Palo Alto
Por
Percival, el cajero de la lideresa
Se ha hecho famoso (o casi) a propósito del pulso con la muchachada de Artur Mas por la pasta de Eurovegas, pero cuando Esperanza Aguirre eligió
Se ha hecho famoso (o casi) a propósito del pulso con la muchachada de Artur Mas por la pasta de Eurovegas, pero cuando Esperanza Aguirre eligió (sorpresivamente) a Percival Manglano para sustituir a Antonio Beteta al frente de la caja pública de la Comunidad de Madrid sabía lo que se hacía. Su antiguo jefe Javier Fernández Lasquety –qué buen y preparado rapaz si no tuviera tanta devoción por el leviatán del bigote- le había convencido a doña Espe de que el joven Manglano podía conducir sin desdoro la destartalada consejería de Economía y Hacienda.
¡Oiga usted, que el déficit de más que ha aflorado es por cuenta del pícnico Beteta! No parece dado el muchacho a mucha alharaca mediática, que para eso tiene a José Luis Villena de cancerbero “full time”, pero está colocando deuda madrileña por un tubo en los difíciles mercados del aspaviento y en muy buenas condiciones. Que se lo pregunten a José María Rotellar, tipo serio donde los haya, que lo lleva tabulado todo
Tengo para mí que este caballero liberal de la Tabla Madrileña tendrá un lugar al sol en el camelot esperancista. Por de pronto, almuerza de menú “everdy day”, habla inglés (nació en Irlanda), escucha más que habla, trabaja estajanovistamente y huye como gato escaldado de las conspiraciones de salón a las que tan dados son algunos de sus coleguillas.
Si Percival Manglano, un recién llegado a la barra política, consigue finalmente alzarse con un busto en Eldorado público también entonces podré escribir que para triunfar no hace falta ser un cabrón con pintas.
Se ha hecho famoso (o casi) a propósito del pulso con la muchachada de Artur Mas por la pasta de Eurovegas, pero cuando Esperanza Aguirre eligió (sorpresivamente) a Percival Manglano para sustituir a Antonio Beteta al frente de la caja pública de la Comunidad de Madrid sabía lo que se hacía. Su antiguo jefe Javier Fernández Lasquety –qué buen y preparado rapaz si no tuviera tanta devoción por el leviatán del bigote- le había convencido a doña Espe de que el joven Manglano podía conducir sin desdoro la destartalada consejería de Economía y Hacienda.