Es noticia
La familia y otros animales
  1. España
  2. Palabras en el Quicio
Irene Lozano

Palabras en el Quicio

Por

La familia y otros animales

¿Por qué España figura siempre como uno de los países desarrollados donde menos ayudas públicas se conceden a la familia? Se trata de una ficción, una

¿Por qué España figura siempre como uno de los países desarrollados donde menos ayudas públicas se conceden a la familia? Se trata de una ficción, una conspiración contra esta nación vigía de Occidente. Las subvenciones destinadas al fomento de la natalidad o la conciliación familiar pueden ser raquíticas, pero eso no significa que se descuide a la familia. Al contrario, hemos encontrado procedimientos sofisticados que los sociólogos no son capaces de medir. No nos comprenden.

No entienden los estadísticos que el mecanismo español de protección funciona de otro modo. El Tribunal de Cuentas es un ejemplo palmario de creatividad en la protección familiar. De los 700 empleados de la institución, unos cien son familiares de los que allí trabajan. Puede parecer mucho, exactamente es un 14%. Imagínense una empresa en la que de cada 100 empleados, 14 fueran enchufados. Dirán que se trata de un abuso, pero piénsenlo compasivamente.

En España las familias son extensas, hay multitudes que colocar: esposos y esposas, nueras y yernos, cuñados, cuñadas y concuñados, suegros y suegras, hijos, hijas, sobrinos, primos, tíos, hermanos y hermanas. ¿Quién no tiene alguien a quien recomendar? Desde el presidente del Tribunal hasta consejeros, pasando por sindicalistas, quien más quien menos ha tratado de aumentar los niveles de gasto público dedicado a la familia. Para que luego nos dejen en mal lugar esos índices inflexibles...

Hemos ensayado también una modalidad público-privada de ayuda al sostenimiento familiar. El mejor ejemplo es Aizoon, esa empresa que Urdangarin y Cristina de Borbón llevaban a medias para cargarle gastos como fiestas de cumpleaños infantiles o reformas de la casa familiar. Todo presuntamente y todo por el bien de las economías familiares, algo maltrechas con la crisis. ¿Acaso no se trata de la asignación a la familia de recursos públicos? Capitalismo castizo lo llaman algunos: mentes cerradas que no valoran la innovación de nuestro país en la promoción de la familia.

Sin duda, el auténtico pionero, el más audaz, y por ello aún más incomprendido, es Gallardón. Él sabe que el dinero no lo es todo en la vida; también está la protección jurídica o policial. Y en caso de mucho apuro, el portón del garaje. ¿Que tu hijo tiene un percance conduciendo y se da a la fuga? Tú les cierras la puerta en las narices a los agentes de la autoridad y arguyes que "los asuntos de familia quedan en familia".

Es un visionario este ministro. ¿Quiénes somos nosotros para meternos en los asuntos familiares? De hecho, es lo que vino a decir también el presidente del Tribunal de Cuentas, Álvarez de Miranda, cuando aseguró que la sobrepoblación de parientes no era enchufismo, sino "vocación familiar". No se podría haber definido mejor: aquello que los índices internacionales no aciertan a computar es la sincera dedicación de los servidores públicos a la tarea de dejar colocados a sus familiares. Quienes los critican, sencillamente, no tienen corazón.

¿Por qué España figura siempre como uno de los países desarrollados donde menos ayudas públicas se conceden a la familia? Se trata de una ficción, una conspiración contra esta nación vigía de Occidente. Las subvenciones destinadas al fomento de la natalidad o la conciliación familiar pueden ser raquíticas, pero eso no significa que se descuide a la familia. Al contrario, hemos encontrado procedimientos sofisticados que los sociólogos no son capaces de medir. No nos comprenden.

Tribunal de Cuentas Alberto Ruiz-Gallardón Empresa familiar Iñaki Urdangarin Infanta Cristina