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Irene Lozano

Palabras en el Quicio

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¿Se esfuma el ensalmo de Draghi?

Cuántas veces hemos recordado aquellas palabras de Draghi con las que se comprometió a hacer "todo lo necesario para asegurar la supervivencia del euro". Actuaron como

Foto: El presidente del BCE, Mario Draghi (EFE)
El presidente del BCE, Mario Draghi (EFE)

Cuántas veces hemos recordado aquellas palabras de Draghi con las que se comprometió a hacer "todo lo necesario para asegurar la supervivencia del euro". Actuaron como un ensalmo hace algo más de dos años, recordándonos el poder performativo de las palabras.

Sin embargo, no todo se ha encauzado. La salvación del euro podría acabar resultando una frustrada ilusión, tal como explica The Economist esta semana. Una ilusión frustrada por la propia medicina de la austeridad indiscriminada recetada con ahínco por Alemania. La razón es sencilla: las grandes economías de la zona euro no crecen. De forma irresponsable, los gobernantes no ponen remedio pese a que las señales de alarma vuelven a asomar en el horizonte.

Ayer se confirmaron los datos del crecimiento económico de España en el segundo trimestre: un 0,6%, que vuelve a poner rumbosos a los fabricantes de frases a sueldo del Gobierno. Queriendo hinchar su significado, algunos aplican mucho contexto y afirman que este crecimiento nos sitúa a la cabeza de Europa. Sí, pero esto se debe sólo a lo mal que va Europa, y no es motivo de alegría ver estancados a quienes deberían impulsar la recuperación. Las más recientes cifras indican que la economía de Alemania se contrae mientras Francia e Italia se estancan. El último trimestre se prevé aún más doloroso por el efecto de las sanciones a Rusia.

Esta semana hemos mirado a Francia por la crisis de Gobierno, cuyo trasfondo es la discrepancia en políticas económicas. Pero también hemos hablado mucho de Japón, pues podríamos enfrentarnos a un escenario de estancamiento similar al vivido en ese país. Mientras tanto, con políticas menos dogmáticas, la economía de EEUU sigue mejorando.

La situación económica europea vuelve a entrar en zona peligrosa y, sin embargo, tengo muchas dudas de que pudiera aguantar un segundo embate, no ya la moneda, sino la propia UE y sus instituciones. El avance del populismo ha mostrado con claridad que, si no se toman medidas para crear empleo –lo que exige aflojar el dogal ortodoxo de la austeridad–, la crisis política se multiplicará.

Todo avance del populismo –y ya tenemos de sobra para cinco años– equivale a un retroceso de lo europeo. Quienes busquen en ello un atajo para acabar con estas políticas económicas equivocadas se encontrarán enseguida con que debilitar esa comunidad política que llamamos Unión Europea equivale a debilitar la democracia. Atentos, porque ese riesgo no podrán ya conjurarlo unas palabras mágicas de Draghi.

Cuántas veces hemos recordado aquellas palabras de Draghi con las que se comprometió a hacer "todo lo necesario para asegurar la supervivencia del euro". Actuaron como un ensalmo hace algo más de dos años, recordándonos el poder performativo de las palabras.

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