Palo Alto
Por
Zarzuela: ¿cuándo y cómo claudicar?
Estas cosas siempre empiezan por un pequeño tropiezo. Y convendría no estirar la cuerda (L´Estaca, Lluis Llach), porque la I Guerra Mundial
Estas cosas siempre empiezan por un pequeño tropiezo. Y convendría no estirar la cuerda (L´Estaca, Lluis Llach), porque la I Guerra Mundial prendió por una gilipollez y la II República advino por unos cuantos votos en las municipales.
Tengo para mí que don Juan Carlos -doña Sofía es otra cosa, tan germana, tan antigua, tan señora ella- está rumiando acerca del mejor momento, la mejor circunstancia, la mejor ocasión para ceder el testigo porque, al final, siempre se ha dicho que los importante es la ins-ti-tu-ción y no la persona.
Con doña Corinna huyendo a toda prisa de su amada ciudad de Madrid (siempre nos quedarán los Reales Montes de El Pardo), el Príncipe está demostrando entidad y cuajo para hacerse cargo de la jefatura de relaciones públicas en que se ha convertido la Monarquía española.
Por una vez, la gran prensa anglosajona (¡qué cabrones!) ha sacado a doña Sofía en portada para informar de que ha dado portazo al jubileo de la Queen, que tiene ya más años que Carracuca. Al final, a nuestra muchachada monárquica sólo les va a quedar la bandera de Gibraltar para envolverse… ¡Qué tropa, Señor!
Estas cosas siempre empiezan por un pequeño tropiezo. Y convendría no estirar la cuerda (L´Estaca, Lluis Llach), porque la I Guerra Mundial prendió por una gilipollez y la II República advino por unos cuantos votos en las municipales.