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Un ministro opaco para un sector secreto
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Irene Lozano

Palabras en el Quicio

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Un ministro opaco para un sector secreto

Una de las grandes virtudes de la transparencia es que permite ver lo que se cuenta y, con un poco de trabajo periodístico, también lo que se oculta

Foto: El ministro de Defensa español, Pedro Morenés (EFE)
El ministro de Defensa español, Pedro Morenés (EFE)

Discrepo radicalmente de quienes afirman que la transparencia gubernamental resulta cicatera y servirá para poco. Una de las grandes virtudes de la transparencia es que permite ver lo que se cuenta y, con un poco de trabajo periodístico, también lo que se oculta. El exponente de esta máxima es el ministro de Defensa, Pedro Morenés.

En su biografía, tal como figura en el portal de la transparencia, se intuye una cierta relación con la industria de la Defensa, aunque sobre todo queda clara su tendencia a falsear la realidad. Cuando se conoce su verdadero currículum, se comprueba fácilmente que Morenés no ha sido un hombre con ciertos vínculos con la industria de la Defensa, sino que él es en sí mismo un conflicto de intereses andante, la puerta giratoria de ida y vuelta.

Ese periodo entre 2005 y 2010 que con tanta parquedad describe su biografía oficial le resultó muy fructífero en distintas empresas, en cuyos consejos de administración se sentaba simultáneamente. No sólo en el de Construcciones Navales del Norte, MBDA o Segur Ibérica –las tres que confiesa–, sino también en los de las consultoras de seguridad Kuitver e I-Sec Iberia, además de Aritex Cading (que presta servicios de diseño militar industrial) y Gamo Outdoor; todo ello sin olvidar Instalaza, célebre por dedicarse a la fabricación de bombas de racimo y por haber denunciado al Estado acusándonos a todos de hacerles perder dinero a partir de su prohibición. Son cinco las empresas que su currículum oculta y tres las que confiesa. Ya saben, no hay peor mentira que una verdad a medias.

Hemos de celebrar los enormes servicios que rinde la recién estrenada transparencia gubernamental al indicarnos desde el primer día quiénes son los más mentirosos, confirmando nuestras sospechas. El mundo de la Defensa y la Seguridad sigue escudándose en el secreto que le ha sido connatural durante siglos. Lo malo es que ahora sabemos que en muchos casos se trata como materia sensible aquella información que no lo es. Se usa la reserva como coartada para mantener la realidad alejada de los ojos del ciudadano. Por eso es un ámbito especialmente tendente a la mentira, de la que se deriva falta de control público y, de ella a su vez, corrupción.

¿Acaso se protege algún interés nacional ocultando la biografía de puerta giratoria que luce Morenés? Ninguno, sólo se salvaguardan sus intereses personales –su reputación, al menos– y su actuación al frente del Ministerio. Un ministro opaco para un sector opaco. A Pedro Morenés lo pusieron a llevar la cartera de Defensa para asegurarse de que ese inmenso compromiso de pago que constituyen los Programas Especiales de Armamento (PEAS), 30.000 millones, es decir, una Bankia y media, no impliquen pérdidas para la industria. De hecho, nos van ganando porque Morenés se ha asegurado de que la factura no decrezca y la renegociación no perjudique a la industria. Existen otras formas de hacerlo sin causar tal quebranto al contribuyente, y Alemania constituye un buen ejemplo.

Discrepo radicalmente de quienes afirman que la transparencia gubernamental resulta cicatera y servirá para poco. Una de las grandes virtudes de la transparencia es que permite ver lo que se cuenta y, con un poco de trabajo periodístico, también lo que se oculta. El exponente de esta máxima es el ministro de Defensa, Pedro Morenés.

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