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Boko Haram y la macroeconomía
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Irene Lozano

Palabras en el Quicio

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Boko Haram y la macroeconomía

Un país hace las delicias de esos tuertos que sólo ven la realidad en forma de cuadros macroeconómicos. Allí las entidades financieras tuvieron que ser rescatadas

Un país hace las delicias de esos tuertos que sólo ven la realidad en forma de cuadros macroeconómicos. Allí las entidades financieras tuvieron que ser rescatadas por el Estado, como en España, y en los años inmediatamente posteriores a la crisis financiera de 2008-09 los apuros fueron terribles. No obstante, superados aquellos momentos difíciles, la economía vuelve a crecer en torno a un 7%. ¿No suena paradisiaco?

Pues no. Hablamos de Nigeria, donde la pobreza extrema afecta a más del 60% de la población. Desde hace algunas semanas, de hecho, se ha convertido en el particular infierno de más de 200 chicas, que han sido secuestradas por el grupo Boko Haram, una organización que lleva años cometiendo atentados con cientos de muertos en el noreste del país. Las secuestran para venderlas, como carne al peso, porque en países como Chad o Yemen, uno puede comprarse una chica por doce dólares. Cualquiera que tenga hijos es capaz de imaginar el sufrimiento de las madres y los padres de estas chicas.

Cada vez son más fuertes los miedos y complejos paralizantes que impiden a los europeos dar la batalla de los Derechos Humanos en la escena internacional y enorgullecerse por ello

Boko Haram significa “la educación occidental está prohibida” o “es pecado”, según la traducción sea más o menos literal. El nombre no deja lugar a dudas respecto a sus propósitos: asnar a sus conciudadanos todo lo que puedan. Aun así, la mención al demonio occidental garantiza que muchos europeos de la izquierda fetén los identificarán como luchadores por la libertad de Nigeria pasando por alto su objetivo último: establecer la sharía (ley islámica) en Nigeria. Lo más preocupante es que, si lo hicieran pero la economía siguiera creciendo al 7%, en muchas cancillerías occidentales, quizá incluso en la nuestra, la situación no se juzgaría del todo desagradable. La derecha fetén tampoco conseguiría llorar. Cada vez son más fuertes los miedos y complejos paralizantes que impiden a los europeos dar la batalla de los Derechos Humanos en la escena internacional y enorgullecerse por ello.

De algún modo, el secuestro de estas chicas está haciendo despertar al mundo a una nueva pesadilla islamista en el corazón de África, por si no bastara con la amenaza en el Magreb y en la zona del Sahel, la crisis de Mali, el caos de Libia, el enquistamiento en el Sahara. No es la primera vez que las mujeres son utilizadas como elemento de guerra, pero nunca se había visto un despliegue de desfachatez como el líder de Boko Haram en el célebre vídeo en que explica cómo las venderán. Ofende a la sensibilidad de cualquiera.

El despertar del mundo es lento y perezoso: Barack Obama y François Hollande han reaccionado públicamente esta semana, después de la acumulación de varios secuestros. También se ha sumado al grito mundial Malala, la niña paquistaní que sabe que sólo la educación nos salvará. De Rajoy, esperamos la inacción usual. ¿Cómo habría reaccionado si los secuestrados, en lugar de 200 niñas negras, hubieran sido 200 varones blancos de los que ven la realidad con su ojo tuerto, a través de los cuadros macroeconómicos? 

Un país hace las delicias de esos tuertos que sólo ven la realidad en forma de cuadros macroeconómicos. Allí las entidades financieras tuvieron que ser rescatadas por el Estado, como en España, y en los años inmediatamente posteriores a la crisis financiera de 2008-09 los apuros fueron terribles. No obstante, superados aquellos momentos difíciles, la economía vuelve a crecer en torno a un 7%. ¿No suena paradisiaco?

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