo hace justo cuando entra en vigor una nueva vuelta de tuerca al copago farmacéutico para enfermos crónicos. Presume, pese a los recortes -los nuevos y los acumulados- de una sensibilidad social de la que carece por completo. Y no duda en hacerlo mediante una mentira plana y directa: pensiones y desempleo no son gasto social estrictamente hablando, porque los ciudadanos reciben sencillamente aquello que han pagado durante su vida laboral, tanto la prestación por desempleo como la pensión, por la que han cotizado durante décadas.

Además de la absoluta falta de honestidad política de Montoro, su estrategia de comunicación choca con los hechos: cuando los ciudadanos miran su cartera, se dan cuenta de que el ministro vive en un mundo paralelo

Hablamos, por tanto, de derechos, y no de concesiones graciosas del Gobierno de turno. Hasta tal punto es así que los economistas los llaman "estabilizadores automáticos", porque su gasto aumenta de forma automática -el del paro especialmente- en situaciones de crisis. Si algo ha hecho este Gobierno por todos los medios es recortar esas partidas -por ejemplo en políticas activas de empleo-. Así que sensibilidad social, poca, como se demuestra en la congelación de otros gastos. Para los dependientes no hay recuperación alguna.

La segunda broma orwelliana pasa por afirmar con toda solemnidad que las pensiones no se congelan cuando se suben un 0,25%. Técnicamente, una congelación es el cero por ciento de aumento, y la subida que va a tener lugar será de dos euros en la pensión media, o de euro y medio en las de 600€. Eso es en la práctica, una congelación. La vida es lo que tiene, que se vive en la realidad y no en los tecnicismos tramposos de Montoro. Por no hablar del poder adquisitivo que pierden los pensionistas, con una subida prevista del IPC del 1%. Como al mismo tiempo proclama a los cuatro vientos que ahorrará 33.000 millones, ¿cree que no nos damos cuenta de que ese dinero ha de salir de algún bolsillo?

Aún hay más: se afirma que no se producen recortes, cuando las inversiones de infraestructuras se reducen. Se asegura que no se baja el sueldo a los funcionarios, cuando en la práctica se los empobrece al congelarles el sueldo. Y se anuncia un aumento de la inversión en I+D+i. ¿Aumento de 70 millones después de haber recortado 2.000? Técnicamente lo será, pero, en la realidad, sigue equivaliendo a dejar escuálidos nuestros presupuestos para investigación, una de las partidas que nunca debió recortarse.

Como traca final, Montoro proclama henchido de gozo que no hay subidas de impuestos. Resulta que aquel llamado "recargo temporal de solidaridad" se alarga en el tiempo, pues se anunció que en 2014 desaparecería. Otra nueva emboscada dialéctica: la noticia que debía darnos consistía en una bajada de impuestos, los que él subió. Eso equivaldría en realidad a dejar las cosas como estaban, pero no: Montoro consagra el mordisco de los dos últimos años mientras trata de convencernos de lo contrario.

Además de la absoluta falta de honestidad política, su estrategia de comunicación choca con los hechos: cuando los ciudadanos miran su cartera, se dan cuenta de que el ministro vive en un mundo paralelo. Sencillamente, no se corresponde con la realidad. Y todavía hay gente en el Gobierno que no se explica el porqué del alejamiento ciudadano de la política. Se lo explico, señor Montoro: ocurre cuando al ciudadano primero lo empobrecen y a continuación lo toman por idiota. Relea 1984. No es un manual de comunicación política.

Alguien debería advertir a Montoro de que 1984, la célebre novela de Orwell, no es un manual de instrucciones. Se ve que la ha leído, pero lejos de comprender la denuncia del control del pensamiento, se inspira en ella antes de sus comparecencias públicas. Al presentar los presupuestos para el año próximo, hemos oído a varios ministros afirmar que serán los de la recuperación cuando, en realidad, son los de la mentira y la manipulación más burdas.

Presupuestos Generales del Estado Cristóbal Montoro